66

1.4K 120 18
                                    


Lia pov

— Amor, llegaste— me recibió Suk como todas las noches, yo me acerque a él y lo abracé fuerte. Él no dijo nada y me devolvió el abrazo, transmitiéndome confianza, amor y protección. Amaba cuando él me susurraba cosas cariñosas al oído, me hacía sentir amada y segura.

— ¿Que pasa cariño?

Suspiro y entierro mi rostro en su cuello, oliendo su colonia masculina que me encantaba. Suk dejó un pequeño beso en mi frente y me hizo caminar hasta el sillón de la sala de estar, me sentó a su lado y me volvió a abrazar.

— Lo ví.

— ¿A quién?

— A Christopher.

— ¿Qué?

— Estaba en mi consultorio y...y— no aguante más y comencé a llorar en su hombro, un nudo en mi garganta se había formado, no podía explicar lo que sentía. No sabía si era angustia o miedo, no sabía si estaba ansiosa por verlo o por saber que ellas estaban cerca de mi.

— ¿Lia?

— Él tiene una novia y está embarazada.

— ¿Las viste?

— No, no las ví, no sé si ellas están con él o si él también las abandonó. No sé nada Suk.

Mi desesperación fue más grande y abrace más fuerte a mi esposo, no sabía cómo explicar el sentimiento que tenía cuando pensaba en la posibilidad de que Christopher también las haya abandonado como yo lo había hecho diez años atrás, todo por un estúpido sueño que no pude llegar a cumplir.

— Tranquila, ¿Si?

— Estoy segura de que no quieren saber nada de mi.

— Haz cambiado, eres una persona nueva, ¿Okay? No eres mala Lia, cometiste estupideces en el pasado, pero solo eras una adolescente.

— Él también lo era.

Y es verdad, yo solo era dos años menor que Christopher, él tuvo que esforzarse demasiado para poder graduarse, tener un trabajo en las mejores empresas de Keyla de Jesús.

¿Y yo?

Yo queriendo el ser una estúpida modelo que ni siquiera lucía como una, ya que era un esqueleto andando por las calles y pasarelas baratas.

— Lo sé, lo sé, pero puedes hablar con él. Sabes dónde vive ahora, ¿No?

— Si, pero esos documentos son privados.

— Tu viste la dirección, puedes ir y hablar con él sacarte la duda sin aún tiene a las niñas.

— No quiero lastimarlo más de lo que ya hice.

— Lo se, pero también tienes que sanar ese dolor que aún te persigue y que está marcado en tu corazón— hablaba mientras dejaba pequeñas caricias en mi espalda.

Suk tenía razón, podría ir y hablar con Christopher para poder al fin pedirle disculpas.
Aunque con una disculpa no iba a arreglar nada en si, pero lo iba a intentar.

[ 🥀 ]

______ abrió sus ojos lentamente y observó el lugar, aún seguía en el hospital. Sintió una pesadez a su lado derecho de la camilla y enseguida observó.

Sonrió de lado al ver a Christopher sentado en una silla, sus brazos estaban cruzados sobre la camilla y sobre ella descansaba su cabeza. Él aún estaba durmiendo.

Ella sonrió enternecidos al ver a su novio, nunca pensó que él se quedaría, es más, había pensado que regresaría a la mañana siguiente para buscarla y por fin regresar a su casa, pero no.

Él seguía ahí y estaba segura de que despertaría con dolor en su cuerpo por dormir en una posición tan incómoda. La vista de la chica cayó en su propio abdomen e inconscientemente acarició su abdomen plano.

No podía creer que tendría un hijo de Christopher Vélez, nunca se imaginó ser madre y menos cuando estaba trabajando como maestra en una de las mejores escuelas, pero como era la vida, todo puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos.

— ¿_____?— susurró Christopher y abrió los ojos lentamente.

— Buen día.

— ¿Ya estás despierta?— preguntó y se pasó una mano por su cara para poder acostumbrarse a la luz de la habitación.

— Si, ya me quiero ir a casa y ver a las niñas.

— ¿Cómo estás, como están?— preguntó y pasó su mano por el abdomen de la chica.

— Bien, ¿Cómo dormiste?

— Maso menos— dejó un pequeño beso sobre la tela de la remera de la chica, _____ sonrió y acaricio la cabellera de Christopher una vez que la recostó en su abdomen.

— ¿Ya nos podemos ir a tu casa?

Nuestra casa— la corrigió.

Que lindo sonaba. Nuestra casa.

— Está bien, nuestra casa.

— Si, solo tengo que firmar y nos vamos.

— Está bien.

Papá soltero Donde viven las historias. Descúbrelo ahora