XXV

599 119 5
                                    

HOSEOK

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

HOSEOK

Debería haberme ido. Debería haber ido a casa, hacerme un ovillo en mi
cama y llorar el resto de la noche. Pero no pude. Me escabullí hacia la casa de Taehyung y, sintiéndome entumecido hasta la médula, entré por la puerta de atrás. Colapsando en una silla en la mesa de la cocina, empecé mi fiesta de sollozos, temblando incontrolablemente mientras me aferraba a mis brazos como si mi vida dependiera de ello. Lo juro, un pedazo de mi alma se salió de mi pecho, porque lloré tan fuerte que me dolía físicamente en el centro del esternón, haciendo imposible respirar adecuadamente. Mis ojos se hallaban hinchados, mi nariz escurría como un colador e hiperventilaba hasta el punto de marearme, cuando la puerta trasera se abrió y Taehyung entró cansadamente. No tenía idea de cuánto tiempo había pasado. No parecía tanto. Por otra parte, se sentía como una eternidad. Levanté mi rostro. Cuando me vio, se detuvo a un lado de la puerta. La expresión en su mirada era frívola, como si quisiera correr. Me levanté de mi silla, todavía abrazándome.

—¿Has… has terminado? —Culpa y devastación rezumaban de él.

—¿Hoseok? ¿Qué… qué estás
haciendo aquí?

—J-Jimin. —Mi voz era vacía, mis miembros se sentían pesados y mi
mente estaba borrosa—. Jimin se encontraba solo en casa. Pero ambos sabíamos que no era por eso que había venido aquí. Sacudió la cabeza como si quisiera negar mi presencia.

—Pero tu auto no está afuera.

—Lo estacioné a unas cuadras y caminé. ¿De verdad lo hiciste?

—Cristo. —Se cubrió la cara con las manos y un gemido ronco de agonía
salió de él. Tropecé hacia adelante, necesitando sostenerlo, necesitando que él me sostuviera. Evitó mis ojos, negándose a mirarme. —No lo hagas. No estoy limpio. —Oh, Dios. Lo hizo. Seguí caminando hacia él. Levantó las manos y siseó—: ¡Detente! Jesús, Hoseok. Esta es la razón por la qué deberíamos ser sólo amigos. Esta es la razón… ¡Maldita sea! —Tocó mi cara y me miró, desde mis llorosos ojos hinchados hasta mi nariz roja. Luego
puso su palma contra mi pecho agitado como si pudiera calmar mi respiración
irregular con su toque—. Mira lo que te hice. Esto es exactamente lo que quería
evitar. Nunca quise herirte. Daría cualquier cosa por evitarte esto. Agarré dos puñados de su camisa y los apreté.

—Entonces déjame ayudarte. —Sacudió la cabeza.

—¿Cómo? —Sonaba roto y desanimado.
Compartíamos un dolor mutuo. Y la única manera que podía pensar para
ayudarme era ayudarlo y darle lo que más necesitaba. Tomando una respiración profunda, me limpié las mejillas mojadas.

—¿Quieres estar limpio? —Me miró, sus ojos abrumados pero llenos de esperanza.

—Sí.

—Entonces te limpiaré. —Cuando alcancé su mano, me dejó entrelazar nuestros dedos. Lo guié al baño y me siguió sin resistirse. Se detuvo después de entrar y sólo se quedó parado ahí, mirando hacia la nada, casi pareciendo en coma. Cerré la puerta detrás de nosotros y enganché la papelera de alambre que Yoona había puesto junto a la cómoda debajo del pomo, manteniéndola cerrada.

The value of a love (vhope)    Historia 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora