Explicaciones paranormales

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Narración primera persona

No pude dormir, pasé toda la noche pensando en todo lo que estaba a punto de pasar, no solo en este día sino en los años venideros, años que serán muy, muy, muy intensos.

Conozco bien la historia, a pesar de que ha pasado un tiempo desde que tuve un tomo del manga en mis manos, creí que para cuando el momento llegara yo estaría lista pero, hay algo que no deja de darme vueltas en la cabeza ¿Afectará en algo a la historia el hecho de que yo esté aquí? ¿Cómo puedo explicarles a todos mi presencia, y aún más importante, mi stand?

De la primer pregunta no tenía ninguna respuesta, la historia tal cual yo la conozco recién está empezando así que no tengo más opción que esperar a ver qué sucede más adelante, si todo pasa tal cual yo lo recuerdo ¿Debo intervenir? ¿Debería intentar cambiar algo? Bueno, la verdadera pregunta es ¿Realmente podría intentar cambiarlo? Maldición, demasiadas preguntas en mi cabeza.

En cuanto a la segunda... probablemente tenga que decir una verdad a medias, una mentira blanca, la verdad es que ni yo misma me termino de explicar cómo terminé en este lugar, mucho menos tengo idea de cómo obtuve a mis Engels así que de eso no tengo de otra más que improvisar sobre la marcha.

Con todas estas dudas no fue difícil levantarme con los primeros rayos de sol, limpié la habitación y me puse mi uniforme recién lavado, el que oliera igual al detergente con el que lavaban la ropa de Jotaro de alguna manera me daba felicidad y tranquilidad. Claro que esa no era la razón por la que me alegró tanto volver a mi uniforme, la única razón es que la pijama que Holly tuvo a bien prestarme es demasiado pequeña para mí.

Hablando de Holly, ella seguramente tampoco pudo dormir bien. En la cocina ella actuaba como si nada, iba de un lado a otro limpiando las cosas y sirviendo los platos de comida, pero el tintineo de la cerámica delataba el temblor en sus manos, sus pies golpeaban el piso en un ritmo casi frenético y unas pequeñas ojeras bajo sus ojos azules terminaban por decirme lo difícil que había sido la noche para ella.

-Umi, cariño ¿Sería mucho abuso de mi parte si te pido que me acompañes al aeropuerto de Tokio hoy? Necesito recoger a alguien que podría ayudar a mi pequeño y la verdad es que yo agradecería mucho que pudieras estar conmigo-

Ya sabía yo de quién hablaba pero decidí ir con la corriente y fingir que yo no sabía nada -Nigún abuso, la verdad no tengo cabeza para nada más, además, nunca la dejaría sola así que estoy lista cuando usted diga-

Sin tiempo que perder tomamos un taxi para poder llegar al aeropuerto, fue un viaje largo pero por primera vez la conversadora y festiva Holly solo se dedicó a contemplar el paisaje con mirada melancólica, yo tampoco tenía ánimos para fingir alegría así que el viaje fue en un triste silencio.

Como suele suceder cuando te acercas a zonas concurridas de la ciudad, el tráfico fue lo primero que nos recibió en la capital, cuando por fin llegamos a nuestro destino resultaba que habíamos arribado unos minutos tarde, según nuestros cálculos todos los pasajeros incluso ya habrían abandonado el avión, Holly entonces entró corriendo como niña pequeña gritando alegremente -papá ¿Papá? ¿Dónde estás papá?-

En otra circunstancia sería muy difícil encontrar a otra persona solo con ese método pero desde la distancia era posible ver una enorme figura parada en la sala de llegadas, la persona se veía de una edad avanzada pero su mirada fuerte y los músculos entallados en su gabardina indicaban que no era un anciano indefenso. ¿Es posible estar más nerviosa de lo que ya estoy?

La respuesta es, sí.

En cuanto Holly vislumbró esa inmensa figura corrió gritando hacia él, se lanzó a sus brazos en un cálido abrazo y el hombre sin ningún problema incluso la levantó entre sus brazos. El señor Joestar había llegado.

Segunda oportunidad, mi estrella guíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora