23-La inscripción del cuadro

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Miré mi reflejo sobre el espejo y vi las manos de Tyler apoyándose en mis caderas mientras que el vapor nublaba el reflejo del espejo. Miré con atención aquel reflejo y me decepcioné de mi misma. No solo había sido incapaz de terminar algo por orgullo, si no que en el proceso le había roto el corazón a un hombre, quién sabe si a dos. La decepción inundaba mi mente mientras me colocaba el albornoz sobre mi cuerpo aún mojado. Ya no era la misma Triana que hacía unos meses y a penas podía reconocer a esa Triana. Es como si de dos polos opuestos se tratara, a parte de que si en algún momento me hubieran dicho que el FBI me estaría buscando me hubiera reído en su cara. Pero esa ahora era mi realidad.

— No pienses tanto en ello—Dijo Tyler cuando entramos a la habitación.

— ¿Pensar en qué?

— En que me has defraudado—Me acosté en la cama y me giré al lado contrario de donde él estaba.—No lo has hecho. Incluso me hubiese decepcionado que tras ver tu gran inteligencia no intentaras jugármela.

— Tyler, intenté meteros a ti y a tu hermano en la cárcel

— ¿Lo has hecho?—Me preguntó y negó, seguidamente puso su mano sobre mi cintura encima del edredón.—¿Crees que eres la primera? Triana, no importa lo que sea que hayas hecho, yo te amo y eso no va a cambiar.

— Necesito descansar, anoche dormí fatal—Le di un beso y seguidamente me tapé con la manta—Buenas noches.

Como era de esperar, no dormí esa noche y el insomnio volvió a mi como una buena amiga. Me cansé de dar vueltas y me levanté para leer un poco, quizás así conseguiría despejar mi mente y poder dormir un poco más. Bajé a la sala de estar y encendí una lámpara para poder ver mejor. Me sumergí durante lo que fueron horas en el libro, hasta que un capítulo me llamó la atención, no solo por lo que estaba escrito en este, si no porque a simple vista llamaba la atención que un capítulo tuviera una dedicatoria antes de empezar. Esta decía:

Para mi hija Triana, que es la única que sabe ver luz en la oscuridad

Pasé los dedos por la cita escrita en letras cursivas, me sorprendía el hecho de que nunca había leído ese capítulo y que mi padre nunca me comentó que me hubiera dedicado eso en concreto.

Leí detenidamente el capítulo, cuando me di cuenta de algo peculiar. El libro trataba de un hombre que trabajaba infiltrado para la mafia china, justo en ese capítulo hacía referencia a una caja que había escondido el hombre bajo el suelo de su despacho y como única pista dejó en un cuadro de la habitación una inscripción con el número de tablas para encontrar la caja.

Mi cabeza no paraba de repetirme que todo era un mensaje. Yo había visto esa inscripción un tiempo atrás en el despacho de mi casa. En una foto con mi padre y eso significaba que quizás el libro guardaba relación con lo que estaba sucediendo en mi vida. Quizás el hombre que entró a mi casa buscaba esa supuesta caja bajo el suelo.

Subí corriendo hacia la habitación y desperté a Tyler bruscamente, este abrió los ojos aterrorizado y me miró de arriba abajo como si estuviera comprobando mi integridad física.

— ¿Qué sucede?—Me preguntó acariciando mi mejilla.

— El libro—Le dije

—¿Qué libro?¿Qué pasa Triana?

— Mi padre, el libro—Tyler me cogió y me arropó a su lado en la cama.

— Ha sido un día largo, es tarde, necesitas descansar—Me acarició el pelo

— No Tyler, no necesito descansar—Le dije— Tiene lógica

Tyler me miró como si estuviera completamente loca y tratara de averiguar a que me refería y antes de que me preguntara me adelanté.

— Nunca se dedica un capítulo, un libro sí, pero un capítulo no—Dije y Tyler escuchó atentamente lo que decía—Ponía que era para mí y hablaba de una caja escondida bajo el suelo

— Amor es tarde—Tyler acarició mi pelo

— Había una inscripción en el marco, como en el del despacho de mi padre. Son muchas coincidencias y muchas molestias porque me llegara el mensaje—Tyler escuchó con atención.

— ¿Quieres decir que tu padre dejó una caja con algo que quiere que llegue a ti?—Me preguntó

— No sé que hay ahí, pero necesito volver a casa—Le dije

— El temporal ha amainado, podemos volver hoy mismo si así lo deseas—Dijo Tyler—Pero me apuesto lo que quieras que no podrás entrar a tu casa.

— El despacho siempre está cerrado, soy la única que tiene la llave. Podemos entrar por la puerta del patio.

— ¿Segura?

— No he estado más segura de nada—Tyler asintió y se abrazó a mi.

— Cogeremos el primer avión.

Dicho y hecho, sobre las 12 de la mañana llegamos a Nueva York, aquella ciudad tan fría y concurrida como siempre. Caminamos por el aeropuerto cogidos de la mano mientras detrás nuestro habían cuatro guardaespaldas. Al llegar al coche, ambos nos subimos detrás y Tyler le dijo al conductor la dirección de mi casa, durante el camino repasé el capítulo miles de veces hasta que al mirar al frente vi mi casa, la cual estaba completamente desierta.

Nos bajamos y entramos por la puerta principal. Al entrar noté que estaba tal cual como la había dejado, nada estaba fuera de su lugar.

— Voy a por unas maletas y tus cosas—Tyler subió por la escalera y fui al despacho directamente.

Recordé la inscripción del marco 6—1 y la repasé en mi mente. Desde la mesa conté una tabla de madera hacía delante y seis hacía la derecha. Toqué en esta y noté un vacío que me revolvió el estómago. Subí corriendo la escalera y Tyler estaba llenando una maleta tras haber metido mi ropa en otras dos.

— Está hueca Tyler—Le dije.

— Baja esa maleta, te ayudaré a quitarla.

Bajamos las maletas y las dejamos en la entrada, seguidamente salí al jardín que aún guardaba rastros de nieve y entré al cobertizo. En este cogí varias herramientas que pudieran hacer de palanca. Al entrar de nuevo al despacho, Tyler me estaba esperando con mi maletín y mi portátil sobre la mesa.

— ¿Cuál es?—Me preguntó y se la señalé.

Cogió una barra de metal de las que había traído en mis manos y empezó a hacer palanca hasta que la madera crujió y se levantó del suelo.

Debajo de este había una mochila de montaña cubierta de polvo, la saqué con cuidado y me fijé en lo mucho que esta pesaba.

— La abriremos en tu casa—Le dije a Tyler— Hay que sacar a Rob— Este asintió y cogió las cosas que habíamos dejado en la entrada. Seguidamente las subimos en el coche y emprendimos el camino hacía la casa de Tyler. Era un camino largo en el que podía haberme comido la cabeza pensando en que habría en aquella mochila o lo que no habría, pero en cambio el sueño me ganó y me dejé caer sobre las piernas de Tyler con los ojos cerrados y dormí lo que parecieron horas hasta que me desperté en el sofá de la casa de Tyler. Tyler me miraba desde el otro sillón y miró al frente, donde estaba la mochila.

— Al parecer no lo he soñado—Le dije y sonrió

— No, es real—Me acarició la mejilla— Y no sé tú, pero me estoy muriendo de ganas de saber que hay dentro.

Asentí

— Creo que es hora de abrirla—Mis manos fueron hacía un paño que Tyler había traído y limpié un poco el polvo sobre esta, seguidamente fueron hacía el cierre de la mochila.

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