Capítulo 8: Despertarme

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Dolía, todo mi cuerpo estaba ardiendo en llamas. Me era difícil respirar, me era difícil existir. Quería abrir los ojos, pero no podía, así que me esforcé, puse todo de mí para poder abrirlos, quería salir de esta pesadilla, esta en la que me había encontrado una y otra vez. Había perdido la conciencia tantas veces que había perdido la cuenta, pero ellos siempre se encargaban de volver a despertarme. No era divertido jugar si yo no era consciente. Pero esta vez... esta vez ellos ya no habían intentado despertarme.

Después de intentarlo por mucho tiempo, después de esforzarme lo suficiente, logré abrir los ojos. No lo entendí, mi cerebro aún estaba desorientado, pues él no lograba entender el espacio en el que se encontraba. Las paredes eran blancas, el techo también lo era. Cerré mis ojos porque la luz entrando por las ventanas lastimaba mi vista. Esperé un par de segundos, entonces lo intenté de nuevo. Estaba donde mismo, ¿en verdad estaba aquí o mi conciencia estaba jugando?

Solté un respiro lentamente, entonces fue cuando la escuché. Me asusté como el infierno, pero por instinto y como pude, voltee para ver lo que provocaba ese sonido, y ahí, de espaldas, una mujer vestida con un vestido negro y un moño alto, estaba limpiando un librero vacío.

Tragué duro mientras volvía a soltar aire.

Ella se hincó en el piso para poder llegar a los últimos estantes y miré como con un trapo limpiaba en silencio. Pero el hecho de estar rociando algo en la madera hacía que el rociador hiciera un leve sonido en el completo silencio que nos rodeaba.

Miré de nuevo el lugar y comprendí que era una recámara, una gran recámara con escasos muebles. Entonces la miré de nuevo, ella seguía sin verme.

— ¿Dis... culpe? — Mi voz salió entrecortada y en apenas un susurro, pero aun así ella dejó de moverse, y después de unos segundos se giró sobre su hombro para verme. Era una señora mayor, tal vez de la edad de mi madre. Solo fueron cuestión de segundos para que se pusiera de pie y rápidamente se acercara, entonces del pequeño delantal que tenía atado a su cintura sacó una libreta. Me miró una vez más antes de empezar a escribir, y en unos momentos después me lo mostró.

*¿Desea tomar algo de jugo?*

Me quedé observando lo que había escrito, entonces la miré. ¿Hablaba en serio?

Debió notar la expresión de confusión en mi rostro, pues empezó a escribir rápidamente de nuevo.

*Hay medicinas que debe tomar, pero primero debe tener algo en el estómago, ¿Jugo está bien?*

— ¿Qui... en... eres?

Escribió de nuevo.

*Soy Jing Tong. ¿Puede tomar el jugo?*

¿En realidad estaba pasando esto?

Intenté moverme para enderezarme, por lo que ella se apresuró a meter su libreta de nuevo en el delantal, entonces me ayudó con cuidado a poner almohadas detrás de mí, para que así logrará estar semi sentado.

— ¿Don...? — Tomé aire y me aclaré la garganta mientras ella me observaba atenta con la libreta de nuevo en sus manos — ¿Dónde estoy?

Dudo un segundo, pero empezó a escribir.

*En casa del señor verdugo*

Leer eso me heló la sangre, por lo que sentí cómo deje de respirar. Había olvidado eso, que tenía un dueño.

Ella comenzó a negar asustada y me miró sin saber qué hacer. Abrió la boca cómo si quisiera decir algo, pero no salió ningún sonido, así que recurrió a la libreta de nuevo.

Imperfecta atracción | YiZhan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora