* Narra Cameron*
Triana se concentró en su ordenador y se olvidó de mi presencia. Maldije mentalmente que fuera tan testaruda como su padre. Ella iba a ir si o si y yo no podía asegurar que fuera a estar bien. O por lo menos yo solo no podía asegurarme de su seguridad.
Hace casi dos semanas descubrimos que no se trata de un aficionado el que trata de acojonarla. Alguien quiere que viva con miedo, alguien quiere que Triana no se sienta segura y en un país distinto sin mi equipo no puedo asegurar que vaya a estar todo bien. Hacía semanas que estaban vigilando su casa, su oficina y todos sus movimientos. Hace unas noches nos dimos cuenta de que no somos los únicos con acceso a las cámaras de la casa. El hijo de puta las tiene pinchadas y pasaba las noches mirando como dormía por un puto error de la empresa de seguridad.
Y me preguntaréis que porque no he hecho nada, pues sencillo. El hijo de puta sabe esconder su rastro, ninguno de mis chicos a podido hacer nada.
Salí de su despacho y fui a una sala donde estaban los contadores, asegurándome de que nadie pudiera escucharme y que no había cámaras en aquella sala. Si habían conseguido acceso a las de la casa, no tardarían en conseguir las de este edificio. Desde que ayer cambiamos el sistema de seguridad de la casa e implantamos el nuestro, habían tratado de entrar a la base de las grabaciones.
Marqué un número en mi móvil y esperé exactamente 2 tonos antes de que me contestaran.
— Cam—Dijo la voz de Jackson a través del teléfono.
— Te necesito a ti y a otros dos hombres más mañana, nos vamos a Miami—Le dije
— Entendido—Contestó él
—¿Todo bien?¿Novedades?
— Aún no, pero no podrá volver a acceder a las cámaras y ya hemos contactado con el dueño del edificio de las oficinas, no podrán volver a burlar la seguridad—Me contestó
— Vale, ya sabes que hacer. Nos vemos mañana tío.
Con esa frase le colgué el teléfono a Jackson. A pesar de que por nuestra conversación pueda parecer lo contrario, es mi mejor amigo y también es el jefe de seguridad en mi empresa. Es lo mejor de lo mejor en software y seguridad, si él me afirma que no podrán burlar de nuevo las cámaras, le creo. En eso se basa nuestro trabajo, nos confiamos nuestras vidas si es necesario, él me cubre las espaldas, yo a él también.
Volví a la oficina tras hablar con él y Triana seguía trabajando en su ordenador, ni si quiera me miró cuando entré. Me limité a sentarme en el sofá de la oficina con el ordenador y a dirigir a mi gente para que supieran que hacer exactamente el fin de semana mientras estábamos ausentes.
Llegó la hora de volver a casa y en todo el camino tan si quiera me dedico una de sus sonrisas y tampoco iba a ceder. Cuando llegamos a su casa, se quitó el abrigo dejándolo sobre el perchero de la sala y fue a subir las escaleras cuando mi voz interrumpió el acto que iba a hacer.
— Iremos—Le contesté— Pero con mis condiciones
— ¿Qué condiciones?—Me preguntó
— Me informarás del plan en cada momento con al menos una hora de antelación—Le dije y asintió— No saldrás del hotel sin mi—Volvió a asentir— E irán tres de mis hombres con nosotros— Negó con la cabeza
— Solo quiero unas vacaciones, no quiero vivir en una película de narcos—Dijo Triana irónicamente
— No es un juego Rymer, estas arriesgándote con este viaje
— Ni si quiera sé porque tengo que tener seguridad—Dijo Triana enfadada— Hace un mes de lo que pasó, nadie va a venir por mi
— Alguien nos estaba vigilando—Le conté y me miró confusa— Hackearon las cámaras de tu casa y llevaban semanas mirando como dormías, cuando trabajabas, etc. No es un juego Triana, para esa persona no— Triana se sentó en el sofá y me miró al borde del llanto
— ¿Por qué no me lo has contado?— me preguntó
— Necesitábamos asegurarnos de que tu casa y tu entorno volvía a ser seguro antes de contártelo
— No es justo— Contestó ella
— Lo sé—Le dije— Por eso cambiamos las cámaras ayer, ahora la seguridad la llevará mi empresa
— ¿Tu empresa?—Me preguntó.
Ella no tenía que saberlo.
— Prepara la maleta y descansa, ya es tarde—Le contesté y me metí en mi habitación.
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Contingencia
Storie d'amoreSiempre me sentí segura, tanto en mi casa, como en mi trabajo, como en mis relaciones, pero al llegar el invierno todo cambió y ya nunca más pude confiar a ciegas. Todo lo que creía conocer resultó haber sido mentira, ni si quiera conocía a mi padre...