El infame estar y no estar

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✓REVISADO

—Momo Yaoyorozu.— saludó serio el chico bicolor, interrumpiendo la conversación de las chicas durante el almuerzo.

—Hola.— saludaron ambas chicas.

—Toma.— dijo Shoto y extendió otro sobre, igual al de Aizawa, para la pelinegra. —Tú y tu familia están invitados a un evento de caridad éste viernes.— explicó. Se le veía ligeramente nervioso.

Momo tomó el sobre. —Gracias.— dijo sonriendo.

—¿Vas a ir?— preguntó Camila.

—¿Bromeas? La familia Yaoyorozu está presente en cada evento importante en la ciudad, aún más si se trata de la gala de caridad de los Todoroki— explicó la pelinegra.  —¿Cierto Shoto?—  preguntó mirando al chico.

—Si.— se limitó a responder, desviando la mirada.

—Es otra buena razón para ir.— dijo Camila.

El bicolor esbozó una pequeña sonrisa. —Me alegra que no te hayas arrepentido.—le confesó.

—Ni muerta me perdería esa cena con tu padre.— dijo la castaña, bastante divertida.

—¿El señor Enji? No entiendo.— preguntó Momo confundida.

—Ah... Es un asunto entre Shoto y yo.— respondió la chica.

—Puedes contarle si quieres.— dijo Todoroki.

—De acuerdo.— dijo Camila. —Shoto y yo hicimos una apuesta, pero tengo que aguantar una cena con él y su padre. Dice que es insufrible.— le explicó a la pelinegra.

—Ten por seguro que nadie es más insoportable que mi padre.— dijo Momo, dirigiéndose hacia Shoto. —Es un controlador compulsivo.— añadió.

—Dudo mucho que sea más que el mío.— respondió el bicolor, entrando un poco más en confianza.

—¿Quieres apostar?— preguntó Yaoyorozu, bastante segura.

—¿Otra apuesta?— preguntó Camila hacía ambos.

—De acuerdo.— Afirmó Shoto y sonrió. —Me pregunto qué castigo les pondré—

—Ya lo veremos.— dijo Momo y estiró su mano para estrecharla con Todoroki.

—Trato hecho.— aceptó Shoto con una pequeña sonrisa en el rostro, apretando la mano de la pelinegra para cerrar la apuesta.

—Supongo que esperaré con ansias al viernes.— dijo Camila, ahora emocionada, no tanto por la apuesta, sino porque era la primera vez, desde que llegó a la ciudad, que realmente se divertía con algún amigo. A Aizawa no lo contaba, porque era otro tipo de diversión.

El bicolor se despidió y se fue, dejando solas al par de amigas.

—Cuando llegue a mi casa, le daré la invitación a mi padre. ¡Vamos esta tarde a comprar los vestidos!— dijo Momo bastante emocionada.

La castaña iba a decir que sí, pero recordó que Aizawa iría a verla. —No puedo. Tengo algo que hacer.— le dijo.

—¿Enserio? Puedo ayudarte si quieres y después nos vamos.— se ofreció Yaoyorozu, con tal de salir con su amiga.

—Ah... Es que haré una llamada con mis padres y no sé cuánto tiempo me tomará.— le mintió.

—De acuerdo.— dijo Momo resignada. —¿Mañana?— le propuso.

—Mañana.— afirmó Camila. Por suerte, Momo la apoyaba en todo.

Sonó el timbre, indicando que la hora del almuerzo había terminado, así  que ambas se dirigieron a su siguiente clase.

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