Cap. 3

29 2 0
                                    

Carina se va por los pasillos buscando su clase mientras piensa que Dante es un imbécil. Aun no entiende porque no habla con casi nadie siendo consciente de como le miran todos y él parece no darse cuenta.

Siguiendo la indicación del chico molesto, llega al final del pasillo, pero no hay ninguna clase de laboratorio. En cambio ve unas estrechas escaleras oscuras. Tal vez Dante se refería a este pasillo. Se da cuenta de que cada vez hay menos gente por los pasillos. Seguro que llega muy tarde a su clase.

Bajo la escalera hay una sala con la puerta cerrada. El corazón de Carina se acelera y ella no entiende porqué. La sensación extraña del
lugar le vuelve de golpe. Es como si alguien la estuviera viendo.

No debería de estar aquí.

Es lo que ella se dice a sí misma. Sin embargo algo no la deja marchar.

Como hipnotizada baja la manivela y entra a la habitación. En una sala pequeña, pero sin duda lo que se lleva su atención es la camilla del centro. Sobre ella reposa una mujer totalmente blanca. El corazón de Carina se aprieta en un puño y en su garganta se forma un nudo.

- Vale, b-bueno, será para practicar... supongo que algún experimento -piensa Carina tartamudeando- Tal vez... es e-esto un labora-torio... ¿n-no?

La sala está llena de cajas viejas llenas de libros y papeles. Aunque hay más trastos como sillas viejas, lámparas...

Le entran ganas de vomitar y se va alejando poco a poco asustada, le tiembla el labio, pero lo peor está por venir. La mujer de pronto está en pie y desprende luz blanca. Da un grito ensordecedor, va a por Carina. Sus piernas al fin responden y reaccionan. Su corazón se va a salir del pecho. Retumba en sus oídos mientras corre.

Corre y corre y al fin logra salir del edificio dejando a la mujer y esa sala atrás, lo más lejos posible.

Se para a unos metros de la puerta del edificio, no hay nadie a su alrededor. La gente debe estar en sus clases. No puede creer lo que ha visto. Su corazón se va calmando, sin embargo no logra la compostura anterior.

- L-la mujer... -se lleva una mano a la boca.

¿Había sido real? ¿Alguien le había gastado una broma?

No sabe que qué acaba de pasar. No puede asimilarlo, tiene los ojos como platos, vacíos y la piel pálida. Mira, pero no observa, oye, pero no escucha. Respira y sigue sintiendo esa sensación extraña de peligro, de que algo ocurre en ese pueblo, en especial en el instituto.

Busca un lugar apartado para calmarse y se sienta en las gradas. Pero ella no se da cuenta de que están los chicos entrenando para las pruebas de fútbol. De hecho Iván ha conocido a Dante y no se llevan nada mal. Adriano ayuda a Miguel a entrenar con el resto de chicos.

Ella está más pálida que la nieve. Su piel blanca y su pelo pelirrojo hacen un contraste que parece un foco. De hecho, el misterioso Dante se da cuenta de su presencia.

Carina no hace nada, está quieta, sentada, no se mueve, pero oye como Dante e Iván están hablando cerca de las gradas. Sin embargo no presta atención, como si hubiera un cristal que los separa. Hay algunas chicas en las gradas que no tienen clase y aprovechan para aplaudir los abdominales de los chicos.

- ¿Esa es tu hermana? -pregunta Dante extrañado cuando la distingue a poca distancia.

- Sí, ¿qué hará aquí? Ella tiene práctica de laboratorio -responde Iván mirándola. Después se pregunta como Dante sabe que Carina es su hermana.

- Iván, ¿tu hermana se encuentra bien? -pregunta Miguel acercándose a ellos.

- Voy a hablar con ella, dile al entrenador que necesito un minuto -dice Iván subiendo escalones de las gradas hasta Carina.

Encerrados Donde viven las historias. Descúbrelo ahora