La dama y el moribundo pt2

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REVISADO

-¿Te ha pasado?- preguntó al ver los ojos de la chica cristalizarse.

Camila sintió cómo su labio inferior comenzó a temblar y un espantoso nudo en la garganta impedía el paso de su voz.

-¿Cami?- la llamó preocupado. La chica estaba temblando. Él se alarmó y se enderezó junto a ella para atraerla hacia su pecho y rodearla con los brazos.

Otro punto sensible había sido tocado.
-¿Qué pasa? ¿Te duele algo?- preguntó preocupado el pelinegro.

Ella negó con la cabeza. Sus ojos desbordaban lágrimas.

El pelinegro apretó el abrazo un poco más. Sintió una opresión en el pecho, similar a la que había sentido hace un momento, es decir, le dolía verla sufrir. Lo único que podía hacer era aferrarse a ella para acompañar sus lágrimas y esperar a que se le pasara. Estuvieron así por un rato, hasta que la chica pudo tranquilizarse un poco.

-Sí me ha pasado.- musitó respondiendo la pregunta de Shota. El nudo de su garganta por fin la había dejado hablar.

Escuchar eso hizo que Aizawa se sintiera irritado, no, más bien enojado hacia la persona que la había lastimado.

-¿Quieres contarme?- preguntó él.

-¿Tú quieres escucharme?- preguntó ella de vuelta.

-Por supuesto.- dijo despegándose ligeramente de ella para mirarla a los ojos y después depositar un beso en su frente.

-Yo...- se aclaró la garganta. -Hace un año...- aún le estaba costando mucho hablar. Shota sería la primera persona a la que le contaría acerca de lo de Chisaki. -Tuve a mi primer novio, pero él... Él...- las lágrimas comenzaron a salir nuevamente de sus ojos. Era una experiencia muy complicada de contar.

-Tranquila.- Susurró Aizawa, recostando la cabeza de la chica nuevamente sobre su pecho.

-Es que...- trató de continuar. -Me estuvo presionando para que me acostara con él, pero yo tenía miedo porque jamás había estado con nadie y... Cuando acepté...- rompió en llanto nuevamente. Por mucho tiempo que hubiese pasado, aún sentía asco, odio y un enorme dolor.

-Tranquila.- susurraba Shota de vez en cuando para tratar de calmar a Camila.

-Él me lastimó... Le pedí que parara y no le importó... Después se fue y me cambió por otra y...- trataba de seguir hablando pero el nudo en la garganta se hacía cada vez más grande, así cómo la herida en su pecho que se abría nuevamente. -También les dijo a todos que intentaran llevarme a la cama, que era una zorra y que aceptaría fácilmente.-

Aizawa recordó lo que le dijo en su casa aquella vez, aunque no lo haya dicho con esa intención, entendió perfectamente por qué ella se había enojado tanto con él y tenía absolutamente toda la razón de hacerlo. Acariciaba su cabello con una mano y la sujetaba con fuerza con la otra, cómo si fuese a desvanecerse en cualquier momento. No conocía al tipo, pero lo odiaba con todo su ser.

-Lo peor de todo es que a nadie le importó.- añadió más tranquila. -Mis padres ni siquiera se dieron cuenta de que pasé días sin comer y sin salir de mi habitación. Es más...- soltó una risa irónica. -Traté de suicidarme en mi habitación y ni siquiera se enteraron. Tomé un frasco de pastillas, no sabía que eran, pero desperté dos días después en el piso de mi habitación.- hizo una pausa, tomó aire y secó las lágrimas que aún salían por sus ojos. -Mis supuestos amigos me dieron la espalda por completo y los que no, decían que estaba exagerando. Estuve sufriendo sola por mucho tiempo, hasta que me harté.- dijo secando las últimas lágrimas.

Shota escuchaba cada palabra que ella tenía para decir. Era un desastre, se veía tan frágil, quería protegerla de todo el mal que la rodeaba y que nadie más volviera a lastimarla y ese sentimiento venía de que ambos estaban rotos. Ambos habían puesto barreras para que nadie se les acercara, pero se fueron colando hasta tocar el interior de el otro.

Después de estar acostados un rato, Shota se recostó sobre la cama e invitó a Camila a hacer lo mismo. La rodeó con sus brazos y ella se acurrucó junto a él de una forma muy reconfortante.

-¿Desde cuándo se te ocurrió decirme Cami?- preguntó ella de pronto. Quería dejar los temas tristes para otro momento.

-Me pareció que era lindo.- respondió. -¿No te gusta?-

Ella sonrió y ocultó su rostro cerca de el cuello de Shota. -Casi nadie me llama así, pero me gusta. Sólo se lo permito a personas especiales para mi.- Susurró y cerró los ojos.

Shota sonrió. -¿Soy especial para ti?- Preguntó en voz baja

-Eres un tonto, pero sí, puedes considerarte especial para mí.- le dijo mientras sus mejillas se sonrojaban. Shota sintió un cosquilleo en el estómago y sintió cómo sus latidos se aceleraban.
Finalmente, ambos se quedaron profundamente dormidos.

FugazDonde viven las historias. Descúbrelo ahora