Olivia Haydes no tiene interés en enamorarse, sabe perfectamente las consecuencias de un corazón roto y, sinceramente, tras pasarse años consolando a su madre por relaciones fallidas, prefiere ahorrarse problemas. Además, no la pasa tan mal, tiene u...
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Robby Keene no hubiera imaginado ni en un millón de años que la primera persona en ir a visitarlo al reformatorio sería Olivia Haydes, la misma que hace algunas semanas juró que jamás volverían a ser amigos. Por su parte, la pelirroja conoce perfectamente el complicado historial que comparten así que no se sorprende cuando el de ojos verdes no muestra ni una pizca de emoción por verla de nuevo. Con un suspiro, intenta tomar una aproximación amable.
–Lindo corte de pelo.
–¿Qué haces aquí? –el adolescente no luce mínimamente interesado en mantener su compañía, al contrario, la mira de forma sospechosa, intentando descubrir sus intenciones. Sin embargo, Olivia solo se concentra en su apariencia.
–¿Quién te hizo eso? –señala el lado izquierdo de su cabeza donde los rastros de un hematoma aún eran visibles.
–No es tu problema.
La pelirroja rueda los ojos cansada de su actitud.
–Estoy intentando mantener una conversación civilizada, ¿puedes dejar de comportarte como un imbécil?
–Bien, conversemos, ¿qué haces acá? –Robby la mira directamente a los ojos y la pelirroja resiste la necesidad de bajar la mirada.
–Quiero tu consejo.
–No sé si lo has notado, pero no soy precisamente quien ha tomado las mejores decisiones últimamente –mencionó sarcástico señalando a su alrededor–. Como sea, ¿quieres consejos? No, no deberías regresar con Hawk y sí, deberías salir de Cobra Kai. ¿Terminamos?
–Mi papá regresó –soltó la pelirroja cansada de juegos–, está golpeando a mi mamá.
Robby abandonó de inmediato su actitud burlesca y miró con preocupación a Olivia. No había duda de que ambos compartían experiencias similares sobre abandono y negligencia parental así que, cuando la pelirroja decidió finalmente abrirse con alguien y pedir ayuda, no era sorprendente que lo hiciera con la única persona que podría entenderla.
El adolescente escuchó con atención a Olivia narrar lo sucedido e intervino en contadas ocasiones, intentando tener claros los hechos antes de emitir una opinión.
–Entonces, ¿no puedes atacarlo, echarlo ni llamar a la policía? –la de cabello largo asintió solemnemente–, bueno, eso apesta.
–Dime algo que no sepa.
–Tienes que buscar el motivo –respondió Robby–, cada vez que tu padre ha reaparecido es porque buscaba algo, dudo que esta sea la excepción, si le pruebas a tu mamá que la está estafando nuevamente tendrá que dejarlo.
La pelirroja lo miró atentamente unos segundos hasta que una sonrisa lentamente apareció en su rostro.
–Eso no suena tan mal, ¿entonces lo sigo? –el chico reaccionó inmediatamente negando con la cabeza.
