Doble siempre es mejor

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Narración primera persona

Después de aquella vergonzosa tarde en la que Jotaro y yo terminamos haciendo revuelo en un restaurante de dudosa calidad decidimos que para comida lo mejor sería limitarnos a lo casero al menos por un tiempo porque tal parece que ambos somos un imán para los problemas. Si no es él soy yo la que los empieza pero eso sí, sabemos que podemos contar con el otro para salir adelante.

En una de esas usuales tardes llenas de frío en Japón mi amigo y yo decidimos irnos a refugiar del clima en su casa aprovechando las maravillas de su calefacción y cobijas electrónicas para mantenerme calientita. Jotaro tan grandote y fuerte era inmune al frío o algo así porque incluso se daba el lujo de andar solo en su camiseta de tirantes, mientras que yo por mi parte temblaba incluso con mis piernas dentro del kotatsu.

Holly estaba preparando la comida pero al parecer había olvidado comprar algunos ingredientes y decidió enviar a su pequeño y dulce hijo para comprarlos.

-Con un demonio mujer no pienso salir, debiste haberlos comprado desde antes- respondió Jotaro con su habitual tono de voz.

-Jo... Jo... Jo... Jotaro no le di... digas así a tu ma... mamá, s... s... sí quieres voy yo- salí en defensa de Holly, aunque yo sabía que mi amigo quería a su madre más que a nada en el mundo aún me sentía mal de ver cómo la trataba, así que me ofrecí para ir a la tienda y evitar que le dijera cosas más feas.

-¿Y tú cómo vas a ir si estás temblando más que un flan? Tú quédate antes de que mueras congelada, tonta- No me gritó pero Jotaro también me respondió enojado.

-De ni... ninguna ma... ma... manera. Vamos lossss do... do... dos ento... to... tonces- me moría de frío y tartamudeaba como loca pero no iba a quedarme sin hacer nada, nunca me ha gustado sentirme una inútil y al menos yendo con mi amigo a la tienda podía sentir que ayudaba en algo. Agarré fuerzas de donde pude, me coloqué mis zapatos y una bufanda para enseñarle a Jotaro que no era una opción el quedarme esperando sentada.

Él solo rodó los ojos pero terminó accediendo a ir conmigo, después de todo él sabía que cuando yo me proponía algo no había poder humano para detenerme. El por su parte tomó su gakuran, zapatos y llaves y salimos rumbo a la tienda.

Lamentablemente Holly estaba preparando un platillo italiano y necesitaba ingredientes un poco difíciles de conseguir aquí en Japón así que nos terminamos moviendo más lejos de lo que pensábamos.

Algunos de los locales pude identificarlos como aquellos a los que Jotaro me llevó la primera vez que tuvimos un acercamiento como amigos, sonreí un poco y afortunadamente mi amigo no lo notó porque la bufanda solamente dejaba mis ojos al descubierto.

Mientras escogíamos los ingredientes y los metíamos a una bolsa pude sentir como Jotaro recibía un empujón por parte de alguien, alguien muy estúpido seguramente, y mi reacción habitual fue la empujar al agresor para alejarlo de nosotros y devolverle el golpe.

Para mi mala suerte, también reconocía esa cara, era del tipo que lideraba la pandilla que nos atacó a Jotaro y a mi justo después de que yo despertara mi stand, su rostro se veía igual excepto por un par de cosas, su mirada estaba desquiciada por la furia y tenía la nariz un poquito diferente de cómo la recordaba.

-Maldita zorra, al fin te encuentro, me he pasado días y noches pensando en ti. Y no, no creas que cosas bonitas, no. Quiero devolverte el favor que me hiciste, después de tus golpes mi nariz quedó desviada. Mi atractivo, todo mi atractivo se fue-

No sabía si el tipo estaba enojado o llorando, lo que sí era un hecho es que estaba molesto conmigo por la golpiza que le había metido, aunque siendo sinceros era él quien había empezado, si no mal recuerdo incluso había planeado usar una navaja en contra de Jotaro. No, definitivamente no podía sentir lástima por una escoria como el.

Segunda oportunidad, mi estrella guíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora