Capítulo 13 (2ª parte)

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 Cuando terminó de ponerme la crema, se quedó en silencio mientras bebía el vino de su copa y yo estaba en esa posición esperando sus órdenes. Pasó un buen rato hasta que cuando ya mis brazos de apoyarlos en el suelo me empezaban a doler, me mandó ponerme de pie.

-Ahora ve a tu cuarto y duérmete. Si quieres comer algo ve a la cocina, pero cuando termines, quiero que estés en tu habitación. Mañana nos vamos.

-Sí, mi Ama. -Dije tristemente pues ya me había hecho a la idea de que dormiría con ella estos días en Ámsterdam.

No comí nada, me fui directamente a mi habitación. Después de lo que había pasado y del alcohol que había bebido no tenía ninguna gana de meterme algo a la boca.

Me eché en la cama y me quedé a oscuras, la luz me molestaba aunque fuera la de la lámpara que tenía un brillo muy tenue. Me quedé pensando en sus palabras: " no soy sólo tu Ama exclusivamente y si quiero estar con más, estaré, te pese o no te pese", " si no lo aceptas te buscas a otra Ama que acepte tus características". ¿Debería buscar y enamorarme de un Ama que me corresponda? ¡Pero qué tonterías estoy diciendo! Yo la amo a ella, la deseo, me hace sentir cosas que no sentí nunca jamás con nadie y, además, soy suya, su sumisa aunque seamos tres. Le debo respeto y sumisión.

A la mañana siguiente me desperté temprano para hacerle las tortitas, ella quería que se las hiciera los días que estuviéramos aquí. No tardé mucho en hacerlas, ya sabía dónde estaban las cosas.

Subí a su habitación y al entrar la vi de pie hablando por teléfono. "Vaya, sí que ha madrugado", pensé. Me miró pero no dijo nada y yo me atreví a dejarle la bandeja en la mesita de noche.

-Me da igual lo caro que sea, quiero esos dos vuelos para hoy mismo, así que consíguelos pronto, tienes toda una mañana para moverte. -Y colgó diciendo eso y me miró. -No te he pedido el desayuno. -Dijo con un tono elevado.

-Yo... pensé que quizás... -Contesté mirando hacia el suelo y juntando los dedos índices en señal de nerviosismo.

-Tú no tienes que pensar, simplemente preguntar y si preguntas ya decidiré yo si contestarte o no.

-Lo siento mi Ama. -Dije quieta en mi sitio.

-Muy bien, ahora vete de mi habitación y espérame en la tuya. -Ordenó.

-Sí, mi Ama.

Cabizbaja me fui a mi cuarto, arrastrando los pies. Me dolió que rechazara mi desayuno. No debí hacerlo tal y como están las cosas. Al llegar a mi habitación, me puse a hacer la cama y cuando terminé me senté en ella, mirando hacia el suelo esperando que viniera.

Cuando ya llevaba un tiempo bastante largo esperando, ella llegó mientras yo estaba anonadada mirando sin ver. Me había quedado absorta en mis pensamientos. Ese rechazo me recordó un poco a mi madre, cuando intentaba hacer cosas por ella y todo me lo rechazaba, para ella nunca nada estaba bien.

Al oírla hablar mis pensamientos se dispersaron.

-Vengo a darte tu merecido, aún sigues castigada hasta que yo dé por satisfecha tu afrenta.

Mi cara debería ser todo un poema en ese momento porque la señora Alisson sonrió malévolamente.

-Desnúdate y apoya tus manos en la cama. ¡Vamos! -Dijo con voz fuerte y firme.

-Sí, mi Ama...

Me coloqué como me ordenó y al poco tiempo ella estaba tocando mi culo para abrirlo y dejar paso al dildo que, según noté, era como el de ayer o directamente era el de ayer.

Al intentar meterlo, sin querer me erguí. Sólo notarlo intentando entrar en mi culo me provocó mucho dolor.

-¿Quien demonios te ha dicho que te muevas Anna? - Dijo con un tono de voz muy elevado, tan elevado que volví a ponerme en la misma postura del susto.

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