4-Los libros viven en nosotros

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Como de costumbre, mi alarma sonó a las 7 de la mañana. Bajé a la cocina y empecé a preparar el café del día. Cuando fui a sentarme en el sofá escuché la ducha de la planta de abajo, por lo que supuse que Cameron estaría duchándose. Aproveche y fui hasta el despacho a buscar unos papeles necesarios para el trabajo hoy y los metí en mi maletín que estaba sobre la silla.

Miré hacía la pared y sonreí al ver una foto de mi padre y mía hacía 3 navidades. Al lado de esta foto había una estantería con varios de los libros de mi padre expuestos. Me acerqué y acaricié sus páginas. Era curioso el hecho de que desde que murió ni si quiera había podido leer uno de sus libros. Leer uno de estos era teletransportarse a uno de sus mundos, aunque quizás después de lo que había vivido los dos últimos días no era una realidad tan distinta a la nuestra. Cogí uno de estos y lo dejé sobre la mesa con la intención de leerlo por la noche.

Unos suaves toques en la puerta hicieron que levantara mi vista. Cameron estaba apoyado en la guía de la puerta mirándome.

— Estaba recogiendo unos papeles—Le dije mientras caminé hasta la puerta y cerré esta con llave como de costumbre.

El despacho de casa siempre había sido un lugar "sagrado" en el que no entrabamos más que mi padre y yo. Ahí escribió prácticamente decenas de libros y cada vez que entraba ahí recordaba las tardes que me sentaba a su lado cuando era pequeña mientras escribía y me contaba lo que sucedía en el libro que estaba escribiendo.

— Pensé que aún estarías durmiendo—Dijo Cameron

— Me despierto a las 7—Le conté— ¿Quieres café?

— Vale

Caminamos por el pasillo hasta la cocina americana que daba a las cristaleras del salón y podíamos apreciar como la lluvia caía sobre el suelo de madera del porche trasero.

Serví dos tazas de café y cuando terminé de tomarlo subí a mi habitación a darme una ducha y prepararme para el trabajo.

Al salir de casa, Cameron y yo fuimos en su coche hasta el edificio cerca del centro donde tenía mi oficina.

— Buenos días señorita Rymer—Saludó Emily cuando llegamos, aunque más bien estaba mirando a Cameron con ojitos.

Llegamos a mi despacho y me senté en mi mesa a trabajar, Cameron se quedó en un sillón al fondo de la habitación leyendo uno de los libros de mi estantería.

...

Al acabar la mañana y tras recibir a varios clientes y terminar varios informes, Cameron y yo fuimos hasta la casa de Scarlett a almorzar juntos.

— ¿O sea que os conocíais?—Preguntó Scar

— Sí, aunque hacía mucho tiempo que no nos veíamos—Dijo Cameron

— Yo nunca me olvidaría de alguien como tú—Coqueteó descaradamente mi amiga a Cameron. Le di un codazo tratando de disimular, pero ella me lo devolvió.

Unos toques en la puerta hicieron que la conversación se cortase. Miré a Scarlett y Scarlett me miró a mi. Cameron vio que algo no iba bien.

— ¿Esperáis a alguien?—Preguntó Cameron

— Yo no—Dijo Scarlett

Cameron sacó de la parte de atrás de su pantalón una pistola y fue hasta la puerta. Miró por la mirilla y de nuevo volvió a mirarnos a nosotras.

— ¿Conocéis a un chico, metro ochenta, pelo rubio y ojos marrones?—Preguntó Cameron

— Es Erik—Dijo Scarlett

— Uy Erik—Dije levantando las cejas—Por fin lo conoceré—Bromeé

— No, no lo vais a conocer es en la habitación de invitados en lo que hablo con él— Scarlett nos empujó hasta la habitación.

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