²⁰; Cena familiar.

427 45 8
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Camino con rapidez por las calles del pueblo, si bien las respuestas de Levian no le habían dejado satisfecha, su pelea tampoco. Iba desarreglada, con un ojo morado por un golpe que afortunadamente el desgraciado había logrado conectar. Eso era lo que menos le mantenía contenta.

Se había dejado llevar por sus emociones, había prometido nunca más dejarse llevar por el sentimiento de querer meterse en problemas cada tres segundos, pero no podía negar que la situación en el taller de costura lo ameritaba. Se disculparia después, pues ahora tenía otra misión. Llegar a casa.

En el barrio apenas y se veía gente, cosa que le era extraño, a esas horas era normal ver niños jugando con varillas de luz o paseando por la plaza junto a sus familiares, incluso niños corriendo por doquier siendo correateados por sus amigos, mientras reían eufóricos ante la adrenalina. Suspiro, le hubiera encantado haber vivido la misma infancia que esos niños; cuando era muy pequeña, era demasiado enfermiza y apenas y se le podía permitir salir a tomar un poco de aire.

Cosa que nunca logro creer a palabras de su padre, pues si de él se tratase, seguramente dejaría a su hija morir de una taquicardia con el fin de haberla sacado a pasear a caballo. Era algo lindo a decir verdad, pero con los problemas que ahora tenían no era algo dulce que recordar.

Golpeo su cabeza un par de veces, busco esparcir aquellos pensamientos que no dejaban de atormentarle desde la mañana, en serio que tratar consigo misma le tenía arta. Sacudió su cabeza un par de veces y pensó en lo único bueno que sería ahora llegar a casa, dormir.

Claro, su objetivo siempre fue y era dirigirse a su hogar, pero extrañamente su hogar había cambiado mucho. Maldijo el que eso haya sido pbra del destino, tal vez era que aún tenía algo que resolver en ese lugar y aunque pataleara, y gritara ante la aceptación, no podría negarse a que quería verle y hablar de todo.

Volvió a suspirar por milésima vez en la noche y posó su mano sobre la manija de la puerta para posteriormente, empujarla. Todo parecía calmado, extraño para lo activos que era los Madrigal.

Al menos no sé quedo tan sola por un tiempo, pues pronto se encontró con Dolores, quien con prisa bajaba las extensas escaleras de casita. Con seguridad de acercó, buscando entablar una conversación con su fiel amiga.

"Oye, Dolores. Tengo que hablar con Isabela, de pura casualidad ¿sabes dónde?-" Preguntó insegura, inseguridad que incrementó al ver que la nombrada solamente le pasaba de largo, solamente soltando una pequeña respuesta a su apenas pregunta.

"Momento inoportuno." Susurro a la cercanía de ambas, después de ello, huyó al comedor.

(N) le siguió con la mirada, estática en su lugar hasta que una segunda voz pudo desencantarle.

"¡Hey, Dolores tenemos que!-" Paro en seco al toparse con la más alta. Arqueo la ceja y agitó sus brazos cuando pregunto con sorpresa "¿Y tú qué haces aquí?"

𝗜𝗚𝗨𝗔𝗟 𝗔 𝗨𝗡𝗔 𝗣𝗘𝗢𝗡𝗜́𝗔 | 𝗜𝗦𝗔𝗕𝗘𝗟𝗔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora