Capítulo XIV

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Kara iba recostada en el asiento leyendo un libro, no uno cualquiera; Cartas de amor para Susan, cuya escritora era nada más y nada menos que su amada Emily Dickinson. Se sentía tan relajada con su lectura, cada poema le llegaba a lo más profundo de su ser, en cada verso solo podía pensar en Lena. Sus bellos ojos, su hermosa sonrisa, su risa cuando se lograba reír de sus tonterías, la forma en que expresaba su amor por ayudar a quienes fueron sus compañeros de calle durante años, amaba como su cuerpo se movía con el compás de la música, amaba como irradiaba una luz inalcanzable, toda una estrella, Lena una estrella y el que dijera lo contrario estaba equivocado. Estaba tan enamorada, bajó unos segundos el libro para prestarle atención a sus pensamientos, todavía tenía un nudo en su garganta, verla tan triste porque se iba de viaje le dolió mucho, una estaca clavada en su propio corazón, por poco la hace arrepentirse de haber tomado ese avión, no obstante, sabía que la decisión fue correcta. Confiaba en sus amigos, su familia, iban a cuidar de ellas como si de ello dependiera su vida.

Decidió colocar el separador para cerrar el libro y bajar la cortina, tuvo suerte de que le tocara sola en los asientos ejecutivos, podía sentirse con libertad, podía salir cuantas veces quisiera al baño sin estar disculpándose por golpear a la persona vecina. Iba a ser un poco largo el vuelo, como era directo iba a durar casi doce horas para llegar a Dublin, Irlanda. Suspiró eliminando un poco la ansiedad que sentía, era un país desconocido y, por ende, sería una aventura un tanto riesgosa, solo esperaba no llegar a perderse a pesar de que su mejor amigo le dio la dirección de Eleonor Walsh, aparentemente era una florista que ya casi estaba entrando en la tercera edad. Le daba curiosidad conocerla, porque si Lena era prácticamente la gemela de Elizabeth, esta segunda debía parecer a su madre, o eso suponía Kara.

Su estómago sentía un ligero gruñir, comenzaría por ordenar su cena, moría de hambre, quizá debió programar el viaje en la mañana para llegar en el día, ya daba igual, estaba ahí sentada escuchando apreciando el cielo desde el aire. El salió de LAX a las ocho en punto de la noche, llegaría a las ocho de la mañana si no surgía inconveniente alguno. Sacó su móvil para mirar la hora y, en lugar de eso, se quedó mirando el fondo de pantalla, era la foto que se tomó con Lena en el almuerzo "navideño", ayer fue un gran día para ambas, disfrutaron tanto.

— Oh, Lee — sonrió mirándola — No sabes cuánto odio estar ocultándote la verdad.

Dejó caer su móvil en el regazo, frotando sus ojos con suavidad, se preguntaba si sus padres estarían conscientes de ella estaba viajando antes de Navidad hacia Irlanda y luego para encontrarse con su tía Astra y su tío Noon. Descubriría toda la verdad, descubriría por qué tanto les disgustaba hablar sobre su país natal, Alemania. Tenía tantas preguntas y necesitaba tener respuestas para vivir su vida sin tener esa espina en su pecho.

— Solo quiero saber la verdad — murmuró cerrando los ojos un momento inclinándose hacia la pantalla táctil que tenía el asiento.

Miró las diferentes opciones de comida, casi pidió de todo, no le importaba si debía pagar alguna diferencia, su hambre era arrasadora porque estaba mezclada con ansiedad.

Minutos posteriores a su orden, la azafata llegó con una sonrisa coqueta para entregarle su cena. Iba con su típico uniforme formal azul y, lo más "curioso" era que tenía los botones de su blusa interna blanca desabotonados casi llegando al busto.

— Qué disfrute su cena, señorita — se inclinó un poco hacia adelante dejando sin ninguna pena sus pechos en su rostro. Kara le sonrió con un pequeño asintamiento y una vez se alejó solo rodó los ojos.

¿Qué podía decir? Se terminó acostumbrando a las intensas insinuaciones que le hacían tanto hombres como mujeres. La rubia no, simplemente tenía ojos para Lena. Ladeó su cabeza rodando otra vez sus ojos con una sonrisa burlona para comenzar su cena.

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