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—¡Por fin en casa! —Exclamó al abrir la puerta de su departamento, DaMi y YoonGi la siguieron al interior.

—¿Necesitas algo? —Preguntó su amiga.

—Un baño, una sesión en el salón de belleza, una noche de sueño seguido…

—Vale, eso mañana. ¿Quieres que nos quedemos contigo?

—No, también necesito soledad, lo entienden ¿verdad?

—Pero Jimin insistió en que debías tener cuidado, sobre todo al moverte.

Jimin, esa era la palabra tabú.

—No creo que tumbada en la cama sufra mucho. ¿No te parece?

—Vaaaaale, pues entonces me voy —dijo YoonGi— hoy me temo que va a ser un día de perros.

—No te preocupes. —Se acercó a él para despedirse con un corto abrazo—. Gracias por todo.

—Te he dejado varias cosas en el frigorífico y en los armarios.

—Gracias DaMi. —Se abrazó a su amiga.

—¿Vas a contármelo? —DaMi sabía que algo la pasaba, ______ había estado su última semana en el hospital callada y sin ganas de nada. Y al recibir el alta no se había puesto a gritar de emoción como amenazaba continuamente mientras seguía hospitalizada.

—No tengo nada que contar.

—Por hoy te libras, no es momento de emborracharnos y hacer confidencias, pero averiguaré que te pasó con Jimin. —Por supuesto no dijo que llegado el caso preguntaría al médico.

Jimin, otra vez la palabra maldita.

—Ahora me gustaría darme ese baño, gracias de verdad, te llamaré mañana.¿De acuerdo?

—No, vendré yo al salir del trabajo. Ahora descansa, debes recupérate para ir a esa súper-mega fiesta —dijo DaMi hablando en plan pijo.

—O sea, sí, vale, como no, querida —contestó ella imitándola en un triste intento de bromear.

Una vez sola en su pequeño departamento de cuarenta metros cuadrados se dirigió a su mini cocina y al abrir la nevera dió gracias al cielo por tener unos amigos como YoonGi y DaMi.

Se preparó un café con leche antes de darse un buen baño para relajarse. Quería pensar en su trabajo, en el millón de cosas que tenía pendiente, en la fiesta de DaMi, bueno… en cualquier cosa menos en el desgraciado de Jimin. El muy cerdo, la había evitado descaradamente la última semana en el hospital ¡Cobarde! Siempre aparecía acompañado de una enfermera, realizaba la visita más rápida inimaginable, se limitaba a ser frío y distante. Ella lo odiaba por eso pero no podía olvidar la sensación de abrazarla, de tocarlo y ser tocada. «Si no follamos voy a explotar», esa era la frase que la atormentaba. ¿Por qué había hablado así? ¿Un momento de calentón? Odiaba sentirse utilizada, pero si por lo menos hubieran echado un buen polvo compensaría, lo que no podía soportar es su comportamiento. ¿Un amigo? ¡Una mierda!, se había comportado con ella de forma amable, bromista, divertida, atenta, para después ¿qué? Follársela y tratarla con frialdad, pero el muy cínico tuvo los huevos de arrepentirse en el último momento.
A la mierda. Que le den.






                             * * *






—_____ ¿qué demonios haces aquí? —preguntó su jefe—. Estás de baja.

—Sí, lo sé, pero me aburría solo es una visita, no me propongo desmantelar una banda internacional de terroristas ni nada parecido.

—Muy graciosa.

그렇게 쳐다보지마 [🄰🄳🄰🄿]★☆★☆ Jimin メ _____☆★☆★Donde viven las historias. Descúbrelo ahora