Visita

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REVISADO

Poco después de que Momo y Shoto salieran de su casa, el timbre de la entrada sonó. Camila pensó que probablemente habían olvidado algo, así que bajó con pesadez para abrir la puerta.

—Buenas noches.— saludó Enji bastante nervioso. Había estado esperando a que Shoto y Momo salieran de la casa para poder ver a la chica.

—Hola.— saludó con cierta incomodidad. De pronto había cortado todo contacto con él y definitivamente no tenía pensado que él la buscaría.

La chica hizo un gesto con la mano y se hizo a un lado, haciendo invitación para que el pelirrojo entrara. Lo guió hasta la sala, dónde le invitó a sentarse.

—¿A qué debo tu visita?— preguntó Camila, tratando de romper el hielo.

—Esta tarde Shoto vino a mi departamento con su novia. Me contaron que la estabas pasando mal.— explicó preocupado.

—Bueno, puede ser. Pero tranquilo, creo que estoy mejor.— explicó con una sonrisa forzada que no convencía a Enji.

—Quiero preguntarte algo, y quiero que seas completamente honesta conmigo.— dijo el pelirrojo.

La chica asintió con la cabeza.

—¿Estás así por lo que pasó entre nosotros?— preguntó temeroso por la respuesta.

—No, no.— dijo ella, tratando de quitar esa idea de su cabeza. —Para nada. Es por...— hizo una pausa y suspiró. —otra cosa.—

En el fondo, el pelirrojo se sentía aliviado de no haber ocasionado el malestar de la chica, pero seguía pensando en qué había podido ocasionar que se encontrara de ese modo. Se veía mal, casi cómo si se hubiese hecho adicta a alguna sustancia nociva, tan demacrada, tan delgada, sin ese cálido brillo en la mirada.

—Dime, ¿No es por el mismo chico de la última vez, o sí?— se atrevió a preguntar.

Ella guardó silencio por algunos segundos. Sabía que Enji no la juzgaría, aunque tampoco podría ser cien porciento sincera.

—Si.— se limitó a decir, desviando la mirada hacia el suelo.

El pelirrojo se acercó un poco más a ella y la rodeó con sus brazos para abrazarla. Detestaba verla así. Había logrado tomarle bastante aprecio durante sus visitas y conversaciones, pero ella simplemente había cambiado, no era ella misma.

—Sabes que puedes contar conmigo para lo que necesites, ¿Verdad?— le dijo, mientras deshacía el abrazo.

—Lo sé. Gracias.— dijo ella, obsequiando una pequeña, pero sincera sonrisa.

Posiblemente ese día se sintió más afortunada que muchos otros. Las personas a su alrededor de verdad la querían, y estaba muy agradecida con ellos. Tenía que salir adelante, si bien, no por ella, al menos debía intentarlo por ellos.

—Entonces, ¿Shoto fue a verte?— preguntó ella, tratando de cambiar el tema a uno más agradable.

—Si. Me tomó por sorpresa. Lo mejor es que fue idea suya.— dijo emocionado y bastante más relajado de lo normal. —Momo es una buena chica. Espero que cuide bien de él.—

—Me da mucho gusto, de verdad.— dijo ella, compartiendo un cálido sentimiento hacia todos ellos.

—Muchas gracias.— le dijo Enji.

—Yo no hice nada.— le respondió ella. —Como dices, fue idea de Shoto. Yo no tengo nada que ver.—

—No es por eso. Shoto no solía acercarse a nadie, era un chico bastante solitario y parecía odiar a todos los que le rodeaban. Estoy seguro de que fuiste su primera amiga.— explicó el pelirrojo. —Y mira ahora, se le ve contento, hasta tiene una novia. Todo eso es gracias a ti.—

Camila tenía la sensación de que Enji estaba exagerando un poco. Ella nunca antes había tenido un impacto positivo en nadie, ya que, por lo general, evitaba el contacto con todo el mundo. Ésta vez fue todo muy diferente. Se enamoró de alguien que le rompió el corazón, se hizo amiga de una chica que siempre sintió que estaba sola, ayudó a un hijo a abrir su corazón al resto de las personas que lo rodeaban. Fue muy distinto a otros lugares dónde se había mudado.

La conversación con el pelirrojo continuó hasta que, después de un par de horas, el pelirrojo tuvo que irse. Ella lo acompañó a la puerta y se despidió de él con un simple apretón de manos. Después cerró la puerta, con una extraña tranquilidad en el pecho. Si algo tenía Enji Todoroki, era que lograba darle cierta tranquilidad, al menos cuando la necesitaba.

Dió un par de pasos para volver a la sala. Empezaría por darle una limpieza profunda a toda la casa, ya que no había fuerza para hacerlo con anterioridad, debido al estado tan caótico en el que estaba sumida. De pronto, el timbre sonó otra vez. —"Seguro olvidó algo"— pensó.

Al abrir la puerta, casi sintió cómo su corazón se detuvo.

Ahí estaba él. El hombre de sus sueños, no, de sus pesadillas, en realidad.

Aizawa estaba tratando de no romper en llanto al verla así, tan frágil. —¿Puedo pasar?— preguntó con voz quebrada.

Ella seguía sin reaccionar, pero lo dejó pasar en un reflejo de su cuerpo. Cerró la puerta tras la entrada del pelinegro. Se hizo en ella una tormenta inmensa de emociones, en las que no sabía lo que sentía. Por un lado, su estómago sentía un cosquilleo que la hacía sentir muy bien. Su pecho sintió como un enorme alivio al tenerlo enfrente, dando ganas de saltar a abrazarlo y besarlo. Por otro lado, la conciencia y la memoria la hacían sentir terriblemente mal y culpable.

—¿Qué haces aquí?— preguntó ella, con la voz temblorosa. No había cambiado en nada el caos que se volvía cuando lo tenía enfrente.

—Quiero saber si ya tienes una respuesta.— respondió Shota. Rogaba por escucharla decir que aceptaba estar con él, a pesar de todo.

Una respuesta, eso era todo.

Para terminar con todo, sólo debía decir que no y sabía que él aceptaría su decisión.

—Yo...— dijo e hizo una pausa.

¿Por qué era tan difícil? Eran dos letras. Una palabra. Una sílaba.

¿De verdad podía hacerlo? Dejar a Shota, así nada más. Eso era lo correcto, ¿Verdad? Ella no tenía oportunidad con él, pero él decía que esperaría. ¿Debía creerle? ¿Qué pasaría con su hijo? ¿De verdad podría ser un buen padre sin casarse con Emi?

Emi... ¡Siempre salía a colación! Estaría atado a ella de por vida, aunque no se casaran. ¿Estaba dispuesta a vivir con eso?

No. La respuesta era simple, entonces ¿Por qué no podía decirlo?

FugazDonde viven las historias. Descúbrelo ahora