Epílogo

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"El amor no entiende de tiempo. Cuando llega, llega, no importa que conozcas a esa personas desde hace cinco años o un simple cruce de miradas. Porque el amor es algo tan poderoso que escapa al control del tiempo, simplemente porque es algo que no se puede medir con nada." (Anónimo).

Transcurrió un año, sí, un año lleno de diferentes matices, más tristes que dulces, ese tiempo le sirvió para muchas cosas, fue una gran ayuda para su crecimiento personal, dedicarse a lo que real y verdaderamente le gustaba, pintar. Se mantuvo todo el tiempo ocupada en su propia galería de arte, ZorArt's, pequeña y con gran crecimiento en la inmensidad de Londres. Cuando tomó sus maletas, por una decisión compulsiva, en aquél doloroso día, vendió todas sus pertenencias, consiguió el primer vuelo hacia ese país europeo y se sumergió sin mucho dinero a esa aventura, no miró hacia atrás, a pensar de tener mucho miedo de fracasar. Sin embargo, no fue así, no estaba sola, sus padres al enteraste de sus verdaderas pasiones, invirtieron un poco de capital para que se pudiera establecer en algún local. Nadie le dijo que sería fácil, mas no era tan difícil después de todo.

Llegó con el corazón roto, no quería entablar relaciones de ningún tipo con nadie, solo quería sanarse así misma del hueco tan profundo que le dejó el amor de su vida, sí, seguía considerando a Lena como el amor de su vida muy a pesar de que se limitara a guardar silencio ante su explicación, nunca la buscó. De ella supo muchas cosas que sus mejores amigos le decían por video llamadas, padres, o por medios de comunicación estadounidenses. Abrió su propio hospital para ayudar a los habitantes de la calle, así como un refugio para los mismos, se enteró de que varios de sus invenciones en ZA. Corp, estaban dando frutos en la ciencia. Y, que la pasión por el baile los llevó a ser campeones mundiales, Lena estaba recibiendo todo lo que mereció vivir desde pequeña, el mundo sabía que una Luthor no reconocida por esta dinastía.

Supo que Elizabeth finalmente estaba viendo en Irlanda con su madre, les estaba yendo muy bien en la floristería, estaba volviendo a ser una de las mejores. Muchas veces, la señora Walsh le pidió disculpas llorando por haber causado que su hija y ella tuvieran ese final, Kara nunca la culpó, porque siempre entendió que era un secreto no suyo y que tenía responsabilidad de él, bueno, eso lo aprendió con el tiempo.

Sus mejores amigos estaban muy felices con sus relaciones, Alex se había comprometido con Samantha. Winn y Lucy estaban iniciando su etapa paternal adelantada, tenían planes de casarse a futuro, Kara no dudaba de que así iba a ser y ella iría por supuesto a sus respectivas bodas.

Estaba sentada en su taburete terminando un cuadro importante, la persona que había pedido el cuadro era desconocida, no sabía de quién se trataba ni sus socios tampoco, era un misterio. Tenía uno de sus pinceles en su boca mientras utilizaba uno más pequeño para los detalles más finos, era un hermoso atardecer en una playa, tenía una canasta llena de frutas y una botella de vino, en el cielo habían diversas notas musicales que reconocía fácilmente, Strauss. Era extraño, si se lo preguntaban, casi siempre los clientes dejaban que su creatividad se encargara de crear un cuadro original y no una idea que ellos mismos planeaban.

Estaba tan concentrada que no escuchó los pasos de alguien acercarse, siguió haciendo su trabajo. Aquella persona había ignorado el letrero que anunciaba estar cerrado y que hasta cierta hora volvía a abrir, o Kara siempre resultaba ser muy confiada de que no entrarían a robarle.

— Me encanta como va quedando mi cuadro — Kara se levantó con brusquedad tratando de no tirar el lienzo casi terminado y se giró hacia esa persona.

— Lena — respondió Kara un tanto reacia mirándola fijamente ignorando lo hermosa que estaba Lena con un vestido azul ejecutivo y a su corazón que latía muy fuerte.

— Hola — le dio un saludo básico sin saber cómo actuar ante la mujer que amaba y no supo valorar en su momento por ego.

— ¿Qué haces aquí? — agarró la toalla de su cinturón y se limpió las manos dándole la espalda — No suelo dejar que mis clientes vean los lienzos incompletos.

El Amor En Un Compás Donde viven las historias. Descúbrelo ahora