Olivia Haydes no tiene interés en enamorarse, sabe perfectamente las consecuencias de un corazón roto y, sinceramente, tras pasarse años consolando a su madre por relaciones fallidas, prefiere ahorrarse problemas. Además, no la pasa tan mal, tiene u...
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Olivia aún se estaba acostumbrando a Miyagi Do, después de disculparse con Ava por su comportamiento en su última sesión, la pelirroja le había informado rápidamente las novedades. La de piel oscura se había mostrado bastante contenta con su decisión, si bien la psicóloga aún mantenía la idea de que dejar el karate era probablemente la decisión ideal, unirse al dojo de Daniel LaRusso parecía la segunda mejor opción, al menos la de cabello rapado estaba segura que la adolescente no sería alentada a solucionar todos sus problemas a golpes lo cual era, en definitiva, una mejora.
La pelirroja había tomado la decisión de realmente esforzarse en lidiar con sus problemas de ira, lo cual se convirtió en un verdadero reto cuando notó que Tory había regresado al West Valley High School y se paseaba por los pasillos con sus nuevas amigas. Olivia tuvo que poner todas sus enseñanzas en práctica, incluso las meditaciones de su nuevo dojo, para evitar atacarla cada que posaba sus ojos en ella. Lo único que reconfortaba a la adolescente era que apenas compartían clases y la rubia también parecía evitarla.
Por lo tanto, Liv había decidido concentrarse en solo dos cosas: Elegir qué hacer para la competencia de habilidades en el All Valley y finalmente preguntarle a Eli si quería ser su cita para el baile de promoción.
Si bien su novio había estado a punto de invitarla aquel día en la tienda de tatuajes, después del corte de pelo y del desvanecimiento de su confianza, no había mostrado ninguna señal de volver a intentarlo, ni siquiera había mencionado el evento en absoluto. La pelirroja no iba a negar que estaba ligeramente decepcionada, pero pensaba tomar cartas en el asunto directamente, no había punto de seguir esperando si ella también podía preguntarle. Por ello, apenas vio que el de ojos azules se separó del grupo, se acercó con rapidez.
–Así que... –empezó la de cabello largo mientras ocultaba sus nervios tras una sonrisa y tomaba una de sus manos entre las suyas– solo falta una semana para...
–Lo siento, Liv, sensei me pidió que ayude a Nathaniel con su rutina, ¿hablamos después?
La expresión de la adolescente decayó inmediatamente, pero el de cabello corto pareció no notarlo, dándole un breve beso en la frente antes de caminar en dirección al estudiante más pequeño del dojo. Olivia lo observó con incredulidad unos segundos antes de desviar su mirada a la figura que se aproximaba.
–¿Ya te decidiste por los kamas? –preguntó Daniel LaRusso en su dirección–, Demetri ya empezó a practicar. También puedes usar los sai como Sam si deseas, tienen mejor agarre.
–No me gustan las armas –respondió la pelirroja, la breve memoria de su papá atacándola con un cuchillo meses atrás cruzó por su mente, inconscientemente tocó la cicatriz en su hombro–, ¿no puedo usar el palo de madera ese?
–Rokushakubō –la corrigió el mayor tratando de ocultar una sonrisa divertida–, en realidad me sorprende tu elección, esperaba que eligieras alguna espada o algo por el estilo.
