La dama y el moribundo

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REVISADO

—¿Tienes algún pasatiempo?— preguntó Camila mientras observaba sentada desde el comedor, cómo Shota limpiaba después de comer. —Además de acosar a tus estudiantes.— añadió como broma.

Aizawa rió y negó con la cabeza. —¿Dormir cuenta como un pasatiempo?— dijo con sarcasmo.

—Creo que sí.— dijo ella, con algo de decepción. —Pero, ¿no haces algo más? No sé, jugar tetris, practicar algún deporte, ver películas, ¿Algo?— insistió para averiguar más sobre él. De pronto le había nacido una interesante necesidad por saber todo sobre él.

—Hace algunos años, coleccionaba figuras de acción de superhéroes.— respondió esperando la burla de la chica.

—¿De qué tipo?— preguntó ella.

—Los clásicos.— respondió algo sorprendido.

—Cómo por ejemplo...— dijo Camila incitando a que continuara.

—All Might, Endeavor, Gran Torino, todos esos. Aunque también me gustaban los más modernos, como Deku, Dynamight, Shoto...— la explicación de el pelinegro se fue extendiendo cada vez más y, mientras más seguía hablando, se emocionaba más. Camila hacía un par de preguntas de vez en cuando para seguirlo escuchando, cómo si se tratara de la cosa más interesante del mundo Aunque a ella nunca le habían llamado la atención los superhéroes, escuchar hablar al pelinegro de su afición le producía cierta alegría, más que nada por verlo emocionarse de esa forma.

—¿Y ya no los coleccionas?— preguntó ella enmedio de la plática.

—No... Ya no.— dijo con un tono entre tristeza y nostalgia.

La chica notó rápidamente el cambio en la expresión de Shota. —¿Por qué?— Se atrevió a preguntar.

—Digamos que no me traen muy buenos recuerdos.— Suspiró y forzó una sonrisa hacia ella. —Cambiemos de tema.—

—Bien. Entonces cuéntame ¿Por qué compraste una casa tan bonita si no ibas a usarla?— preguntó con un tono más alegre en un intento por contagiar al mayor.

—Tampoco quiero hablar de eso.— dijo cortante.

—¿Por?— preguntó, ahora muerta de la curiosidad. El semblante de Shota se ensombreció aún más y quería saber por qué.

—No quiero y ya.— dijo volteando su cuerpo completamente hacia el lavaplatos, dándole la espalda a la chica.

—Andaaaa— insistió ella con un tono de voz juguetón.

—No, Cami.—

—Sho...—

—¡Que no!— dijo levantando la voz y azotando las palmas de las manos sobre el fregadero vacío.

Camila dió un salto por el susto, su cuerpo comenzó a temblar y sentía una rara opresión en el pecho. El repentino estruendo del metal siendo golpeado por Shota le asustó, pero no fue el susto lo que la puso así, sino la dura forma en la que se dirigió hacia ella. No estaba entendiendo algo importante al parecer ¿Por qué no quería hablar sobre cosas de su pasado? O, ¿Por qué ella quería saber esas cosas de él?, O aún más importante, ¿Por qué le dolía de ese modo que él no se abriera con ella?

—Lo siento.— musitó ella, se levantó de la silla y, casi arrastrando su pie lastimado, se fue a la habitación.

Aizawa escuchó que la chica se fue, pero no hizo nada para detenerla, a pesar de sentirse terriblemente mal por haberle gritado. Había tocado un tema del que aún le dolía hablar.

FugazDonde viven las historias. Descúbrelo ahora