Profesor Aizawa

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Revisado

Hubo un extraño silencio durante un momento.

—Profesor, ¿Se encuentra bien?— Preguntó Momo preocupada porque el mayor se puso pálido.

—Por supuesto.— dijo Shota volviendo en sí. —Por favor, podría ponerse de pie y presentarse.— Al decir esto, giró el rostro, desviando la mirada. No podía tratarse de la misma chica.

Ella se puso de pie, observando por un momento a los demás alumnos, cuidando que nadie se diese cuenta de la actitud de el mayor. —Mi nombre es Camila Kaido, tengo...— Hizo una pausa. Estaba a punto de confesar su delito. —16 años...— pudo darse cuenta de cómo, a pesar de tener la mirada hacia abajo, Shota cerró los ojos con fuerza al escucharla. —Fui transferida a ésta escuela por el trabajo de mis padres. Espero que todos nos llevemos muy bien.— dijo nerviosa y se sentó nuevamente.

—Bienvenida, señorita Kaido. En cuánto termine la clase la veré en mi oficina. Hay un par de asuntos que necesito resolver con usted.— dijo Shota de forma fría.

Camila tragó saliva y asintió con la cabeza. No esperaba menos. La reconoció y seguramente estaba metida en un problema gigantesco.

La clase continuó normalmente, a excepción de que Camila miraba constantemente a Shota y viceversa. Varias veces sus miradas se encontraban, cosa que hacía que ambos se sintieran incómodos. Se sentía como si cada minuto que pasaba fuese una eternidad.

Finalmente la clase terminó.

—Señorita Kaido, la veo en mi oficina.— recalcó el pelinegro, tomó sus cosas y se retiró del aula.

La chica sentía que un frío se apoderaba de su cuerpo. Se levantó de su asiento y comenzó a guardar sus cosas en su mochila.

—¿Te encuentras bien, Camila?— preguntó Momo acercándose a ella.

—Si... Claro.— respondió ligeramente agitada, tratando de disimular los nervios.

—No te ves nada bien. Estás muy pálida.— insistió Momo y trató de acercar la mano a su frente para medir su temperatura.

—Es cansancio por la mudanza probablemente.— se excusó la castaña, fingiendo una sonrisa y alejándose de la mano de la pelinegra.

—Si es así, cuando veas al director deberías decirle para que te deje ir a casa.— sugirió preocupada. —No te preocupes por los apuntes de el día, yo puedo llevarlos a tu casa.—

—Si. Tal vez lo haga.— respondió. —Pero no tienes que molestarte por los apuntes, yo hablaré con los profesores.—

—No es molestia, de verdad.— dijo con una sonrisa sincera. —Además, es tu primer día, no deberías atrasarte.—

Camila suspiró en señal de derrota. —Bien. Pero depende qué dirá el director.—

—Tranquila. El profesor Aizawa es muy noble. Bastante estricto, pero noble.— dijo Momo, tratando de que se relajara un poco. Aún parecía bastante alterada.

"Bastante estricto, si, claro." Pensó la castaña.

Se despidió de la pelinegra y se dirigió al encuentro con el pelinegro. Había llegado el momento, se encontraba parada frente a la oficina del director. Sentía que su corazón iba a estallar y cómo su estómago se retorcía por ver cara a cara al hombre con el que había tenido sexo una noche antes. Finalmente se armó de valor y entró.

—Señorita Kaido, tome asiento, por favor.— dijo Shota, sentado desde detrás de el escritorio y la chica obedeció.

Shota se puso de pie, rodeó su escritorio y se dirigió hacia la puerta para cerrarla con seguro.

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