27; el bar

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No podía borrar de un día para otro todo el amor que tenía por Temo. De eso estuvo seguro todos esos años que estuvo deseando tenerlo de nuevo de su lado.

Y volver a él se sentía como un paso más que debía de dar. Algo que debía suceder en algún momento de su vida.

La conexión seguía ahí, estaban destinados a encontrarse de nuevo. Algo tan intenso no podía borrarse de un día para otro.

Pero tenía tantas dudas, tantos problemas encima que no sabía cómo sentirse al retomar su amistad. Quería saber cómo se sentía Temo con todo esto. Con volverse a ver, parecía que a él no le consternaba nada de eso, simplemente era su amigo de nuevo.

A lo mejor era que, a diferencia de Aristóteles, Temo sí tenía novio y eso no lo dejaba pensar demasiado en ellos dos como algo más.

A la vez agradecía que Temo estuviera con Mateo porque ahorita no podía pensar en estar con nadie. No después de todo lo de Sebastián.

Sebastián, Sebastián, Sebastián.

¿Por qué tuvo que mentirle así?
El dolor que sintió fue insoportable, sólo una vez se sintió así de traicionado, cuando Temo lo terminó el mismo día que iba a pedirle matrimonio.

¿Pero era siquiera comparable con eso? Eran situaciones totalmente distintas. Sebastián lo hizo para protegerlo y Temo… nunca supo del todo sus razones cuando lo dejó.

Odiaba pensar en ello y no podía hablar de eso con nadie porque no quería que Alma se enterara, era demasiado cercana a Sebastián también y ella lo regañaría, se lo merecía, pero no quería lidiar con todo eso ahorita cuando todo era tan caótico.












—¡Vamos al bar que está por aquí cerca! Hoy hay drags — dice Diego al finalizar el ensayo.

Aristóteles sólo puede ver que Mateo hace una mueca. Estaba ahí, siempre iba a recogerlo después del trabajo.

Y cada que lo veía no podía evitar analizar su conducta, no platicaba con él porque no tenían nada en común y aún se sentía molesto con su presencia, creía que era mutuo.

¿No le gustaba el drag?

—Tendrá que ser sin nosotros, tenemos que irnos Temo y yo. Pero disfruten ustedes.

Toma a Temo de la cintura sin dejarlo hablar siquiera. Y se marchan. Temo sólo se despide rápidamente porque lo sacó luego de decir aquello.









En el bar, Aristóteles no toma nada con alcohol. Diego no se da cuenta pero Alma sí. Ella no dice nada.

—¿Por qué se puso tan raro Mateo? — le preguntó Ari, sin rodeos.

—¿Sobre qué?

—Sobre venir aquí.

—Ah, no le gusta el drag a Mateo.

—Pero a Temo sí — dice Ari, otra cosa que recordaba de él.

Diego ya estaba algo ebrio y por eso empezó a decir:

—Mateo lo está moldeando y Temo ni se da cuenta. Desde que empezó a salir con él le pregunta su opinión para todo, parece que ya no le interesa tener criterio propio, se deja llevar por lo que él le diga.

Alma entra a la conversación

—¿Por eso se lo llevó?

—Sí, Mateo es de esos gays masculinos heteronormados que odian el drag y todo eso.

—¿No era bisexual? — corrige Aristóteles, desde que conocía a Sebastián no podía evitar corregir a la gente cuando invalidaba la bisexualidad.

—Ajá, bueno, sabes qué quise decir.

—¿Es bisexual? — se sorprende Alma — con razón es tan masculino. ¿Y es judío?

—Sí, hasta donde yo sé, sí — responde Diego, y sigue sirviéndose de la botella

—Se me hace muy interesante la mezcla de cosas que es Mateo — observa Alma — digo, de por sí no es tan común conocer hombres abiertamente bisexuales, menos aún, judíos.

—¡Jajaja, pero no siempre fue así! — ambos miran a Diego — a Mateo le daba pavor salir del clóset. Lo suyo solo lo sabían personas cercanas, de hecho Temo tardó en decírmelo varios meses. Y cuando lo hizo me pidió, bueno casi me rogó que no le dijera a nadie porque no sabían los padres de Mateo.

Aristóteles no sabía nada eso pero tenía sentido, los primeros meses cuando terminaron buscó pruebas de su relación con Mateo en instagram pero no había nada, ni una sola foto juntos. Creía que era por intimidad, esa que tanto le reclamaba a Aristóteles, y en realidad se trataba de esconder su relación.

—No sé por qué a Temo le encanta estar con closeteros — comenta Diego — sin ofender, Aristóteles.

Alma sonríe.

—No me sé esa historia.

—¿Qué? ¿Llevan años de conocerse y Aristóteles no te ha contado cómo era cuando estaba con Temo?

—No, era un tema que le afectaba mucho — dice sin rastro de burla Alma.

Y a Aristóteles ya no le dolía aquel tema. Así que él mismo le cuenta cómo fue de adolescente estando con Temo. Cómo descubrió su orientación estando con él y salió del clóset por él.

—Por eso digo que a Temo le encantan los closeteros. Deberían de ver cómo lo trata Mateo enfrente de gente heterosexual, ni siquiera lo toma de la mano. Me sorprende que sea tan cariñoso cuando está aquí en los conciertos, ha de estar celoso de ti, Ari. De otro modo no estaría tan encima de él.

Aristóteles se siente abrumado ante tal afirmación. Piensa que miente pero Diego de algún modo, cada que estaba ebrio decía la verdad.

—Pero no tiene razones, ¿No? Temo terminó con Ari — dice Alma — yo no me sentiría celosa en su lugar.

—Uy, es que Temo aún se preocupa por Aristóteles y eso le molesta a Mateo ¿Por qué crees que siempre se pasea por aquí? Ya quisiera yo que alguien me celara así, me pone que alguien te desee de tal forma, además Mateo no está mal, ¿No? Ya sé que se odian, Ari, pero debes admitir que está guapísimo.

Aristóteles no tiene opiniones. Sólo medita en la mucha y nueva información que le dijo Diego.

De noche vienes ; AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora