10. Kyungsoo

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Hoy Kyungsoo regresó del aeropuerto. Su padre se fue a Tailandia a hacerse cargo de un puesto importante en el banco que trabaja. Aparentemente su asenso es algo muy serio y bueno para ellos, aún así tiene sentido que  él y su mamá estuvieran tristes al verlo irse. Él los va a visitar con frecuencia, pero sé que no es lo mismo que vivir con él, pasar cada día juntos. Lamento tanto que esté pasando por esto, así que intenté animarlo con una comida deliciosa. Todavía debo aprender mucho en la cocina, pero algo puedo hacer. 

Jongin limpiaba el desastre que había causado mientras su madre se preparaba para ir a trabajar y lo observaba con cierta curiosidad. ¿Por qué, entre todas las cosas, había decidido cocinar para su amigo? Conocía su situación, su padre se había ido lejos por un tiempo y estaba decaído, pero su hijo jamás había intentado tener un detalle así con nadie más.

–Asegúrate de calentar eso cuando se lo des de comer. No creo que sepa bien frío– le aconsejó.

–¿Si lo guardo en el envase igual se va a enfriar?– preguntó asustado el chico.

–Cariño, eso ya está frío. Así lo guardes en un envase especial no sabrá bien si se lo llevas así a Kyungsoo. ¿Por qué preparaste eso en vez de guarniciones que se puedan comer frías o que sean fáciles de calentar?

–Quiero hacer algo especial. Kyungsoo ha estado decaído desde que su papá se fue. Al parecer tiene mucho trabajo y no podrá venir en un tiempo. Su mamá también está muy triste.

–Eso es muy lindo de tu parte, cariño. Pero no exageres mucho con la comida. No van a poder acabarse todo esto en un par de días. Tengo que irme, ¿puedes terminar solo?

–¡Si! Gracias por todo, mamá.

Jongin fue hasta la casa de Kyungsoo a prisa, porque temía que su arduo trabajo terminara en desastre. Si servía rápido la comida, tal vez no tendrían que recalentarla. Era temprano en la mañana y un desayuno sorpresa podría ser una buena forma de sorprender a su novio. Golpeó la puerta y timbró, pero nadie parecía estar en casa.

–Es demasiado pronto. ¿Seguirá dormido?– se preguntó a sí mismo.

Kyungsoo contestó el teléfono en el tercer intento. Se sorprendió mucho cuando supo que su novio estaba fuera de su casa en medio de la semana, tan temprano. Se apuró a dejarlo pasar, todavía con el cabello mojado, porque se había estado bañando.

–Lo siento tanto. No escuché el teléfono porque estaba en la ducha. ¿A qué se debe esto?

–¡Sorpresa! Es un desayuno. Lo hice yo mismo– Jongin sonrió encantadoramente y mostró los recipientes donde había traído la comida.

–¿Cocinaste para mí?– Kyungsoo parecía conmovido y ayudó a su visitante a arreglar todo lo que había traído. –Vaya, es mucha comida. 

–Quería sorprenderte– admitió el chico.

El dueño de casa se acercó y tomó el rostro de Jongin para besarlo. En un inicio pensó que quería darle una pequeña muestra de afecto como agradecimiento pero, en cuánto estuvo cerca y tocó su piel, se desesperó. El magnetismo que sentía al estar cerca del otro chico era absurdo. Ambos se atrajeron hasta pegarse el uno al otro mientras se besaban. Pero, de la nada, Jongin se separó.

–Espera... ¿tu mamá?– quiso preguntar, cosa que le resultó difícil, porque Kyungsoo abría los botones de su camisa.

–Está haciendo trámites para ayudar a mi papá. Salió hoy temprano– explicó mientras se acercaba a besar el cuello del otro. –Yo iba a comer algo en el camino. Tu sorpresa me arregló el día.

Jongin estaba emocionado de escuchar esas palabras, pero su mente no pudo retener eso mucho tiempo. Quería apretar a Kyungsoo en un abrazo que los juntara hasta sentirse satisfecho. Pero parecía imposible, jamás tendría suficiente de él para saciarse. Tomó los muslos del chico y lo incorporó en el mueble de la sala, mientras sus bocas hacían todo lo posible para no separarse.

Jung-gan-eDonde viven las historias. Descúbrelo ahora