El último día del fin de semana pasó relativamente rápido y sin complicaciones. Cameron había vuelto a ser el mismo de siempre, cariñoso, gracioso, pero sobre todo cauteloso. Creo que este fin de semana nos había ayudado tanto, como nos había perjudicado. Pero al menos habíamos conseguido aclarar ese día las cosas entre nosotros y pasar un buen rato juntos, sin discusiones ni temas de trabajo, y mucho menos sin nombrar a los hermanos Michels.
Cogimos el avión a media tarde y cuando llegamos al aeropuerto de Nueva York ya era de noche. Recogimos el coche de Cameron y nos dirigimos directos a casa. Ambos estábamos cansados y mañana tocaba volver a la rutina.
Las luces del coche apuntaban a la puerta del garaje, cuando Cameron miró a la casa y maldijo entre dientes.
— ¿Qué pasa?—Le pregunté preocupada. Desde el asiento del acompañante no se podía observar absolutamente nada.
— No te bajes hasta que venga—Dijo y se bajó del coche no sin antes sacar una pistola de la guantera. Me moví al asiento del piloto y miré hacía la puerta de la casa, esta estaba abierta y Cameron se dirigía hacía esta. Mis manos empezaron a temblar al pensar lo que podría haber ocurrido y no conseguí calmarme un poco hasta que Cameron salió y me dijo que podía bajarme.
— Han vuelto a entrar— Dijo guardando la pistola.—Dentro no hay nadie.
— ¿No se supone que habíais cambiado la alarma?—le pregunté
— La han desconectado
Entre a mi casa, y como la primera vez todo estaba revuelto, sea quien sea, buscaba algo de la casa.
— Han intentado forzar la cerradura del despacho—Dijo Cameron— Por suerte esa cerradura es invisible y es casi imposible de forzar
— Papá odiaba que la gente entrara en el despacho— Le dije y Cameron rio
— Tu padre nunca me dejó entrar, la primera vez que entré fue un día contigo.
Sonreí al recordar esa historia y lo furioso que Papá se había puesto al ver que había dejado entrar a Cameron en su despacho.
Llamamos a un cerrajero de urgencias y este vino a casa a cambiar la cerradura. Tras que este se fuera recogimos la casa y caímos rendidos sobre el sillón acurrucados con la manta a cuadros que siempre tenía sobre este.
El ruido impertinente de un politono de llamada, hizo que me levantara. Aún ni si quiera había amanecido y ya había alguien que estaba llamando a Cameron. Él aún dormía plácidamente abrazándome haciendo así que estuviera inmovilizada. Cuando el teléfono dejó de sonar pensé que podría volver a dormirme, pero al contrario de mis planes, este volvió a sonar.
— Cam—Le dije mientras trataba de mover su brazo para despertarlo.
— hmmm— Rugió
— Está sonando tu móvil—Le dije y este se giró— Parece importante, te han llamado 2 veces
Como si fuera un resorte, Cameron se levantó del sillón y cogió su teléfono. Tras unos segundos habló.
— Jackson tío, son las 4 de la mañana—Se calló durante un instante y volvió a hablar— Vamos para allá
Colgó el teléfono y de inmediato se puso su chaqueta, la cual estaba colgada en el perchero del salón.
— Vamos
— ¿A dónde?—Le pregunté
— Te lo explicaré todo durante el camino—Dijo Cameron y abrió la puerta—¿Vienes?
Creo que más que por curiosidad que por querer acepté ir con Cameron a donde sea que me fuera a llevar. Nos subimos en su jeep e inmediatamente pusimos camino a un destino desconocido.
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Contingencia
RomanceSiempre me sentí segura, tanto en mi casa, como en mi trabajo, como en mis relaciones, pero al llegar el invierno todo cambió y ya nunca más pude confiar a ciegas. Todo lo que creía conocer resultó haber sido mentira, ni si quiera conocía a mi padre...