4; insoportable

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Estuvo un mes encerrado, sin poder salir a la calle si quiera. Todo lo que hizo fue practicar y tocar su teclado hasta que le dolían los dedos y la espalda de estar tanto tiempo sentado.

Cuando recién había llegado a su hogar, pensó que extrañaba aquel ambiente y estaba en un error; odiaba el silencio, tenía que enfrentarse a sus demonios a la fuerza. En la Ciudad de México había ruido todo el tiempo, y aquella tranquilidad de Oaxaca no era compatible con cómo se sentía. Su entorno era lo opuesto a él, se sentía un caos.

No soportaba estar más tiempo así, quería sentirse productivo, aportar algo a su casa como siempre lo había hecho. No supo cómo fue que abandonó la idea de llenarse de trabajo tan rápido. Como que al estar en su antigua casa, con sus cosas de adolescente y el constante pensamiento de "Él estuvo aquí" ó "nosotros compartimos esto" lo mantuvo en encierro, escribiendo absolutamente todo. No sabía qué haría con esas canciones pero al menos en el dolor, fue productivo. Se decía. De algo me servirán las canciones.

Encontró un trabajo como le había dicho su padre, cantaba en bodas. Pero lo dejó después de un mes, no soportaba ver a gente jurarse amarse hasta el fin de sus días con una recién propuesta fallida. Ir a trabajar le recordaba lo que pudo haber tenido, o lo que tuvo y perdió.

Buscó en otros lugares, optó por un bar. Donde nadie le prestaba atención, agradecía aquello; estaba harto de dar explicaciones respecto a sí mismo. Que si estaba perdiendo peso, que estaba ojeroso, que podría verse mejor si quisiera. Entendía que su imagen no era la mejor, pero es que le daba igual. Ya era un mérito para él poder salir de la cama. Ya no se paraba a pensar en qué usar, o cómo se veía al salir a la calle. Y al estar enfrente de tantos desconocidos que no reparaban en él, se sentía
con la guardia baja. Hasta que su gerente le llamó la atención.

-Todos los covers que tocas los vuelves tristes. ¡No entiendo cómo puedes lograrlo! Si sólo te doy una lista de canciones alegres. La gente sale más deprimida de lo que entra. Te estoy pagando para que hagas bien tu trabajo.

Ari no pudo negar tal afirmación; no tenía ganas de nada. Su existencia se volvió insoportable. Lamentaba que los demás notaran su sufrimiento. ¿Es que no podía guardarselo para sí?

-No te ofendas. Pero deberías ir a terapia - le dijo al irse.

¿Ofenderse? No tenía nada de malo ir. Y ya lo había intentado recientemente. Su madre le dijo que lo hiciera de nuevo y así lo hizo pero, sólo funciona cuando pones de tu parte. Y él no estaba haciéndolo. No veía ninguna solución a su dolor, ninguna cercana o palpable. Quizá siempre tendría el corazón roto y tendría que aprender a lidiar con él.










No quería seguir con su canal en Youtube, ni quería estar más en las redes sociales. Toda su vida privada la había hecho pública y lo lamentó porque tendría que dar explicaciones sobre su, ya extinta, relación.

Aunque no era una figura pública como tal, tenía una audiencia pequeña que lo conocía y a su ex pareja también. ¿Qué iba a hacer al respecto? Sólo quería alejarse, dejar de compararse por un rato y no documentar su vida con un montón de desconocidos. Por una vez, se guardaría eso que estaba sintiendo para sí mismo, sin avisarle al mundo cada paso que daba.

Ya era momento de concentrarse en una sola cosa como le recriminaba Temo.

-Estudias comunicación, eres influencer pero también quieres cantar. Incluso antes modelabas. - le decía - creo que deberías enfocarte en una sola cosa.

-Entiendo que a ti te funciona sólo estar en la política pero a mí me gustan varias cosas. Creo que los dos funcionamos diferente

-¿Pero por qué tienes tanta prisa en hacerlo al mismo tiempo? - Aristóteles no sabía cómo responder a ello - ya deberías considerar hacer una sola cosa y ponerle tu cien por ciento. Verás cómo todo marchará mejor.

¿Era ya el momento para ubicarse e ir un paso a la vez?

Sí. Así lo haría.

Tendría que comenzar con borrar los videos y fotos que tuviesen juntos, pero lo haría después. Cuando haya pasado más tiempo. O eso se repetía. Pensaba incluso en pedirle a alguien más que lo hiciera. ¿Tan débil era? No podía ni escuchar su nombre, tarde o temprano alguien terminaría mencionandolo de nuevo. Porque no había Ari sin Temo, o eso pensaba él.

Así que comenzó a ensayar enfrente de un público; quizás en otras circunstancias lo habría puesto nervioso pero últimamente no sentía nada, estaba como ido. Todo el tiempo sus pensamientos se interrumpían por el recuerdo, o por el dolor. No lo dejaban tranquilo ni un solo segundo en el día. Ya no disfrutaba las cosas que antes le hacían feliz, ahora le eran indiferentes. Ni siquiera recordaba cómo había logrado hablar con Thiago y decirle que se había arrepentido y que siempre sí estaría dispuesto a abrirle el concierto.

¿Cómo tomó una decisión tan deprisa? ¿En qué momento se comprometió con algo tan tremendamente largo? ¿En algo tan serio cuando antes lo había declinado tan fácil?

¿Cómo iba a ir de gira así?




Escuchó, sin querer, platicar a sus padres una mañana.

-Tienes que hablar con él. - decía en voz baja su madre - yo ya lo hice, Eduardo también pero nada de lo que le digamos parece ayudarle.

-¿Y qué te hace pensar que yo podré sanarlo? ¡No lo vi por dos años! Y antes de eso sólo me la viví rechazandolo. No sé cómo abordar el tema.

-¡Tan fácil como lo hablarías si fuera una chica en vez de un chico! Ay Ayudifaz, pensé que ya habías aceptado a nuestro hijo.

-¡Claro que lo acepto! Pero entiendeme, no quiero que piense que estoy de nuevo en su contra. Prefiero mantener mi distancia sin decir nada de más. Él estará bien lejos de mí.

-¿Es que no entiendes? Esto no se trata de ti - empezó a levantar la voz pero luego se tranquilizó a sí misma y siguió susurrando - se trata de nuestro hijo. No entiendes lo mucho que le está afectando todo esto. Ya ni siquiera come. Está perdiendo mucho peso.

Y ahogó un sollozó. Al igual que Ari.

De noche vienes ; AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora