Un caballero de brillante armadura

1.4K 100 98
                                    

Narración primera persona

-Umi-

Ay por dios ¿Quién está molestando? Seguro que es muy temprano como para salir de la cama, no hay necesidad de levantarse temprano.

-Umi por favor, ya levántate-

No sé quién sea el que pretende interrumpir mi sueño, pero que ni crea que me va a levantar, estoy muy cómoda y no pienso moverme, simplemente me aferré con más fuerza a mi almohada para seguir durmiendo.

-Por favor Umi, ya casi llegamos-

¿Llegar? ¿A dónde vamos a llegar? Esa vocecita dice cosas curiosas pero prefiero seguir durmiendo, al menos unos cinco minutos, abracé con más intensidad mi almohada, hundiendo mi cara en ella para evitar despertar. Ya habrá tiempo para investigar qué es lo que está pasando.

-Yare yare daze, si eres tan amable obviamente no la vas a despertar Kakyoin. Umi con un demonio, te levantas o vas a ver. Kakyoin, pásame esa botella con agua-

-Ya desperté, ya desperté- empecé a gritar con un poquito de miedo en mi voz, esa voz tan inigualable únicamente podía ser de Jotaro y a ése sí lo creo capaz de echarme agua solo para despertarme, y si no escuché mal por ahí también anda Noriaki. Aunque me extraña que Jojo le haya pedido el agua a Noriaki en vez de ir él mismo por ella.

¿Dónde estamos? Ojalá no hubiera tanta luz, recién estoy intentando abrir los ojos y todo el sol que entra por la ventana solo me está lastimando, además de que hay un ruido curioso embotando mis oídos. Espero al menos no haber babeado mientras dormía

Cuando pude acostumbrarme a la luz abrí mis ojos plenamente, observé mi alrededor e inmediatamente di un brinco que por poco me hace caer por la puerta abierta del helicóptero donde estábamos todos. Estaba asombrada no solo porque no estaba acostada en mi cama como había pensado, sino que además de eso me di cuenta de que aquello suavecito que había estado abrazando en mis sueños no era mi almohada, era nada más y nada menos que el brazo de Jotaro.

Alcancé a aferrarme con mi mano al borde de la puerta para no caer pero, para aumentar el sonrojo de mi cara, Jotaro extendió su brazo para jalarme del moño de mi uniforme y meterme de vuelta al helicóptero.

-¿Tú eres tonta o te haces? Te dijimos que estábamos a punto de llegar, no que ya habíamos aterrizado, quédate adentro al menos hasta que el helicóptero se detenga- comentó Jotaro con la naturalidad de quien habla de lo que comió el día anterior.

-Oye Avdol ¿No crees que de repente hace mucho calor?- preguntó traviesamente el señor Joseph, yo ya no sabía en dónde esconderme. Si él ya notó lo que siento por su nieto este viaje va a ser muy incómodo.

Kakyoin parecía admirar la vista aérea pero el movimiento en sus hombros delataba que también se estaba riendo. Realmente hubiera preferido haber babeado que haber agarrado a Jojo como almohada, no es tanto que me arrepienta, sino que no quiero que él se sienta incómodo conmigo, me costó mucho ser amiga suya como para arruinarlo todo después de una siesta estúpida.

Volteé a ver a Jojo quien estaba como si nada, simplemente alisó las pequeñas marcas que dejé sobre la manga de su gakuran y después me dio un pequeño zape -sobreviviste a un avión controlado por el viejo y resulta que vas a morir por caerte de un helicóptero, que tonta-.

Miré de reojo a Avdol y pude ver que estaba sonriendo ¿Él también va a burlarse de mí? Ojalá me tragara la tierra, no puedo creer la tremenda estupidez que hice pero tengo que fingir naturalidad y cuando esté a solas con Jojo disculpame, mientras tanto debo actuar como si esto no fuera nada importante.

-Debe ser el clima señor Joestar, y además me parece que ya es momento de bajar, andando- respondió Avdol con calma, al parecer era un poco más prudente que el señor Joseph. Alabado sea su sentido de discreción, así al menos la atención ya no estaba sobre mí.

Segunda oportunidad, mi estrella guíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora