Capítulo 13: Contando mis verdades.

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Mis mejillas ardían ante lo que presenciaba y sentía

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Mis mejillas ardían ante lo que presenciaba y sentía. Tener a Isabela encima de mis caderas con su cuerpo inclinado para poder besar de mi cuello torpemente, no es cosa que se viva todos los días.

Decir que me disgustaba no que hacía era mentira, pues claramente disfrutaba del roce de sus labios al tocar mi piel, disfrutaba sentir su respiración levemente agitada por el nerviosismo a que no me gustara, siendo lo contrario, disfrutaba las caricias que dejaba en los costados de mi abdomen y disfrutaba el hecho de sentir como ella se frotaba contra mi cuerpo para empezar a satisfacerse.

Más en alguna parte profunda de mi, sabía que esto no estaba bien, ¿Por qué derrepente me pediría que le faltara el respeto? En especial cuando acabamos de ver a una amiga mía y yo tal vez haya besado su mejilla enfrente de ella.. Oh, ya veo cuál es el problema. Nunca creí ver a Isabela celosa, en especial de Michelle, sólo porque le regalé un besito, no tiene nada de malo ¿O sí?.

Quiero decir le he dado mil de ellos y junto a estos mi cuerpo, tal vez no recuerde muy bien lo que pasó esa noche, pero esa vez que desperté mis brazos y cuello lo decía todo.

Sus acciones eran desesperadas, me besaba con brusquedad y sus chupetones pasaron a ser mordidas con demasiada fuerza, como si intentara lastimarme. Me empecé asustar un poco, pues yo era el tipo de personas que les gustaba hacerlo rudo, pero llegar al punto de hacer sangrar a alguien estaba afuera de mis límites, al menos que fuera a causa de su virginidad. Ahora me pregunto, ¿Estará bien si uso la palabra de seguridad? Espera, ¿Cuál era? ¿Siquiera la confirmamos la primera vez qué lo hicimos? Demonios, ahora tengo que recordar la maldita palabra mientras tengo que lidiar con los movimientos bruscos de Isa.

Bien, bien, concentración, ¿Qué usarían unas chicas extremadamente calientes como horno, en una noche apasionada como palabra segura? Tal vez algo que tenga que ver con las dos.. ¿Algo de nuestra infancia? ¿Algo que nos gustase a las dos? ¿Algo que tenga que ver con flores? ¡Maldita sea! ¡¿Qué mierda pusimos como palabra segura?!

Fui sacada de mis pensamientos en cuanto sentí unas uñas encajarse en mi abdomen descubierto, ¡¿Abdomen descubierto?! ¡¿Cuándo me desabrocho la camisa?!

Esto se salía de control, pues ella parecía querer lastimarme en ves de complacerme o tal vez su manera de hacerlo, podría aguantarme, ¿puedo aguantarme?

— Isa, cálmate un poco. ──Sugerí ante su fuerte agarre en su mordida

— ¿Quieres que me calme? ──Se levantó para poder sentarse en mi cadera y verme con la gran superioridad que esta teniendo en ese momento── Entonces dime porque le andas regalando besos a una Don Nadie y en especial en mi cara, coqueteado descaradamente con ella igual como ella lo hace contigo.

— ¿Don Nadie?, ¿Te refieres a Michelle? Por favor, muy apenas y la conozco. ──La mire con mi entrecejo fruncido, pues empezaba a molestarme el hecho de que estuviera malinterpretando todo── Y no le coqueteó, nisiquiera ella me coquetea a mi. Además, yo puedo darle besos a quién quiera y no necesariamente quiere decir que me gusta esa persona.

𝗜𝗚𝗨𝗔𝗟 𝗔 𝗨𝗡𝗔 𝗣𝗘𝗢𝗡𝗜́𝗔 | 𝗜𝗦𝗔𝗕𝗘𝗟𝗔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora