¿Cita?

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Revisado

La cabeza del profesor Aizawa se había vuelto un caos desde que descubrió que había tenido relaciones con una menor, que además era su alumna. Él jamás se habría atrevido a tocarla de haberlo sabido, pero todo ese maquillaje y falta de iluminación en aquel bar le jugaron una mala pasada. Lo peor de todo, era que esa menor enloquecía una parte de él que había estado dormida desde hace mucho tiempo.

No estaba enamorado, eso jamás. Ni siquiera la conocía como para asegurar algo así.

Alguna vez estuvo enamorado de una mujer a la que le dedicaba su cuerpo y su alma, pero ésta le pagó acostándose con su mejor amigo. El sufrimiento por la traición de ambos fue tanto, que terminó cayendo en una depresión durante varios meses. Incluso pensó en quitarse la vida en algún momento, pero no lo logró, ya que su mejor amiga, Nemuri, se lo impidió. El proceso de recuperación fue lento y difícil, pero logró salir de eso profundo agujero y pudo continuar con su vida.

Si había algo que el pelinegro no quería, era volver a sufrir un dolor como ese. Cualquier relación que él pudiese llegar a tener jamás pasaba de algo fugaz, algo de una sola noche, como se suponía que sería su más reciente encuentro en aquél bar, dónde quedó idiotizado después de mucho tiempo por aquella "mujer".

Una vez que Camila salió de su oficina, Shota se recostó sobre su silla y frotó sus manos sobre su rostro. ¿Por qué la había invitado a salir? ¿Qué era lo que quería lograr exactamente? No paraba de cuestionarse a sí mismo. Pensaba que era la mejor forma de hablar con ella para ponerle un límite, después de todo, no era un tema que quería seguir tratando en la escuela, pero al mismo tiempo se reprochaba el hacerlo de una manera en la que se podría malinterpretar muy fácilmente.

¿Por qué sintió tanta rabia por ver a Mineta abrazándola? Tal vez le molestaba que el chico que tenía fama de pervertido quisiera propasarse con ella, aunque eso sería muy hipócrita de su parte.

Se enderezó en su asiento y trató de olvidar el asunto atendiendo los pendientes de la escuela.

Por su parte, Camila salió de la oficina del director con el corazón acelerado y las mejillas sonrojadas. Odiaba sentirse así. Al llegar a su casa, se lanzó sobre la cama, colocó una almohada sobre su rostro y gritó con todas sus fuerzas para tratar de desahogar un poco el remolino de emociones que la estaban volviendo loca.

—¿En qué estará pensando?— preguntó en voz alta, para sí misma. Le intrigaba el repentino cambio de actitud de Aizawa. A final de cuentas, había logrado un gran avance, pero se arrepentía de cómo lo había hecho.

Trató de hacer sus tareas, pero ni siquiera se tomó la molestia de rectificar que sus respuestas estuvieran bien. Estaba hecha un caos mental gracias a Shota. Le estaba matando la curiosidad de saber qué quería.

Las horas parecían días. Jamás había sentido que el tiempo fuera tan lento.

Su... ¿Cita? Era a las nueve, pero ella estuvo lista desde las seis. En cuanto al código de vestimenta, eligió unos jeans una camiseta negra sencilla y unas zapatillas deportivas blancas. Dudó mucho sobre maquillarse o no, pero al final decidió no hacerlo. Sobre su cabello tampoco hizo gran cosa, solamente lo cepilló y lo dejó suelto.

Shota no estaba seguro si debía asistir o no al encuentro. Siendo realistas, era estúpido haberla citado. Pensó en cancelar, imaginó que eso era lo mejor, sin embargo otra parte suya le decía que la chica tal vez lo estaba esperando y sería muy descortés dejarla esperando. Pretextos.

La tan ansiada hora llegó. Aizawa no bajó de su auto, sólo tocó la bocina y esperó a que Camila saliera y subiera al auto.

—¿Y bien?— preguntó ella ansiosa.

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