Capítulo XVIII

1.7K 204 49
                                    

"Hay que tener valor de decir la verdad, sobretodo cuando se habla de la verdad." (Platón).

Se pusieron al día en media celebración, festejaban que Kara había regresado y, muy secretamente, celebraban que tuvo éxito con el tema de las Walsh, les generaba felicidad saber que la familia irlandesa estaría pronto reunida. Cuando acabaron con su comida china, se volvieron exasperados y con mucho exceso de emoción abrir los recuerdos y probar los dulces que esta les había traído de Alemania, no supo en qué momento retrocedieron el tiempo para volver a ser niños, ya de por sí su actitud estaba siendo demasiado infantil y eso la hacía reír. La rubia aprovechó para escuchar con mucha atención lo que Lena le contaba en el auto, todo se trataba sobre el concurso y sus más vivos temores; olvidar la coreografía, o quedarse paralizada cuando viera a los espectadores centrarse solo en ellos dos. Ninguna de las veces tocó el tema Luthor, suponía que no era el momento para abrirse sobre ese tema.

Ahora que había regresado a Estados Unidos, en su corazón se instaló un presentimiento, con el pasó de los minutos, algo no estaba bien y lo sabía, Lex Luthor nunca se mantenía tanto tiempo en silencio, excepto que estuviera planeado algo, pero, ¿qué? Esa pregunta comenzó a expandirse por toda su materia gris, algo planeaba el medio hermano de Lena y debía descubrirlo antes para arruinar sus diabólicos planes. Le dolía la boca del estómago con solo pensar en que podría herirla, o algún tipo de daño solo para forzarla a hacer algo que tal vez ella no quisiera, donarle su médula. Si debía arriesgar más su propia vida para salvarla, lo haría, porque su ojiverde hermosa ya tuvo bastante sufrimiento desde que nació por culpa de Lillian Luthor.

— ¿Irás a cenar con nosotras, cariño? — le preguntó Lena acariciando la palma de su mano.

— Hoy no, Lee — se recostó en el asiento para mirarla mejor — Debo hablar con mis padres, quiero que al fin te conozcan — Lena le sonrió asintiendo — Prometo que mañana tendremos una magnífica cita, me gustaría reponer el tiempo que no estuvimos juntas.

— Me gusta como suena esa idea, esta vez seré yo la que haga nuestra cita — Kara hizo un gesto gracioso — Oh, no, nada de pucheros, ya has hecho suficiente.

— Está bien, Lee — soltó una pequeña risa cansada — Me encanta cuando se te forman esos lindos hoyuelos en tus mejillas.

— Ew, seguimos aquí — molestó Samantha rompiendo el momento haciéndolas reír con fuerza.

— ¡Sam! — la regañaron los demás al unísono y esta rodó los ojos.

— ¿Qué? Después comienzan a ponerse de manitas sudadas y hay niños presentes — señaló a Ruby haciendo que ambas se sonrojaron.

— ¡Samantha, qué mente tan sucia tienes! — la regañó Lena con el entrecejo arrugado — ¿Escuchaste, mamá? Deberías prohibirle que se encierre en su habitación con Alex.

— Sí, mi amor — Elizabeth miró seriamente a Sam — Eso de cerrar la puerta no me parece muy correcto, Sam. ¿No será que tú eres la que tiene las manos sudadas?

— ¿Ves lo que provocas, Sam? — escucharon el murmullo de una Alex dolida y los demás fruncieron el ceño, no querían imaginarse que hacían en esa habitación.

Poco pasada las dos de la tarde, Kara se despidió de todos y le agradeció a los señores Danvers por haberla dejado en su departamento, se sentía muy agotada, ya sentía como el jet lag comenzaba a afectarle. Saludó a algunos vecinos con una media sonrisa y mano para abrir la puerta. Atravesó el umbral con un gran bostezo, pero antes de cerrar un pie detuvo que lo hiciera, con el corazón latiéndole con fuerza se giró.

— ¡Dios, Lee! — cerró sus ojos intentando calmar su corazón — Casi me da un paro aquí mismo — Lena le sonrió un tanto apenada atravesando el umbral con pena — ¿Qué haces así, cariño? No es que me moleste tú preciosa presencia, solo me extraña.

El Amor En Un Compás Donde viven las historias. Descúbrelo ahora