✓REVISADO
—Adelante. Pídeme lo que quieras.— dijo Enji. Estuvo esperando por semanas a que la chica pidiese algún tipo de remuneración, incluso llegó a pensar que nunca lo haría, sobre todo porque habían estrechado sus lazos debido a las constantes visitas y horas de conversaciones durante las últimas semanas, sin embargo tenían un trato, así que él debía cumplirlo.
—Ten sexo conmigo.— le dijo ella, mirándolo fijamente a los ojos, de manera fría.
El pelirrojo estaba confundido. No estaba entendiendo lo que pasaba. Ella era bromista de vez en cuando, pero esto le parecía de muy mal gusto. —Deja de bromear y pide de una vez.— respondió con cierta incomodidad.
—No es broma.— dijo ella, manteniendo su postura seria. —Dijiste que me darías cualquier cosa y eso quiero.—
Enji trataba de asimilar lo que estaba escuchando. Era algo que no podía cumplir. Tenía que admitir que la chica era hermosa, pero el la consideraba una buena amiga, eso sin contar el hecho de que bien podría ser su hija y además era mejor de edad.
—Imposible. ¿Por qué pides algo así?— seguía tratando de darle sentido a la petición. Él jamás le dió indicios de otra cosa, así que no comprendía el porqué Camila insistía con algo tan delicado.
—¿Lo harás o no?— preguntó molesta.
—N-No, no puedo.— dijo él con dificultad, moviéndose ligeramente para mantener un poco más lejos la distancia entre ellos. Sabía que con eso se tendría que despedir de la información sobre la vida de su hijo.
—¿Por qué?— preguntó ella. Empezaba a hacerse a la idea de que realmente no valía la pena. ¿Acaso ahora ni siquiera podía conseguir sexo casual? Se preguntaba.
—¿Cómo que por qué?— preguntó Enji escandalizado. —Empecemos por que eres menor de edad y eso me traería muchos problemas, además somos amigos, no me gustaría que esto se arruinara por algo tan incómodo.—
—No dije que quiero una relación contigo. Sólo quiero que sea una vez, pero tiene que ser ya.— dijo Camila, restándole importancia.
—Sigue siendo ilegal, además, ¿Cómo sé que no vas a decirle a nadie o que querrás hacerlo otra vez?— preguntó. Nunca la había visto así, con su mirada tan fría y calculadora, parecía que trataba algo y lo ponía muy nervioso el siquiera tratar de imaginar qué era.
—Hasta el momento nadie se ha enterado de que vengo a verte.— explicó ella para tratar de convencerlo. —Además, Shoto es mi amigo y no me gustaría que lo supiera. Te doy mi palabra de que lo voy a mantener en secreto.— dijo levantando ambas manos y después extendió su mano derecha para estrechar la del pelirrojo.
Él la miró con desconfianza.
—Recuerda que me lo debes.— añadió la chica.
—No sé, Camila.
—Por favor, Enji. Sólo una vez.— insistió ella.
Enji extendió su mano para cerrar el trato con la chica, convencido de que era un terrible error para ambos, ésta la estrechó y de inmediato se sentó a horcajadas sobre las piernas del pelirrojo
—Espera.— dijo él nervioso. No estaba listo.
—No.— dijo ella y lo besó.
Enji no correspondió en un principio, aún se sentía bastante conflictuado por todo lo que conllevaba acostarse con ella. En el pasado nunca fue caracterizado por ser un hombre moralmente correcto, estaba tratando de cambiar eso, pero Camila estaba tirando todos sus esfuerzos por la borda. Lo pensó un momento y, viendo las condiciones, creyó que lo mejor sería terminar lo más pronto posible con todo eso. Correspondió al beso de la chica, la sujetó por la cintura y comenzó a quitarle la ropa. Ella hizo lo mismo, se deshizo de la camisa del pelirrojo, dejando al desnudo su gran y musculoso torso.
—Aquí no.— dijo Enji, cargando a Camila y llevándola hasta la cama, dónde la recostó y apreció su hermoso cuerpo, junto con su tierno rostro ruborizado por el calor que desprendía. Completar su parte del trato, sería más fácil de lo que imaginó.
Terminaron de quitarse la ropa. La chica estaba impaciente, no porque de verdad deseara a Enji, sino porque estaba desesperada por borrar de su cuerpo todo recuerdo de Shota. No encontraba otra forma de hacerlo, llevaba mucho tiempo intentándolo sin éxito, suplicando que llegara el día en el que no sintiera la necesidad de sus besos, ni de su delicioso aroma a café, ni sus caricias. Se había vuelto adicta a él y tenía que olvidarlo de alguna manera, lo más pronto posible.
Después de una par de minutos de toqueteos y besos, Enji se colocó un preservativo e introdujo su miembro con sumo cuidado, creía que podría lastimarla, así que, una vez verificó que ella estuviera bien, comenzó a moverse, tomado un ritmo cada vez más rápido, dejándose llevar poco a poco.
Camila se sentía muy excitada, su cuerpo se sentía caliente, su corazón latía rápido y el placer se adueñaba de ella. Así debió ser siempre. En su interior no debía existir otro sentimiento que no fuese el placer.
La habitación se inundaba de los sonidos de placer que ambos dejaban escapar. El pelirrojo llevaba mucho tiempo sin sexo, ella también, por lo que sus cuerpos tenían la necesidad de ser satisfechos a la brevedad. Enji soltó un gruñido, sujetando firmemente la cintura de Camila, comenzó a embestir con más fuerza y con más velocidad, mientras la chica soltaba un agudo gemido de placer y finalmente llegar juntos al clímax. La sesión había sido intensa y apasionada, tal vez de lo más emocionante que ambos pudiesen disfrutar, sin embargo, para Camila aún había un detalle. Era duro admitirlo a sí misma, pero el contacto con el pelirrojo no se sentía para nada igual a lo que sentía con Shota. Él pelirrojo no le hacía sentir ese extraño, pero agradable, cosquilleo en el estómago, ni mucho menos lograba sentir la misma conexión, ni la tierna calidez de los besos y caricias que sentía en el pecho cada vez que él pelinegro exploraba su cuerpo.
—Gracias.— dijo Camila de pronto, con el mismo tono frío con el que había iniciado la petición. Hubo silencio un momento.
El pelirrojo sonrió algo avergonzado. Se había dejado llevar por completo, pero admitía que lo había disfrutado y mucho. —No deberías agradecerme por algo así.— respondió avergonzado para después acostarse junto a ella. —Dime una cosa.—
La chica se giró a mirarlo, esperando la pregunta.
—Hiciste esto por despecho, ¿No es así?— preguntó Enji.
La chica se quedó pensando un momento, así era, más o menos. —Podría decirse que sí.— respondió.
—No deberías hacer este tipo de cosas por un hombre, sólo te harás daño a ti misma. Dime, si yo me hubiera negado, ¿Habrías buscado a otra persona?— preguntó con preocupación.
De hecho sí. Camila no respondió, sólo frunció el entrecejo y apretó los puños.
—No sé demasiado sobre ti, pero sé que Shoto y Momo son tus únicos amigos, así que no lo harías con Shoto, por respeto a su relación. Buscarías a un desconocido, ¿O me equivoco?— dijo Enji, buscando que ella le diera una respuesta.
Una lágrima se escapó de el ojo de la chica. Enji comprendió perfectamente su comportamiento. la cubrió con una de las sábanas y la rodeó con sus brazos para poder abrazarla. Camila no era una persona fácil de entender, era bastante reservada con sus asuntos personales, sin embargo él entendía lo que era tratar de apartarlos a todos y se sintió identificado de cierta forma con ella. Estuvieron así por un par de minutos, mientras ella se tranquilizaba. Después de algunos minutos, ella cesó el llanto y el pelirrojo, al verla más tranquila, se levantó de la cama y se dirigió a darse un baño.
Ella se sentía tan sofocada, el vacío en su interior se había hecho más grande. Se había dado muchas veces el mismo discurso, pero nunca le había pesado tanto, como ahora que lo escuchó de Enji.
Al final no consiguió lo que quería. Por mucho que su cuerpo se hubiese estremecido, por mucho que hubiese sentido cómo acariciaban su cuerpo, por muchos besos que hubiese recibido, no fue suficiente, y no fue suficiente, porque simplemente no era Shota quien lo hacía. No se sentía de la misma manera.
Fue entonces que se dió cuenta. Había caído en la peor de las maldiciones y el más grande de sus temores: el amor.
ESTÁS LEYENDO
Fugaz
FanfictionTener sexo en un bar tal vez no sea la mejor forma de conocer a tu profesor. Historia en revisión. Una disculpa por las molestias que ésto pueda ocasionar.