Capítulo VI

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"Manos que dan nunca estarán vacías." Muchas veces se ha escuchado esa frase; y, sin embargo, ¿cuántas veces se ha puesto en práctica? Se podrían contactar con la mano, no cabe duda, lastimosamente, hoy son muy pocas las personas que apoyan a las instituciones de bien social, en ellas hay cientos esperando donaciones para poder crecer y ayudar a muchos más. Las obras de caridad, se pueden ver reflejadas desde la más mínima; la más común es dar una simple moneda a un necesitado, ya sea que esté en una esquina golpeando incontables veces un vaso, o los que se suben a un autobús para pedir ayuda, la mayoría explica de sus padecimientos y demás. Solo que, a veces la desconfianza se hace tan grande que, se ignora a la persona en lugar de ayudar sin importar cuál sea su verdadero motivo, se agacha la cabeza intentando pasar como desapercibido. Están las obras más grandes, donar millones de dólares a obras sin fines de lucro (algo difícil de ver en estos tiempos), en su mayoría se mantiene en el anonimato, otros solo quieren unos minutos de "valiosa" publicidad. No obstante, existen obras que son aun más valiosas, aquellas tan pequeñas y tan grandes como una semilla de mostaza cuando crece, aquellas que no son materiales, sino humanitarias y espirituales, hay de todo un poco, toda obra cuenta, siempre y cuando se haga de todo corazón y no verse como una obligación hacerlo.

Este es el ejemplo de aquella rubia que, con cuyos puede reflejar la transparencia de su alma, más no es perfecta, es un ser humano que se ha cansado de ver tanto sufrimiento. Sin duda, si fuera un superhéroe sería de las más poderosas, no tanto en sentido físico, sino en el gran corazón que posee. Al menos, así lo cree Lena Walsh, en un principio pensó que solo sería un día de suerte, encontró a su "defensora", le ayudó a combatir un día de hambre (como cualquier otro en su vida), le compró ropa y, muy importante, no solo a ella, también lo hizo con su familia. Desde que escuchó las palabras "techo" y "digno", su boca se secó, su mundo se detuvo por completo. ¿A qué se refería Kara? Se preguntaba sin poder gesticular la pregunta en voz alta.

— ¿Len? — sintió como alguien la sacudía, era Samantha — ¿Estás bien? — asintió viendo las miradas de preocupación — Parece que viste un fantasma.

— Lo siento — comenzó a frotar sus manos — Es que, me parece haber escuchado mal a Kara.

— ¿Mal? — frunció el ceño la rubia — No, Lena, escuchaste bien. Ustedes vendrán conmigo.

— Kara, mira, agradezco todo lo que me has dado, ni en el mil años pensé que sucediera algo así — se acercó a ella para tomarla de sus hombros — Sin embargo, creo que es una locura lo que intentas hacer, ¿cómo puedes darnos una casa? — Alex mordisqueaba su labio inferior observando junto a la morena el desenlace.

— Lena — respiró hondo — Sí, estoy ofreciéndoles una casa porque puedo dársela — se separó de ella — Y, no, no se trata de demostrar que tengo mucho poder, ni nada, lo hago porque me nace.

— Yo entiendo, Kara — bajó su mirada unos segundos — Y, ¿te has puesto a pensar qué dirán tus padres? ¿Qué dirán tus amigos si se dan cuenta?

— ¡Me vale mierda! — vociferó mordiendo con fuerza su labio — Yo no tengo amigos, yo tengo dos hermanos de corazón, son Alex — la señaló — Y Winn — lo mencionó — A él algún día lo llegarán a conocer. Solo permítete estar en un lugar mucho mejor, permitánse hacerlo — cruzó sus manos — Han pasado muchas pruebas dolorosas, muy dolorosas, eso lo sé. Y les comento que posiblemente no podría sobrevivir más que unos días — Alex asintió señalándose así misma — Por favor, Lena, no lo hagas por mí, o por ti, hazlo por Samantha que espera un hijo, hazlo por tú madre — la señaló con la mirada perdida.

Lena miró a su mejor amiga que tenía un claro gesto de súplica, a su madre que su seguía inconsciente recibiendo el suero y, finalmente a los pequeños cachorros, ellos solo estaban acostados uno sobre el otro buscando calor ante el frío que empezaba a hacer. "Yo no puedo negarles esto a ellas", suspiró cerrando sus ojos asimilando todas las palabras, sintió como sus labios empezaban a temblar, síntoma claro de que lloraría en cualquier instante. Abrió sus ojos sintiendo como su vista se nublaba por las lágrimas y asintió varias veces con su cabeza a Kara.

El Amor En Un Compás Donde viven las historias. Descúbrelo ahora