Capítulo once

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Todavía estoy en "shock" cuando escucho a Ricci gritar que entre ya, que quiere enseñarme algo. Echo un último vistazo al coche, cada vez más lejos. Hemos discutido. Bueno, he discutido. Él se ha limitado a dejarme así... tan descolocada.

Ricci me coje de la mano y me lleva al salón casi a rastras. Vaya, está emocionado.

-Siéntate aquí-dice empujándome a uno de los sofás del salón de Daniel. Está todo tal y como lo recordaba.

-No me moveré, señor-me llevo una mano a la frente.

Se ríe y sale en dirección a las escaleras y veo como las sube agarrado a las varas de metal de los laterales.

La señora René sale de una puerta marrón que no recuerdo haber visto en el salón. Debe de ser su cuarto.

-Voy a hacer unas compras y a visitar a mi hijo-dice sentándose en el otro sofá.-¿Puedo?

-Em... Sí, ¿Daniel le ha dado permiso?

Sonríe de oreja a oreja.

-Sí... No eres como ella.

Frunzo levemente el ceño, pero sé de quien habla.

-Leticia. Nos conocimos en la mansión de los Tayson. Ya me daba órdenes desde entonces.

-Pero yo no soy nada aquí. He venido a hacerle un favor a Daniel, nada más.

-Y es muy amable. ¿Le gusta Daniel?

Me ruborizo. ¿Qué hago hablando con esta mujer sobre eso?

-Sí...

Ladea la cabeza y abre los ojos.

-No parece muy convencida.

-Bueno...-me cruzo de piernas y apoyo las manos en ellas-. Él dice que está enamorado de mí. Y... me parece muy rápido.

-¿Rápido?

Asiento, otra vez ruborizada.

-No creo eso, aunque soy una simple criada. Pero el amor no tiene por qué ser perfecto, sino verdadero.

Vaya, qué profunda.

-¿Y cómo sé yo si es verdadero?

-Lo sabes. En el fondo lo sabes, o lo acabarás sabiendo. No me gusta que Daniel haga lo mismo otra vez y se case con cualquiera, pero intuyo que tú no eres así. Dale amor, y cuídale. Es como un hijo más para mí. Lo he visto sufrir. He visto como Leticia lo pone verde en programas de prensa rosa, ¿y todo por qué? Por el dinero.

¿Qué le dé amor? Acabamos de discutir y no me ha ni mirado a la cara. Creo que he empezado con mal pie.

-Sí es cierto que le han hecho mucho daño. Y él no ha tomado medidas.

-Porque es demasiado bueno. Y de lo bueno que es lo toman por tonto. Pero nada que ver. Esa mujer quería llevarse la casa, los hijos, los coches... Todo. Pero en este mundo hija mía, todo está a un nombre.

Sonrío un poco. Esta mujer se expresa de una forma tan peculiar.

-Con su permiso, me tengo que ir.

-Claro, adiós-me levanto y le doy dos besos. Camina hasta la puerta, y la sigo.

-Adiós niños-dice en voz alta. Amanda se asoma por la escalera.

-¿Te vas?-me mira un momento, luego a René.

-Vuelvo en unas horas.-dice antes de cerrar la puerta.

Ricci sale de su cuarto con una caja no más grande que la de unos zapatos. Va a bajar las escaleras.

-¡No!-chillo. Subo de cuatro en cuatro los escalones hasta llegar a ellos. Por suerte, no llegó a caerse.

Quiéreme, por favor (Completa pero editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora