Desconocidos

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La historia está en revisión, por lo que aún quedan muchos capítulos en dónde nuestra protagonista no tiene nombre.
Mil disculpas por las molestias que ésto pueda ocasionar.

Revisado

Camila Kaido disfrutaba de ir los domingos por la noche a los bares. Generalmente había menos personas ya que la mayoría de los adultos eran lo suficientemente responsables como para saber que tenían que trabajar a la mañana siguiente y no quería desvelarse.

Esa noche, ella decidió ponerse un top negro sin mangas, una chaqueta de cuero y una minifalda negra plisada junto con unos tacones negros. En el rostro se había maquillado los ojos ahumados y un labial rojo carmesí. Llegó a la barra y pidió una cerveza, iba sola esa noche, ella lo prefería así, ya que disfrutaba mucho de su soledad y no solía socializar mucho con las personas que la rodeaban en su entorno diario.

Un par de cervezas después, se percató de que un hombre volteaba a verla, también estaba solo. Tenía un aura de misterio interesante, era alto y a pesar de verse ligeramente desaliñado, era muy atractivo. Intercambiaron un par de miradas entre cervezas y algunas sonrisas. Finalmente, el hombre se levantó de la mesa en la que se encontraba y se acercó a la barra para sentarse junto a ella.

-¿Te importa si me siento?- preguntó. Incluso su voz era atractiva.

-Adelante.- respondió Camila con una sonrisa coqueta en el rostro e hizo un gesto con la mano, señalando al asiento junto a ella. -Llevas mucho tiempo mirándome-

-Me disculpo si te incomodé, pero de verdad me pareces bellísima.- respondió el pelinegro y le dió un trago a la botella que llevaba en la mano.

Ella rió. Estaba tan acostumbrada a esos halagos que ya no surtían efecto en ella.

-¿Eres de por aquí?- le preguntó aquél hombre.

-Si. Acabo de mudarme en mi último año de universidad- respondió ella y le dió un trago a la bebida que tenía en la mano.

-¿De verdad?- preguntó el hombre sorprendido. -Te ves muy joven.- No era que a él le gustaran específicamente las mujeres jóvenes, sino que quedó hipnotizado ante aquellos profundos ojos marrones.

Camila rió nuevamente. -Siempre me dicen lo mismo.- respondió divertida y se giró hacia él.

-Bueno, puedes ser joven para algunas cosas, pero no para otras.- respondió el pelinegro, mientras la tomaba de la mano.

-Para mí la edad no es importante. Lo importante es lo que aprendes a lo largo de los años.- dijo con una mirada lasciva hacia el hombre. -¿Qué me dices tú? ¿Has aprendido muchas cosas?-

El pelinegro sonrió. -¿Quieres que te enseñe?-

Camila terminó su cerveza de un trago y se levantó de su asiento. -Espera treinta segundos y te veo en el baño de mujeres.- susurró al oído de el hombre, le dió un beso en la mejilla y se dirigió al lugar del encuentro.

El pelinegro la siguió, hipnotizado por sus encantos. A simple vista, parecía una chica común, con cabello castaño, tez clara y ojos marrones, pero había algo en ella que lo había hecho caer como un idiota.

Una vez adentro, Camila le puso el seguro a la puerta y se acercó al pelinegro para besarlo. Él la arrinconó contra la pared, la tomó de la cintura, movimiento que ella siguió, dando un un salto y se abrazó al torso del pelinegro con sus piernas, cruzando sus brazos por detrás de su cuello.

-Por cierto, me llamo Shota.- habló el pelinegro con la respiración agitada.

-Camila, un placer.- respondió la joven para inmediatamente continuar besándose.

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