Especial Jotaro x Umi

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La empresa inmobiliaria Joestar era la número uno en su rama no solo a nivel nacional, sino que el nieto del fundador había sabido cómo expandir el negocio para que tuviera presencia internacional haciéndola una de las empresas más redituables y valiosas según varias revistas de negocios.

Dichas revistas ahora exhibían a un atractivo pelinegro en la portada. Un fornido hombre en un traje a la medida y que parecía mirar despectivamente al lector con esos brillantes ojos entre turquesa y esmeralda. La noticia del momento era que Jotaro Kujo, nieto de Joseph Joestar al fin tomaría el mando de la empresa después de que el fundador entrara a su merecida jubilación.

Esto se había vuelto el sueño de muchas mujeres, dado el indiscutible atractivo del Kujo, así como el anhelo de los hombres por dirigir una empresa de tal renombre y poder.

Pero para el mismo Jotaro, solo era una formalidad innecesaria que conllevaba muchísimos protocolos sociales que le resultaban odiosos a más no poder.

Desde joven había empezado a inmiscuirse en el negocio, conocía bien a socios, clientes y proveedores, empleados, personal, etc. Todo estaba bajo su conocimiento y control y aún así, ahora que el cambio era oficial todos estaban vueltos locos por tener una cita con él, especialmente mujeres odiosas de las que se veía a leguas que estaban detrás de su cartera.

-Oh vamos, un poco de atención nunca está de más, en especial de mujeres tan lindas- dijo su abuelo quien estaba quitando los últimos elementos personales de la que hasta hace poco era su oficina.

-Sabes que estoy aquí para trabajar, no tengo tiempo para perder con mujeres escandalosas- respondió Jotaro fríamente.

-Ah mi nieto, tan serio como siempre. Pues bien, déjame darte un último consejo de un hombre de negocios a otro. Hay una mujer a la que siempre tienes que ponerle atención, Jotaro. Créeme, una buena secretaria es parte importante en el manejo de una empresa- continuó el señor Joestar.

-Da igual, ya tengo secretaria ¿Recuerdas?- respondió Jotaro.

-Ajá ¿Hablas de la pobre chica que lloró cuando le gritaste por no recordarte de una importante cita siendo que tú mismo le habías dicho que no te podía interrumpir? Renunció hace tres días- dijo el señor Joestar intentando disimular el tono de burla en su voz.

-¿Enserio? Oh, bueno...- Jotaro estaba sinceramente afligido. Sabía que no era bueno manejando las relaciones sociales. Hablar con clientes y proveedores era diferente, por mucho. En ese tipo de reuniones había que ser rudo o morir en el intento, pero manejarse en un ámbito menos competitivo... eso era un reto.

-Jajaja no te preocupes, encontré al reemplazo perfecto- dijo el Joestar mayor mientras apretaba un botón en el escritorio.

Segundos después la puerta de la oficina se abrió y dio paso a una hermosa mujer. A pesar de ser difícil precisar su edad se veía joven, de porte seguro y elegante, el conjunto que llevaba le sentaba de maravilla y con un increíble par de zapatillas a juego, la mujer caminó con firmeza hasta llegar ante los dos hombres.

-Takahashi Umi, un gusto- dijo la recién llegada mientras extendía su mano que fue apretada por ambos. El mayor dio un cálido apretón mientras que el más joven lo hizo como una acción automática después de haber quedado sin palabras.

-Si, un gusto. Sin embargo, no estoy seguro de que sea apta para el puesto. Así que lo lamento mucho pero...- empezó a decir el pelinegro.

-Vamos Jotaro ¿De qué estás hablando? Fue la candidata más apta para el puesto, superó con creces las pruebas- alegó el señor Joestar.

-¿Bajo qué criterios dice usted que no soy apta? No solo cuento con una gran experiencia, le aseguro que más allá de lo que dice mi currículum soy la mejor para lidiar con todo lo que pueda surgir en la agenda de una empresa como esta- intervino Umi, sin temor alguno ante la negativa del nuevo líder de la inmobiliaria.

Segunda oportunidad, mi estrella guíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora