Quizás este era el restaurante más bonito y romántico en el que nunca había estado. Nuestra mesa estaba sobre un mirador de cristal que reposaba sobre el agua, dejando unas vistas increíbles a todo lo que había bajo el mar, incluido peces, plantas y algunas luces submarinas. Alrededor nuestro era como un pequeño bungalow que envolvía al completo nuestra mesa y eso lo hacía más privado y romántico si podía serlo. Mire al suelo y vi bajo mis pies un pez payaso nadando bajo el cristal y sonreí. Tyler estaba bebiendo vino de su copa mientras me miraba.
— Me gusta verte feliz—Dijo él y yo me limité a sonreír.
— Tú haces que esté así de feliz—Le contesté mientras repetí su gesto con la copa.
Tyler sonrió y llevó su mano sobre la mesa para sujetar la mía. La luz de la luna que entraba por la ventana se reflejaba sobre sus ojos, haciendo que aquellos ojos verdes como el pasto tuvieran un brillo especial.
— No sé como sería mi vida sin haberte conocido Triana—Dijo Tyler sin separar nuestras miradas— Quizás sería una peor persona, más de lo que ya soy. Pero tu me haces querer ser mejor.
— No eres mala persona Michels— Le dije— Eres bondadoso, simpático y en algunas ocasiones sarcástico.
— Eso es lo que conoces tú—Me dijo, quizás se abriría conmigo después de los meses que llevábamos juntos. Se inclinó hacía delante y susurró— Te he dicho lo que me pone que me llames Michels— Bueno, quizás si se ha abierto, pero no como yo pretendía.
— No lo había notado Michels—Dije y él sonrió.
— No me importaría reventarte contra esta mesa Rymer— Dijo y seguidamente se mordió el labio.
— Quizás a la camarera que está en la puerta si—Le contesté
Tyler pasó la tarjeta por el escáner de la puerta apresuradamente, mientras me besaba. Al abrir la puerta me cogió en brazos y durante el camino hacía la habitación, ambos ya nos habíamos desprendido de nuestra ropa, quedando únicamente en ropa interior. Tyler me dejó sobre la cama delicadamente y él aún de pie, me miró de arriba abajo, pasando su lengua por encima de sus labios rosados ya por los besos que nos habíamos dado de vuelta a casa.
— No sabes lo que había esperado este momento—Dijo con una sonrisa. Tyler se tumbó encima mío, pero sin hacer presión, suavemente besó mis labios mientras con una de sus manos repasaba las curvas de mi cuerpo lentamente y deteniéndose especialmente sobre estas. Le acaricié su marcado abdomen y noté bajo mis dedos la suavidad de su piel. Tyler empezó a descender de mi boca dejando un camino de besos hasta el borde de mi panti. Miró hacía arriba pidiéndome permiso y asentí. Lentamente y como si de un regalo caro se tratara, bajó mi panti y con sus ojos verdes me miró con deseo. Con suavidad empezó a acariciar las zonas cercanas a mi intimidad, depositando besos en su camino, unos segundos después ya estaba con suavidad acariciando ese punto que me provocaba escalofríos fácilmente. Con cuidado introdujo un dedo en mi interior y empezó a moverlo lentamente, provocando en mi entrada una sensación húmeda que le permitió introducir otro, abandonando el punto que antes había mencionado, pero su marcha no fue por mucho tiempo, ya que seguidamente pegó sus labios y empezó a succionar con cuidado. Sentía un nudo en mi interior que pedía más y más, necesitaba saciar las ganas que durante tanto tiempo había acumulado por él. En algún momento sentí que su boca dejó de hacer su trabajo y me miró a los ojos con esa sonrisa de la que en algún momento del camino me había enamorado.
Tyler disfrutó haciéndome correr con sus dedos mientras me obligaba a mirarle fijamente a los ojos y a continuación, se sitúo en medio de mis piernas y tras mi consentimiento se fue hundiendo en mi con tanta lentitud pero a la vez con tanta rudeza que me sacó un gemido de placer al llegar al final y quedarse ahí durante unos segundos, siguió durante unos minutos penetrándome muy lentamente mientras callaba mis gemidos con besos, hasta que su ritmo cambió totalmente y sus movimientos se convirtieron en rápidos y hondos. Tyler se llevó uno de mis pechos a su boca, mientras con una de sus manos estimuló mi clítoris, a la vez que sus penetraciones me hacían sentir en el quinto cielo.
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Contingencia
RomanceSiempre me sentí segura, tanto en mi casa, como en mi trabajo, como en mis relaciones, pero al llegar el invierno todo cambió y ya nunca más pude confiar a ciegas. Todo lo que creía conocer resultó haber sido mentira, ni si quiera conocía a mi padre...