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Dos años, tres meses y doces días más tarde…




HOSEOK

Bien, así que tal vez estaba a punto de comenzar a babear un poquito cuando mi primo golpeó mi codo con el suyo, alejando mi atención del festín de
hombre al otro lado del patio que podría haber estado posiblemente (es decir, totalmente) desnudando con la mirada.

—Niño, ni siquiera lo pienses. No podrías permitírtelo incluso aunque
vaciaras todo el dinero en tu chanchito.—Parpadeé, me aclaré la garganta, y murmuré.

—Lo siento, ¿qué?

—Dije: No. De ninguna manera. No puedes permitírtelo.—Arrugando la nariz, seguí mirándolo porque, bueno, en serio, ¿cómo podría dejar de hacerlo? Era el ejemplo perfecto de la palabra sexy. En realidad, así lo llamaría desde ahora: Sexy.

—¿Qué? ¿Está, como, a la venta o algo? —Me reí disimuladamente ante mi propia broma. Jin palmeó mi rodilla en un gesto que denotaba compasión.

—Sí. De hecho, sí lo está.—Mi sonrisa cayó.

—¿Eh?— Sentados en los banquillos fuera del edificio principal del centro
formativo superior Waterford County, Jin y yo bebíamos nuestra dosis
matutina de café y azúcar, discutiendo sobre quién llevaba los zapatos más
lindos, cuando Sexy cruzó mi línea de visión en la esquina de mi ojo. Lo miré directamente para conseguir una mejor imagen y, sí… ¿Zapatos? ¿Qué eran los zapatos? Pero, en serio. Era extremadamente hermoso. Con la correa de su bolsa de mensajero atravesando diagonalmente su pecho, se encontraba inclinado en una de las muchas estatuas de animales recubiertas de bronce mientras  hablaba con un puñado de chicos.
Llevando un par de vaqueros y una simple camiseta, no debería sobresalir entre la pandilla. Pero sobresalía. Oh, sí que sobresalía. Su oscuro y ondulado cabello me llamaba… ¡Hoseok, Hoseok! Pasa tus dedos a través de mi salvaje, preciosa e incontrolada melena. Lo hacía. En serio.Tal vez no tenía una detallada e íntima vista de él. Quiero decir, ni siquiera podía divisar sus atributos faciales desde aquí (y un rostro llamativo era lo que generalmente atraía mi atención). Pero nada de eso parecía importar, porque tenía este presentimiento de que su sonrisa era totalmente rompecorazones. Rompía mi corazón con cada segundo. Había algo acerca de su aura que gritaba sensualidad, confianza, calidez. Irradió de él en olas cuando se relajó en una cómoda y masculina posición, dejando que su brazo colgara alrededor de la estatua de un semental. El chico era una pieza de arte, y más atrayente que el pedazo de metal en el que actualmente soportaba su peso. No podía alejar mis ojos de él.

—Sólo dime que no acosa y apuñala a sus ex novios.

—Nop —me aseguró Jin—. Ni siquiera tiene ex novios. Porque es un gigoló.—
Oh, sí, lo dijo. En voz alta. En medio de un campus repleto. Como si fuese algo que decía cada día. Alejé bruscamente la mirada de Sexy para mirar boquiabierto a mi primo, quien, de seguro, a veces decía cosas locas. Pero en serio, esta era su peor mentira.

The value of a love (vhope)    Historia 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora