✓REVISADO
Durante toda la noche Camila estuvo inquieta. Si bien, el sofá no era precisamente el lugar más cómodo del mundo, lo que no la dejaba dormir era seguir pensando en Shota. Se había arrepentido de hacer las pases con él porque le hartaba ponerse nerviosa cada vez que se le acercaba, a la vez que le enojaba sentirse nerviosa. La convertía en un caos.
Toda la mañana de el martes estuvo dándole vueltas al asunto. Bien podría solucionarlo todo no abriéndole la puerta a Aizawa, pero no quería. Había un enorme conflicto dentro de ella debatiéndose entre lo que debía y lo que quería hacer.
La hora llegó finalmente. Se escuchó el timbre de la puerta. Camila se levantó de el sofá y se acercó lentamente a la puerta. Con cada paso que daba, sentía como si se estuviera acercando a su propia muerte. Tal vez estaba exagerando, pero así de desastrosa la hacía sentir el pelinegro. Abrió la puerta y ahí estaba él, con ropa bastante cómoda, alejado de el traje negro que solía llevar siempre, llevaba unos jeans, una camiseta negra de mangas largas un par de botas negras y una mochila al hombro del mismo color. Al parecer amaba tanto el negro como ella y, para ser sincera, no se veía nada mal. Se hizo a un lado para permitirle el paso, pero no dijo nada, no encontraba palabras para decir. Él entró también sin decir nada, entró hasta la cocina y ella con dificultad fue detrás de él.
-¿Qué haces?- preguntó con curiosidad. No le extrañaba que supiera dónde estaba la cocina, podía verse fácilmente desde dónde se había sentado la tarde anterior.
-Traje algunas cosas para que comas.- mencionó mientras colocaba sobre la mesa de la cocina tres charolas para transportar comida.
-No era necesario. He estado pidiendo comida a domicilio.- respondió un poco avergonzada. Sentía cómo si le tuviera lástima, cosa que no le gustaba. ¿Por qué otra razón le llevaría comida?
-No quiero que nos interrumpan.- dijo Shota mientras seguía sacando cosas de su mochila.
El pecho de Camila se aceleró de golpe. ¿A qué se refería con interrumpir? Su temperatura corporal se elevó ligeramente, haciendo que sus mejillas se pusieran rojas. -¿A... Interrumpir?- preguntó tratando de disimular su nerviosismo.
El pelinegro notó la reacción de la chica. Se dió cuenta de cómo ella temblaba ligeramente y mordió suavemente su labio inferior antes de atreverse a hablar. Le parecía fascinante verla así, tan frágil ante él, no porque se quisiera sentir superior a ella o algo por el estilo, sino por qué creía que estaba cargando con muchas cosas y esa actitud de chica ruda sólo era para disimular sus debilidades. Por alguna razón, quería seguir tratando de descubrir todo ese misterio que escondía.
Sacó una carpeta de la mochila y la lanzó sobre la mesa. -Te dije que vendría a darte clases para que no te atrases.-
Eso la avergonzó aún más, pero se negaba a demostrarlo. -Ah, si. Lo olvidé.- dijo fingiendo una sonrisa.
-Vamos a la sala. No es bueno que estés forzando tanto tu otro pie.- dijo Shota, rodeando la mesa. Se acercó a Camila con la intención de cargarla, pero ella se negó rotundamente.
-Iré caminando, gracias.- dijo zafándose rápidamente del agarre de el mayor.
-Tan testaruda como siempre.- dijo Shota negando con la cabeza.
Se sentaron uno junto al otro en la sala y comenzaron con la clase. La cabeza de la chica trataba de concentrarse en las explicaciones de su profesor, pero se distraía mientras observaba con cuidado cada detalle de su rostro. El tipo era guapo, lo admitía, pero también le gustaba observar los pequeños gestos que hacía al hablar, el cómo se arrugaba su entrecejo cuando se le complicaba explicar algo y la manera en la que sus suaves labios se movían al hablar, como si la invitan a besarlos.
-¿Camila?- preguntó Shota, quién le había hablado varias veces, pero ella parecía estar absorta en sus pensamientos.
-¿Eh?- reaccionó parpadeando rápidamente para salir de su trance.
Shota suspiró profundamente y pasó las manos por su rostro por la frustración. -Creo que lo mejor será continuar mañana.- dijo resignado.
-Si, claro.- Ni siquiera se atrevió a contradecirlo, no era la primera vez que se distraía de esa forma y pensó que debía ser frustrante para él estar explicando lo mismo una y otra vez sólo por qué ella le ponía más atención a su físico que a sus clases.
-¿Tienes hambre?- preguntó el pelinegro, mientras se ponía de pie.
-Si.- afirmó ella mientras veía al pelinegro ir hacia la cocina. Una vez que sintió que estaba fuera de su rango de visión, se golpeó el rostro con desesperación. "Maldita sea, parece que nunca has estado cerca de un hombre" Pensó.
Mientras tanto, Aizawa se encontraba dándose otro discurso. Se sentía patético por el hecho de siquiera tener que recordarse que lo que tanto deseaba hacer estaba prohibido. Después de enfriar un poco su cabeza, regresó al sofá con la comida, dónde la chica estaba disimulando su pequeña crisis.
-¿Todo bien?- preguntó el mayor.
-Si, ¿Por?-
-Tienes la cara roja.- respondió Shota, señalando justo dónde ella se había golpeado.
-Es el calor.- se excusó de inmediato.
-¿Te produzco calor?- preguntó Shota, tratando de provocarla. Obviamente no funcionó la reflexión de la cocina.
Al escuchar ésto, el rostro de la chica se tornó más rojo de lo que ya estaba. -¡No!- gritó y se cubrió con las manos.
Aizawa se acercó lentamente y la rodeó con sus brazos.
-¡Suéltame!- gritó Camila sin quitar las manos de su rostro.
-¿Por?- dijo imitando la voz de la chica en un intento de bromear con esa palabra que tanto decía.
-¡Por qué me pones nerviosa! ¡Ya suéltame!- gritó otra vez mientras soltaba patadas al aire.
Shota retiró sus brazos y se quedó mirándola, esperando a que dejara su rostro al descubierto. -¿Te pongo nerviosa?- dijo con una sonrisa en el rostro.
Había cometido un gran error al decirle eso, era verdad, pero no quería que lo supiera. Retiró sus manos lentamente y se encontró con los ojos de Shota buscando a los suyos.
-No me veas.- dijo ella, empujando el rostro del pelinegro hacia un lado.
-Perdón. Es que te ves muy bonita.- dijo esperando su reacción.
-¡Ya cállate!- le gritó y volvió a cubrirse.
-¿Nunca te habían dicho que eres bonita?- preguntó divirtiéndose con la reacción de la chica. -Hey, Camiii...- dijo canturreando mientras sus manos le hacían cosquillas por sobre los costados a la chica.
-Shota, ¡No! ¡Ya para!- decía ella en un ataque de risa.
-¿Por?, ¿Por?, ¿Por?.- seguía burlándose mientras arrinconaba a punta de cosquillas a la chica en el sofá, acercándose cada vez más a ella, al punto de quedar con su rostro a escasos centímetros. Ella estaba completamente sonrojada, cubierta por una ligera capa de sudor, mientras que sus suaves labios aún dibujaban una pequeña sonrisa. Él sintió cómo sus latidos aumentaron su velocidad con fuerza, se sentía tentado a besar a su alumna otra vez y ella, en el fondo, rogaba por que él lo hiciera.
El pelinegro entró en razón antes de pasar la línea, volvió a sentarse de manera correcta y la observó una última vez. -Supongo que es hora de que me vaya.- dijo, dejando de lado su comida y ella sólo asintió con la cabeza.
Shota se acercó lentamente al oído de la chica, susurró -Nos vemos mañana, niña bonita.- y depositó un ligero beso sobre su mano derecha, que seguía posada sobre su mejilla. Finalmente, tomó su mochila y salió de la casa.
El corazón de la chica latía tan fuerte que creyó que en algún momento iba a morir. No dejaba de sorprenderla cuán alterada podía estar por culpa de Aizawa, si fuese sincera con ella misma, aceptaría que el tipo le gustaba más que cualquier hombre que hubiese conocido últimamente, sin embargo continuaba en negación.
Tenía que hacer algo para sacarlo de su cabeza.
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Fugaz
FanfictionTener sexo en un bar tal vez no sea la mejor forma de conocer a tu profesor. Historia en revisión. Una disculpa por las molestias que ésto pueda ocasionar.