Capítulo 19

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Me coloqué en el potro, estaba temblando, pues la señora Alisson estaba muy enfadada conmigo. Me pregunto si cuando Candy y Rousse se peleaban también era así con ellas.

- Eres mi sumisa, no voy a permitirte la más mínima Anna y menos ejercer la violencia. ¿Quién te has creído?

¡Zas! Varazo en el centro de mis nalgas.

- ¡Ahhhh! ¡Mi Ama por favor! – Supliqué con las lágrimas asomándose por mis ojos.

- No, Anna. Vas a ser mi esclava y vas tener una actitud intachable.

¡Zas! ¡Zas! ¡Zas!

- ¡Por favooooooooooorrr! – Grité desesperadamente.

- No estás contando Anna. - ¡Zas! ¡Zas! ¡Zas!

- Tres, mi Ama.

- Si te equivocas empezaré de nuevo.

¡Zas!

- Cuatro, mi Ama. -Esto iba a ser eterno.

¡Zas!

- Cinco, mi Ama.... Por favor... -dije en un hilo de voz.

- -No Anna, es tu merecido.

La señora Alisson siguió azotándome hasta los ciento cincuenta y seis azotes. Y me dejó ahí atada, llorando con mi cabeza apoyada en el potro.

Entendí que lo había hecho mal, la violencia nunca debe ser usada. Además, voy a ser su esclava no tengo derecho ninguno de tomarme la justicia por mi mano.

- Así que así es como te castiga Alisson... -dijo una voz conocida.

- Ma... mamá ¿qué haces aquí? – pregunté desorientada.

- Admirar lo que te has merecido.

- Aún me odias, ¿verdad?

- No es odio, pero no puedo negar... -Dijo mirando la vara, - que esto es bastante interesante.

- No irás a...

- Sí, soy tu madre y no me gusta que seas así de violenta, siempre has sido tan... poca cosa hija...

- Ma... mamá.... -dije temblando.

Acto seguido mi madre cogió la vara y me golpeó, veinte veces sin descanso. No grité, aguanté mis lágrimas, no iba a darle el poder a esa señora de verme sufrir porque es lo que quería.

- ¡Qué bien sienta esto! -dijo suspirando.

- ¿Ya estás contenta madre?

- No, aún no, aún me queda verte sufrir, pero no con esto. Tú y Alisson jamás estaréis juntas, quiero verte sola como yo lo estoy.

- Estás sola porque nos abandonaste a mi y a papá, ¡nunca me has querido!

- Cierto, nunca te he querido. Me cortaste la libertad, me amarraste a un hombre al que no amaba, con el que me fui por necesidades, no te pareces a mi en nada aunque ahora seas una renombrada escritora. No siento orgullo por ti, no lo puedo sentir, sólo siento asco.

Diciendo eso, me echó una mirada de odio fulminante y se marchó.

Yo por mi parte contuve mis lágrimas, era como volver al pasado, pensé que nunca más tendría contacto con ella pero la vida me la puso de nuevo en mi camino, no entiendo que espera la vida de mí, ¿sangrarme? ¿No ha sido suficiente ya?

- No tienes permiso para hablar Anna, ahora voy a soltarte y no me mires a la cara. -Dijo la señora Alisson tomándome por sorpresa.

Casi no podía mantenerme en pie de estar tanto tiempo en esa postura, mi culo me ardía y al rozarlo pude notar las heridas y el escozor.

-Mañana vamos a ir a merendar con tu madre a una cafetería de aquí cerca para que habléis de vuestras cosas, tendréis mucho de qué hablar.

Asentí sin mirarla a los ojos aunque la idea no me parecía buena en absoluto. Mi madre y yo ya habíamos hablado todo lo que teníamos que hablar pero ella no sabía nada.

- Ahora métete en esta jaula, dormirás aquí.

Me impresioné pero no dije nada, ella no quería que hablara.

Tenía que entrar a cuatro patas porque era pequeña. Justo cuando me estaba metiendo me ordenó pararme y me dio con su tacón en el centro de mi ano jugando con él. Al principio fue molesto pero luego empecé a excitarme, no entendía como la señora Alisson podía provocar estas sensaciones en mi humillándome.

Por fin pude estar dentro. Ella se agachó y me sujeto la barbilla haciendo que quedara a la altura de sus ojos.

-Mírame.

Lentamente fui mirándola y en sus ojos vi fuego.

-Eres mi esclava y vas a ser la mejor. -Asentí. – Ahora descansa, pequeña Anna.

Pequeña Anna... sonaba tan tierno en su boca...

Fue una noche incómoda pero me amoldé bien a la jaula. Al día siguiente la señora Alisson me trajo agua en un comedero de perro y huevo revuelto en otro comedero y tuve que comer sin usar mis manos desde dentro de la jaula.

- Me gusta que estés así, a mi merced. ¿Te gusta? Tienes permiso para hablar y mirarme.

- -Sí, mi Ama, me gusta ser tuya, únicamente tuya. En los labios de la señora Alisson se dibujaba una sonrisa.

- Vamos, sal de la jaula, aséate y vístete. Vamos a dar un paseo.

Me aseé y me puse un vestido blanco por encima de las rodillas, suave como la seda. La señora Alisson me miraba lasciva cuando bajaba las escaleras.

- Vamos a dar un paseo por el jardín, quiero hablar contigo.

- Sí, mi Ama. -Contesté ruborizada al tomarme la mano como si fuera una princesa.

Anduvimos caminando por los jardines en silencio, disfrutando las bellas flores y rosas que había en el. Setos bien recortados hasta que llegamos a la fuente del ángel.

- Mi Ama, tengo curiosidad por esa fuente. -dije rompiendo por fin el silencio.

- Esa fuente tiene su historia Anna. -Contestó abrazándome por detrás.

- ¿Por qué el ángel sujeta una bola del mundo? -Pregunté curiosa.

- Porque los ángeles, las personas buenas son las que sostienen el mundo, pequeña.

- Me resulta raro que pienses así mi Ama con todo lo que has pasado.

- La construí por Robert, mi difunto marido, él me salvó de las tinieblas y hoy soy la mujer que soy por él. Y personas como tú también están en esa bola. En este mundo lleno de tanta maldad, vosotros sujetáis al mundo, hacéis que sea maravilloso. Gracias por existir Anna.

La señora Alisson me abrazó aún más fuerte y reposó su cabeza en mi cuello, oliendo mi aroma y diciendo en un susurro, "te amo".

Me di la vuelta y sin permiso la besé con dulzura, como yo sólo se besar, con mi amor en el pecho latiendo como cae el agua de una catarata.

- Anna no ....me pediste...permi...so.... -Dijo la señora Alisson con una voz suave sin poder resistirse a mi beso.

- No... me hace falta... sé que lo deseas tanto como yo. -Contesté entrecortadamente.

Las manos de la señora Alisson empezaron a acariciar mis hombros lenta y suavemente hasta llegar a mi cintura, me estrechó contra la suya y entonces el beso fue más apasionado, nuestras lenguas se rozaron haciendo espirales, como mini tornados entrelazándose. Con delicadeza, bajó una tiranta de mi vestido y comenzó a besar mis hombros de forma dulce, como saboreando mi piel...



Perdonad si ha sido corto, pero dentro de nada acaba y estoy en ello. Gracias por vuestro apoyo y por seguirme.

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