Instinto Animal

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REVISADO

La noche de el sábado y la mañana de el domingo pasaron demasiado rápido, entre más conversaciones superficiales, juegos, risas y tener sexo un par de veces. Parecían estar disfrutando de la presencia del otro al máximo.

—Saldremos de regreso en un par de horas.— dijo Shota mientras acariciaba el rostro de Camila.

Estaban acostados en la cama, completamente desnudos, siendo cubiertos solo por una delgada sábana blanca.

—No quiero.— se quejó ella, mientras se aferraba al torso desnudo del mayor.

—Tengo que regresarte a tu casa.— dijo con una tierna sonrisa, ocasionada por el berrinche de la chica.

—No.

—¿No quieres volver?— preguntó tratando de convencerla.

—No.

El pelinegro comenzó a reír. Después de todo, ella sí era una niña. De todas formas tenían que irse, desgraciadamente no podían quedarse ahí para siempre, tenían que regresar.

—¿Todo listo?— Preguntó Shota. Estaban  a punto de partir de regreso a la ciudad.

—Eso creo.— respondió ella. Subió al auto, ahora sin ayuda. Su pie ya casi no dolía, tampoco estaba inflamado, estaba regresando a la normalidad, al igual que ellos.

Aizawa subió al auto y comenzaron el viaje de regreso.

Llegaron a casa de la chica, ella bajó de el auto y se despidió del pelinegro.

—Te veré mañana.— dijo Shota, un poco más serio. Le resultó complicado el baño de realidad.

—Hasta mañana.— dijo ella, casi forzando su sonrisa. Tampoco le fue fácil la despedida de su fugaz fantasía.

Aizawa puso en marcha el auto y emprendió el viaje de vuelta a su casa, dejándolos a ambos con una especie de vacío.

¿Qué pasaría ahora?, ¿Cuáles eran sus términos? Sabían que no podían tener una "relación seria", ninguno de los dos se sentía listo para eso, pero ese fin de semana habían compartido algo diferente, algo que no habían compartido con nadie más. Tal vez se habían complicado demasiado al compartir cosas tan personales, pero ninguno se sentía arrepentido por haberlo hecho. Entonces, ¿Qué estaba mal?

A la mañana siguiente, Camila se levantó y se preparó para salir a la escuela. Lo primero que cruzó por su mente fue enviarle un mensaje de "buenos días" al pelinegro, pero recordó que en todo ese tiempo no le había pedido su número telefónico. Decidió resolver ese asunto ese mismo día.

Cuando llegó a la escuela, lo primero que hizo fue tratar de encontrar a Shota. Llegó temprano para hacerlo con "calma", pero estaba ansiosa por poder verlo. De pronto lo observó a lo lejos. Se acercó tranquilamente y, ya estando a una distancia prudente, lo llamó.

—Profesor Aizawa.— saludó conteniendo la enorme sonrisa de alegría que sentía al verlo.

—Señorita Kaido, buenos días.— saludó él, siguiendo el juego.

—Necesito pedirle algo.— le dijo en un tono más bajo.

—Claro, dígame.—

—Necesito su...—

—¡Camila!— se escuchó un grito, interrumpiendo a la chica. Alguien la estaba llamando. La chica volteó a buscar con la mirada a quién había dicho su nombre.

—Shoto...— dijo a modo de saludo, aunque con cierta incomodidad.

—¿Interrumpo?— preguntó más tranquilo. El bicolor no se había percatado de que la chica estaba acompañada.

FugazDonde viven las historias. Descúbrelo ahora