Capítulo 16: Mío

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No intentó hablar conmigo en ese momento, y realmente fue lo mejor que pudo hacer. A la mañana siguiente lo escuché salir de su habitación mientras yo me mantenía quieto en la cama. Por unos segundos no hizo ruido, entonces bajó las escaleras. No me moví de mi lugar hasta que estuve seguro que me había quedado solo en la casa.

Así duramos tres días. No nos veíamos a la cara porque yo me refugiaba en mi escondite cuando él llegaba a su casa. El cuarto día fue cuando coincidimos en el pasillo. Era demasiado temprano para su regreso, por lo que, nunca imaginé encontrarlo al salir de la ducha.
Estaba recargado en la pared junto a su puerta, pero no hizo ademan de acercarse, solo me observó y pude notar en sus ojos lo que estaba pensando. A pesar de la bata que llevaba puesta, él conocía mi cuerpo desnudo.
Tragué en seco mientras me arriesgaba a mirarlo a los ojos. Quería ver algo, lo que fuera, ¿dolor? ¿Arrepentimiento? ¿Enojo? Algo que me demostrara que esta lejanía le estaba afectando como a mí... Pero no supe leerlo, no desde aquí.

Me di por vencido y regresé a mi habitación, me vestí y después me metí a la cama en silencio. Estaba a punto de oscurecer, pero si él estaba en casa no pensaba bajar a cenar.

Era entrada la noche cuando dejé de leer y me acomodé de nuevo en la cama, entonces escuché la puerta de mi habitación ser abierta, por lo que, me giré de golpe para verlo. Mi cansancio se había ido por completo.

Nos miramos a través de la penumbra, así que lentamente me enderece de nuevo y me recargue contra la cabecera.

-¿Qué haces aquí? -Pregunte en un susurro después de darme cuenta que por primera vez desde que lo conocía se estaba debatiendo en qué decir.

-Quiero que vuelvas a la habitación -Dio un paso adentro sin despegar su mirada de mi rostro.

Por protección llevé la colcha hasta mi pecho y me aferré a ella.

-¿Por qué?

Su expresión siempre era fría, siempre intentaba mantener todas sus emociones en cautiverio y justo ahora lo estaba logrando, así que necesitaba que me lo dijera, necesitaba empezar a decirme lo que sentía.

Lo observé apretar fuertemente sus manos en puños mientras se seguía acercando a la cama, y finalmente quedar a los pies de ella. Apretó sus labios un segundo antes de abrirlos.

-Deseo que lo hagas.

Mi corazón dio un brinco, pero intenté mantener la expresión seria.

-No quiero regresar -Negué.

-¿Por qué?

*¿Tenia que explicárselo?*

-No voy a olvidar tan fácil lo que me hiciste...

-Uh... -Miro hacia la ventana con el ceño fruncido, era como si estuviera buscando las palabras en el paisaje nocturno -Necesito que vuelvas -Dijo antes de mirarme.

*¿Qué?*

-N... no lo haré -Pronuncie sin aliento. En realidad quería levantarme e ir hacia él, pero necesitaba que entendiera que no debía ser así, no podía dejarme por largo tiempo amarrado y después arreglarlo con una frase, aunque... esa fuese la frase más pesada que me haya dicho. No podía lastimarme de esa manera y arreglarlo con un simple chasquido de sus dedos. No quería ser su mascota, no quería eso.

Me observó unos segundos antes de soltar un suspiro, se giró hacia la puerta y cuando pensé que se iría, cerró la puerta. Volvió y se detuvo junto a la cama, entonces comenzó a quitarse la playera.

-¿Qué haces? -Me alejé hasta el otro extremo.

-Me quedaré aquí -Respondió como si nada, antes de levantar las mantas y meterse debajo de ellas.

Imperfecta atracción | YiZhan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora