Cap. 16

26 3 0
                                    

Corre...

Corre...

Corre...

Carina corre a toda velocidad por los pasillos del instituto. Se le pega el pelo a la frente por el sudor. Si respiración está agitada y tiene miedo, mucho miedo. Por eso se gira continuamente hacia detrás, para ver si aun la persigue... para ver si la persiguen los fantasmas.

Corre...

Sigue corriendo...

La persiguen dos personas, no les ve las caras. Son un hombre y una mujer. Son más rápidos que ella.

Se tropieza y cae.

Está desesperada por ponerse de pie. Solo quiere que alguien la ayude y está su padre. Corre hacia él, pero no la ayuda. Llora desconsoladamente, tiene miedo, mucho miedo.

Se despierta jadeando. Ha sido tan realista la pesadilla que le cuesta darse cuenta de que está en su habitación. Mira la hora y son las tres de la madrugada. Se aparta el pelo de la cara y trata de respirar profundamente.

No puede volverse dormir y empieza a agobiarse. Mira el techo, mira la hora, cambia de posición... pero no puede más. Enciende la luz y se incorpora. Baja a la cocina a por agua y se bebe dos vasos, aun tiene el corazón cansado. Al subir pasa por delante del despacho de su padre y se para frente a él. Decide entrar, pues siempre hace eso cuando no puede dormir. Ahí hay libros y a ella le encanta leer.

La habitación no es muy grande, tiene forma cuadrada con una mesa de madera oscura al centro y una silla cómoda muy grande. Alrededor hay unas estanterías prácticamente vacías. Su padre aun no ha tenido tiempo de colocar todos los libros, y la mayoría aun están en cajas por el suelo.

Carina se pone a rebuscar con el propósito de encontrar algo bueno que leer que no sea el libro de Accludere house. Está harta de ese libro.

- Este me lo he leído... este también... ese y ese, creo que me los he leído todos... -murmura sacando libros de una caja.

Cambia a rebuscar en otra caja de cartón. Sin embargo, encuentra unas cartas que le llaman la atención, porque provienen de este pueblo. Tal vez sean del trabajo por el que nos mudamos.

El sobre ya está rasgado, así que no le es complicado sacar la carta del interior. Lee una por curiosidad, y lo que encuentra es algo que despierta en ella un sentimiento que nunca había sentido tan fuerte, agonía, extrañeza y confusión.

Empieza a sentirse atrapada, siente que las paredes la aplastan y un sentido de agobio la inunda. Nada tiene sentido. La vuelve a leer esperando que no sea verdad:

Para el señor d'Angelo:
De Enzo Berlusconi...

El 29 de agosto de 2021

Sí... es ese nombre... es el mismo hombre que había enviado las cartas a Antonella Berlusconi, que bueno, es la misma mujer que la directora del instituto. Su padre... ¿conoce a los Berlusconi?

Querido amigo... el plan va sobre ruedas. Antonella no sabe nada, te lo aseguro. Ella cree que vamos a ayudarla.

Por cierto, debo decirte que me gusta el nombre que has elegido.

Oh, antes de que se me olvide... envíame una carta cuando llegues allí, eso no lo rastrean. Además, tenemos mucho trabajo que hacer todavía.

Alonzo Berlusconi.

Carina no entiende nada, una ola de confusión la ahoga. Le duele la cabeza de tanto pensar, tiene un mal sabor de boca y siente agonía en la garganta. ¿Cómo conocía su padre a los Berlusconi? ¿Tiene que ver con el trabajo que los hizo mudarse? ¿Sabrá que sus hijos lo saben?

Encerrados Donde viven las historias. Descúbrelo ahora