Capítulo X

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Pasadas las 9:00 P. M. Kara abrió la puerta principal del hogar Zorel, suspiró con cierto aire melancólico cerrándola con suavidad detrás de sí. Tenía la vista gacha sin percatarse que sus padres estaban ahí, trabajando con sus portátiles en el regazo, tan concentrados como si no hubiera un mañana, no se extrañaba, siempre resultaba lo mismo, a cualquier hora y en todos los rincones de su hogar los encontraba de esa forma. Negó con su cabeza dudativa, no sabía si debía seguir hacia su cuarto, o detenerse en breve para darles las buenas noches. Optó por lo primero, se sentía un poco cansada emocionalmente para enfrentar a sus padres presentes en cuerpo, pero carentes de alma; no recordaba cuándo fue la última que tuvieron un paseo familiar, verlos animándola en partidos de tenis, golf, o surf. Quiénes la iban a apoyar en los partidos eran los señores Danvers, Alex y Winn, con ellos podía sustituir un poco su vacío. "Uno también se acostumbra a las ausencias. Al silencio, al paso lento del tiempo, a llorarse los fracasos. Uno se acostumbra a caminar sin rumbo, a las noches de invierno y a darlo todo y recibir nada." (Anónimo).

Colocó el bolso en su lugar desnundándose para darse un baño, quería llorar bajo el agua, dejar que su alma se aliviara por medio de su llanto."El amor no está hecho para ti, Kara Zorel. Tus padres son esclavos de su propio trabajo y, te enamoraste, ¿por qué no pudo ser otra persona y no mi mejor amiga?" Abrió el grifo sintiendo como sus lágrimas empezaban a apoderarse de sus mejillas, no ayudaba en nada recordar con fuerte resonancia las palabras de Elizabeth y la conversación que tuvo con Alex en una cafetería aledaña a su antiguo taller.

Recuerdo

Kara esperaba que, Alex terminara su larga despedida con Samantha, recostada en la puerta de su auto, estaba tan pensativa que no sintió su presencia.

— Listo, podemos irnos — tenía una sonrisa soñadora y enamorada — Oh, por ese rostro tuyo significa que debemos hablar. ¿Pasó algo importante con Lena, o Elizabeth?

— ¿Podemos ir a nuestra cafetería preferida? — le pidió un tanto cabizbaja. Alex asintió un pequeña sonrisa.

— Te sigo.

El trayecto era corto, no quedaba lejos de su antiguo taller, o sea, el departamento. Trataba de que su mente se concentrara solo en conducir su auto, era el primero que tuvo, un Rang Rover Evoque de color rojo, su favorito. Miraba algunas veces por medio del retrovisor para cerciorarse que su mejor amiga estuviera detrás suyo y no algún lacayo de Lex Luthor, ya conocía bastantes. Colocó la señal intermitente para indicarles a los demás conductores que iba a doblar.

Una vez estacionadas, entraron en silencio saludando a su buen amigo Alvin, o mejor conocido como Al. Se sentaron en su mesa preferida, esperando que el buen hombre robusto y moreno les trajera su orden habitual.

— Bien, soy toda oídos — le dijo una vez sentadas frente a frente — Pero, antes déjame preguntarte algo, ¿sucedió algo con Lena? — Kara solo suspiró — Entró hecha una furia hacia su cuarto.

— Algo así, Alex, todo sucedió en el Red Queen — comenzó a contar — Algunas chicas pensaron que éramos novias, ya sabes cómo soy con Lena.

— Sí, amiga, ni lo menciones.

— Aquí está sus pedidos favoritos, chicas — les sonrió Al colocándolos en la mesa.

— Gracias, Al, eres un amor — le dijo Alex con una sonrisa igual que Kara.

— ¿Qué puedo decir? Son mis clientas favoritas — les guiñó el ojo alejándose hacia el mostrador de nuevo.

— Prosigue — tomó un poco de café haciéndole un gesto con la mano.

— Como te decía, algunas chicas piensan que somos novias, ambas escuchamos.

— De acuerdo — alzó su ceja interesada — ¿Qué comentó al respecto ella?

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