Comida ¿gratis?

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Narración primera persona

Unos importantes exámenes se acercaban y yo no podía estar más nerviosa por eso, por más que leía y leía mi cuaderno parecía que no lograba retener nada de información y por eso terminaba sacando bajas calificaciones en todos los exámenes de prueba que hacía en mi casa. Eso era poco más que humillante para mí que siempre me jacté de ser inteligente.

Por eso jamás me animé a contarle a Jotaro que tenía problemas con el temario, mi amigo a pesar de su rebelde apariencia siempre quedaba entre los primeros puestos académicos del salón e incluso de la escuela así que me daba mucha vergüenza el solo pensar que notara que yo no estaba a la misma altura. Eso en sentido metafórico porque ni con zancos podría estar tan alta como él.

Sin embargo él, aparte de tener los más hermosos ojos azules que hayan existido tiene también una vista prodigiosa y en uno de esos cambios de clase en los que revolvía mi portafolio para sacar mis cuadernos Jotaro se percató de los exámenes hechos bolita que estaban arrumbados en el fondo de mi bolsa. Dado que siempre nos llevamos pesado simplemente agarró uno, lo desdobló y empezó a leerlo.

-Oe tú, dame eso Jotaro ¿No te enseñaron que es de mala educación leer cosas ajenas?- rápidamente me levanté de mi asiento y traté de arrebatarle el papel pero él, tan rápido y fuerte como es solo usó su propio cuerpo para crear una barrera y levantó su brazo para alejar el papel de mi alcance.

Cuando terminó de leerlo empezó a hablar: -Esperaba un chisme más interesante como una carta de amor o algo así, no esto, bah es aburrido-.

-Jaja como si yo fuera a recibir cartitas de amor, ni que fuera tú, tal vez si anduviera todo el día diciendo yare yare daze con cara de pocos amigos tendría pretendientes- dije con sarcasmo y es que en cuestión de atractivos siempre me sentía muy por debajo de Jotaro.

-Si supieras lo que se dice de ti en los baños de hombres- medio alcancé a distinguir algo que dijo mi amigo en un susurro, aunque no me quedó muy claro.

-¿Qué?-

-¿Qué? Dije que necesitas mejorar tu calificación, tengo una guía de estudio en casa sobre estos temas, vayamos después de clases y te la presto- me respondió Jotaro.

Al salir de clases empezamos a dar vueltas por calles sin sentido como era usual para nosotros en vez de ir directamente a su casa, en esos momentos Jotaro suele mostrarse más abierto y comunicativo conmigo cosa que aparte de dejarme boquiabierta me fascina pues su grave tono de voz me deleita enormemente.

Al pasar por una de las calles más populares y concurridas de la ciudad pude ver que habían abierto un nuevo restaurante y mi curiosidad me impulsó a atravesar la calle sin fijarme para poder ver más de cerca el lugar -Mira Jotaro, abrieron otro restaurante, huele delicioso-.

Jotaro por su parte me contestó molesto -¿Tú eres tonta o te caíste de pequeña eh? No cruces una calle sin ver los carros que vienen- oh cierto, él y su pequeña manía de regañarme por mi imprudencia.

-Jajaja lo siento Jotaro, es que el olor de la comida me atrapó te juro que a la próxima pondré atención mamá- le enseñé la lengua y me burlé un poco de él aunque realmente encontraba lindo que se preocupara por mí.

-Y todo por comida, necesitas poner más atención mujer- siguió recriminándome.

-Ya, ya, si te oí la primera vez, lo que pasa es que este lugar se ve tentador y pues ya sabes, haría lo que sea por comida-

-¿Lo que sea?- dijo Jotaro con una voz que de haber puesto atención me habría dado cuenta que era de maldad, pura maldad.

-Definitivamente- dije sin dudarlo ni un segundo.

Segunda oportunidad, mi estrella guíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora