Capítulo XV

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"La verdad puede ser estirada pero no puede ser rota, y siempre se sale por encima de la mentira, al igual que el aceite sobre el agua." (Miguel de Cervantes). La verdad siempre salía a la luz en el momento que nadie más se lo esperaba, podrían estar callados los vientos y mares; pero, el día en que todo se acomodaba para dar paso a una enorme tormenta, llegaba. Kara se estaba encargando de eso, empezaba a abrir cada una de las perciadas que creía convenientes para generarle paz a la familia Walsh, se lo merecían ññdespués de tanto tiempo creyendo que Elizabeth, una de las suyas, había muerto, en realidad, lo que estaba muerto a partir de ese momento era la mentira.

Podía pasar horas y horas sentada entablando conversaciones como excusa para seguir comiendo, quedó encantada con el té y fascinada por las galletas que Eleonor le dio mientras le contaba toda la verdad detrás de aquel documento que Lillian Luthor le mostró en ese año tan angustioso para su corazón de madre, eso era lo principal, su hambre quedaba en segundo plano, casi. Aquella hermosa anciana no paraba de llorar escuchando todo aquello, como su hija y nieta no tuvieron una vida digna. Kara ajena a hacer alarde de lo que hizo, le contó como conoció a Lena y como desde ahí se hizo tan unida a ella, claro, omitió el detalle de su evidente enamoramiento hacia la menor Walsh, le ayudó a empezar de nuevo y como se lo merecían.

La rubia sostenía su mano dándole pequeñas caricias reconfortantes para que su llanto se detuviera, observaba como su mirada se encontraba perdida, se notaba como estaba sumergida en sus pensamientos. Le dolía, le dolía tener que ver a una madre desgarrada y se preguntaba si alguna vez la matriarca Luthor se vio así de frágil, se preguntaba si esa mujer estaba tan rota por la noticia de que su único hijo estuviera padeciendo de cáncer y con poco meses de vida. Ahí estaba pagando un alto precio por su maldad, no creía que fuera capaz de llorar y menos casi un diluvio como Eleonor.

— Dios mío, no puedo creer que esa mujer haya sido tan horrible — limpiaba sus ojos cansados con un pequeño pañuelo.

— Esa mujer es como el demonio en persona, señora Walsh — refutó con enojo limpiando sus ojos — Pero todo eso cambiará, Elizabeth pronto podrá volver a casa. Solo necesito su ayuda, necesito unos documentos que confirmen para qué ingresó a Estados Unidos. También una copia del expediente judicial, así demostraremos que no tiene pena alguna.

— ¿Qué necesita mi hija? — preguntó determinada — Todavía tengo intacta su habitación, ahí deberíamos encontrar algo. O sino iremos directamente por los documentos judiciales.

— Iniciemos por la habitación, entonces — le sonrió con convicción empezando a seguirla.

Subieron unos pequeños escalones que daban hacia el piso de arriba, Kara miraba las distintas fotografías que adornaban la pared, todos los parientes de Lena eran atractivos, piel pálida y casi vampírica. Intentó no distraerse más para retomar el ritmo de la señora Walsh que se detuvo frente a una pequeña puerta rústica.

— Son veinticinco años de no entrar, Kara — la rubia suspiró dándole un pequeño asintamiento ante su nostalgia — Saber que está viva lo cambia todo.

— Volverán a estar juntas, señora Walsh — le apretó con cariño la mano que tenía en el pomo — Yo me aseguraré de que así sea — Eleonor sonrió y bajó unos instantes su mirada.

— Agradezco todo lo que estás haciendo por ellas — le dijo con sinceridad mirándola fijamente a los ojos — Y, por lo que tus ojos reflejan, se nota que sientes algo especial por mi nieta.

— Yo, yo no voy a mentirle — rascó su mentón con suavidad tratando de apaciguar sus nervios — Estoy completamente enamorada de Lena, espero que no le moleste.

— ¿Por qué habría de molestarme? Soy vieja, pero no soy anticuada — comenzó a reírse — El amor, es el amor. Si mi nieta siente lo mismo, puedes asegurar que contarán con mi bendición.

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