Capítulo siete

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Tiene su frente contra la mía, sudados los dos, con respiraciones muy aceleradas. Sale poco a poco de mí y gimo, es muy agradable. Le quito el preservativo lentamente, acariciando adrede su pene, ya más flácido.

Sonríe con los ojos cerrados, y veo sus largas pestañas. Tiro el preservativo hacia la inmensidad oscura de nuestro alrededor.

Se yergue y me deja ahí sentada mientras se sube los calzoncillos boxer y los pantalones azules.

Madre mía. ¡Acabamos de hacerlo en la calle! Donde nos podría haber visto cualquiera, paparazzi...

-¡Daniel!-exclamo levantándome y bajándome el vestido.- Algún paparazzi ha podido vernos y seguirnos, ha podido...

Me da un beso.

-Me he metido aquí porque nos seguían dos coches. No quería que supieran donde vivías.

Oh. Piensa en todo. Le atraigo hacia mí y nuestras lenguas se funden en un beso voraz.

-¿Te ha gustado?-dice, y me pone las manos en las caderas y presiona más contra sí.

-Me ha encantado.-le rodeo la nuca con los brazos y nos miramos-. No sabía que te gustara follar en sitios públicos.

Me sonríe otra vez. Oh, Dios. Esa sonrisa.

-No he podido resistirme. Te deseo.

-Y yo a ti-le acaricio los labios con mi dedo índice y le da un besito.

-Quería que nuestra primera vez fuera... más especial, lo siento, pero...

Me río.

-¿Con velas e incienso?

Me mira cauto.

-¿Es eso lo que quieres?-su voz refleja duda. ¿De verdad estamos hablando de eso?

-Me da igual-no puedo evitar reírme-. Esto ha estado fenomenal.

Ladea la cabeza.

-¿Qué te hace tanta gracia?-pregunta divertido.

-Tú. Preocupándote por flores y velas.

Sonríe de nuevo. Me encanta esa sonrisa tan suya.

Le acaricio el principio de barba que tiene por toda la cara, es tan sexy. Me da un beso corto y me suelta.

-¿Vamos?-me sostiene la puerta del coche abierta.

Le beso en el cuello y me meto dentro. Uf, se está cómoda y calentita. Me acaricio los muslos, empezando a rememorar los sucesos de hace un momento. Me ha sorprendido lo bien que se le da.

Jesús.

-Eh.

Levanto la cabeza, sobresaltada. Estamos en un garaje blanco, bastante grande.

Daniel está mirándome desde su asiento. Llevo su chaqueta puesta. Me sonríe y acaricia mi mejilla.

-Estás muy roja.-dice.

-No...-Oh, no-. Me pasa siempre.

Ríe.

-¿Te pones como un tomate?-me besa la mejilla.

Asiento.

Miro alrededor del coche. Hay dos más, aparcados en paralelo frente una puerta blanca muy grande. A la izquierda hay una puerta gris que lleva... ¿a dónde? Me giro, y detrás, en los asientos traseros, veo dos sillas para niños. Joder, que ciega. Veo también el BMW M6 Cabrio... Estoy en su casa.

-¡Tengo que volver!-digo girándome.

Me mira con el ceño fruncido.

-¿Por qué?

Quiéreme, por favor (Completa pero editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora