✓Revisado
Shota subió a su auto de inmediato para buscar a la chica. Condujo en círculos por varias calles y no lograba encontrarla.
—¡¿Cómo puede ser tan desesperante?!— se preguntaba mientras la seguía buscando. No había señales de ella. Cómo último recurso, condujo hasta su casa. Al llegar tocó la puerta, pero no obtuvo ninguna respuesta. No tenía el número de su celular, pero podía conseguir el de su casa en los registros de la escuela.
Llamó a su secretaria.
—Señorita Anan...—
—Profesor, ¿Ya se siente mejor?— lo interrumpió.
—Si, gracias. Necesito un favor. ¿Podría enviarme los datos familiares de la estudiante Camila Kaido? Es de primer año.— respondió nervioso. Había olvidado su mentira.
—Claro, deme un momento.—
Aizawa esperó mientras escuchaba el sonido de las teclas de la computadora sonar a través de el teléfono.
—Aquí están. ¿Los envío a su correo?— preguntó amablemente.
—Si, por favor. Muchas gracias.— respondió de manera neutral.
Apenas recibió el archivo, buscó el número de teléfono y comenzó a llamar. Podía escuchar el teléfono sonar desde adentro de la casa, pero nadie atendía. Intentó un par de veces más, pero el resultado fue el mismo, entonces decidió que lo mejor sería regresar a su casa.
Era viernes, por lo que, si la chica no lo contactaba, tendría noticias de ella hasta el lunes. No había de otra más que esperar.
Una vez que Camila se dió cuenta de que Aizawa se había ido de la entrada de su casa estuvo más tranquila. Sin duda seguía furiosa por lo que él había dicho. No tenía ningún derecho de opinar sobre su vida, sobretodo porque no sabía nada de lo que había sufrido para ser como era.
No siempre fue una chica fría y dura, todo lo contrario, en el pasado era tierna y tímida, pero de pronto todo cambió.
Todo comenzó un año atrás, cuando tenía quince. Se había quedado sola en casa, en uno de los tantos viajes de sus padres, con el que en ese entonces era su novio, Kai. Éste era mucho mayor que ella y hacía bastante tiempo que venía presionandola para tener sexo. Camila estaba bastante nerviosa, ya que él era su primer novio y ella carecía totalmente de experiencia.
Últimamente sentía que él se comportaba de manera más fría con ella, incluso llegó a sentir que la estaba evitando. Fue entonces que, por un consejo de una "amiga", decidió "asegurar", cómo ella decía, a su novio entregándole su virginidad.
Ella estaba sumamente nerviosa, incluso tenía miedo, pero al final se lo propuso, aprovechando que nadie los escucharía. Aquél castaño no perdió oportunidad y se abalanzó sobre ella, tocándole y besándola por todas partes.
—Kai, espera.— pidió ella con timidez, al sentir la mano de el mayor masajeando su entrepierna. Aún tenía muchas dudas.
—¿Qué pasa? ¿No me amas?— preguntó él, tratando de chantajear a la chica.
—Si te amo, pero...— dudó un poco en seguir hablando. Ella por lo regular se sentía muy sola debido a la ausencia de sus padres. Conoció a Chisaki en una fiesta a la que se escapó una de las tantas noches que éstos no se encontraban. Él siempre se había portado muy amable con ella, también le hacía compañía las noches en las que sentía que la soledad era más fría. No quería perderlo sólo por su inseguridad.
—Si quieres que pare, lo mejor será que me vaya.— dijo levantándose de la cama y caminando hacia la puerta de la habitación de la chica.
—¡Espera! No te vayas.— le pidió Camila asustada por su actitud. —Vamos a hacerlo.— dijo con voz temblorosa. Parecía que iba a llorar en cualquier momento.
Apenas pronunció esas palabras y el castaño regresó para lanzarla sobre la cama. Con casi nada de esfuerzo, prácticamente arrancó la ropa de la menor y él se deshizo también de la suya. Una vez ambos desnudos, él se acomodó entre las piernas de Camila e introdujo con fuerza su miembro. Ella soltó un quejido de dolor, pero Kai hizo caso omiso y continuó con las fuertes y desenfrenadas embestidas. La chica no podía soportar el dolor y comenzó a derramar lágrimas. Chisaki pareció notarlas, pero poco o nada le importó. Él continuó con su acto hasta que llegó al clímax y eyaculó dentro de ella soltando un fuerte gruñido de placer.
Camila sintió un poco de alivio cuando sintió que el mayor por fin se detuvo. Estaba temblando y tenía la respiración muy agitada.
Él se levantó hacia el baño y salió enseguida para recoger su ropa y empezar a vestirse.
—¿Te vas?— preguntó la castaña sorprendida. Él asintió. —Está lloviendo muy fuerte.— comentó tratando de convencerlo.
—Tengo algunas cosas que hacer.— respondió cortante.
—Me habías dicho que te quedarías.— comentó con un rastro de tristeza en la voz.
— Recordé que tenía algo que hacer. Nos vemos luego.— dijo a modo de despedida y salió de la habitación.
Esa noche, por alguna razón, Camila se sintió aún más sola que nunca. Había escuchado cientos de veces que la "primera vez" era especial, algo que se recuerda para toda la vida y así fue para ella, pero no precisamente por buenos motivos. Había sido un encuentro frío, doloroso y atemorizante. Los truenos enmedio de la noche parecían hacer aún más miserable su sentir. En ningún momento sintió ningún tipo de placer, más bien todo lo contrario, se sintió sucia, sintió mucho dolor, se sentía asqueada, como si fuera una mujer inmunda, sin ningún valor por el modo en el que Kai salió de ahí. Tal vez había hecho algo mal.
Pasaron un par de días y no tenía noticias de el castaño. Él rechazaba sus llamadas y nadie sabía dónde encontrarlo. Se enteró al poco tiempo de que él ya salía con otra chica, eso le partió el corazón. Pasó días enteros encerrada en su habitación. De vez en cuando se metía en la ducha por horas para quitar la suciedad que sentía por culpa de Chisaki. Al parecer, creyó que su error había sido ser "demasiado fácil".
En su círculo de "amigos", el castaño se encargó de anunciarle a todos lo fácil que fue llevarla a la cama, casi como haciéndoles una invitación a intentarlo. Y así lo hicieron. No faltaban los chicos en la escuela que comenzaban a acosarla, a hacerle propuestas sucias e incluso más de uno logró tocar su cuerpo con sus asquerosas manos. Eso la decepcionó aún más e hizo que cayera en una profunda depresión, que se hizo aún más grave debido a la falta de compañía y atención de sus padres, quienes ni siquiera habían notado que su hija llevaba días enteros sin comer y sin salir de su habitación.
Buscó refugio escuchando música, sobre todo canciones tristes, que sentía que le hacían compañía de algún modo. Le tomó poco tiempo, mucha reflexión , un intento de suicidio y mucho valor salir de ese pozo sola, pero finalmente lo consiguió. No necesitó de nadie, sólo de sí misma para salir adelante. Después entendió que alguien como Kai sólo quería sexo de alguien como ella. Había sido demasiado ingenua al caer en su juego, pero no volvería a pasar, se negó rotundamente a volver a abrir su corazón. Lo que le había hecho pasar Chisaki lo llevaría en mente para toda la vida y se juró a sí misma no volver a confiar en ningún hombre.
Se mudó con sus padres después de un par de meses. En la nueva ciudad a la que llegó, conoció nuevas amigas, quienes le animaron y ayudaron a colarse en lugares prohibidos para menores de edad, con ayuda de maquillaje y cierto tipo de ropa. Fue ahí, con esas mismas amigas, que decidió que Si los hombres podían usarlas para divertirse y desecharlas, ella tenía todo el derecho de hacer lo mismo. Tampoco era una filosofía digna de admirar, pero al menos así ella no sufriría. No dejaría que nadie la volviera a tratar mal. Lo que Shota le había dicho, había sido la primera cosa que le había dolido después de mucho tiempo. De por sí ya venía haciéndola un desastre. No dejaría que se atreviera a lastimarla.
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Fugaz
FanfictionTener sexo en un bar tal vez no sea la mejor forma de conocer a tu profesor. Historia en revisión. Una disculpa por las molestias que ésto pueda ocasionar.