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-Me habló el representante de Thiago - le dice Sebastián a Ari

Él sonríe ante la inminente noticia pero ve que Sebastián no se alegra.

-¿En qué momento les hablaste de mí? - le dijo molesto

-No te veo alegre, será una gran oportunidad para ti ¿Por qué estás molesto?

-Acabas de salir de rehabilitación Ari, no puedo dejarte solo en este momento tan delicado.

-Bueno en realidad ya van tres meses desde que salí. Más lo de rehabilitación, son siete que llevo sobrio. Estaré bien, tienes que tomar esta oportunidad. - lo toma del antebrazo - eres mejor músico que yo, y aprovecharás esto mucho más que yo.

—No puedo dejarte. — Sebastián ya estaba bañado en lágrimas. La idea de dejarlo lo aterraba.

—Estaré bien — Ari mentía, jamás estaría bien lejos de él.

-¿Por qué siempre terminamos en el mismo punto? Nunca podemos estar juntos.

Ari tampoco lo entendía.

-Me quedaré aquí, en tu departamento si no te molesta. Cuando regreses a Oaxaca estaré aquí, no puedo irme. No quiero irme.

-Nos esperaremos el uno al otro, ¿No es así?

Ari asiente.

Y Sebastián lo besa. Parece que sus despedidas siempre eran así.





No quería pensar en cuánto le afectaba su ausencia. Trataba de enfocarse en lo que tenía a la mano.

Cuando estuvo de gira no durmió solo más que un mes. Y ahora de repente vivía solo, en el departamento que compartía con Sebastián. Tenía que preparar comida y básicamente atenderse.

¿De dónde venía ese amor tan profundo? Se encontraba suspirando constantemente pensando en su recuerdo.

¿Cuándo comenzó a necesitarlo tanto? A lo mejor fue que veía a Sebastián constantemente en rehabilitación pues lo visitaba siempre. O fue la vez que durmieron juntos. No sabía qué momento exacto fue.

Simplemente un día lo miró y pensó "aquí quiero estar, con él, en ningún otro lado".

Comenzó a vivir con Sebastián y verlo a diario hizo que sus días fueran más llevaderos. Su compañía fue el mejor remedio para Ari.

Lo hacía reír, lo escuchaba y cuidaba. Eso que tanto quiso lo encontró muy pronto después de perderlo con Temo. Le daba miedo aceptar que podía estar en otra relación monógama, que alguien lo quisiera tanto.

¿Era lo correcto? ¿Que se separaran? ¿Hizo bien en decirle que se fuera?

Así, lejos de mí, no podré hacerle daño.

Ni él a mí. Pensaba.










Sebastián seguía mandando la parte que le correspondía de la renta. Aristóteles agradeció el gesto porque se quedaba limitado casi siempre. No sabía distribuir ningún gasto, estaba acostumbrado a que cuidaran de él. Sólo así evadió el recuerdo de su mejor amigo, con tantas obligaciones acumuladas no daba paso al recuerdo.

Pero en los días de descanso que tenía del trabajo se ponía nervioso.

¿Qué estará haciendo él?

¿Tomará el mismo camino que yo?

¿Estará con alguien en este momento?

Aristóteles respira profundo. Recuerda los ejercicios de respiración que le habían enseñado en terapia pero no funciona.

De noche vienes ; AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora