Capítulo 9: Saga de libros

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Había pasado una semana entera, una semana en la que estaba la mayor parte del tiempo observando una televisión apagada intentando idear un plan para salir de aquella casa. Hasta ahora había encontrado dos ventajas, la primera era que el lugar era una casa y no un departamento, lo cual complicaría las cosas si debiera salir por la ventana, y la otra, verdugo casi nunca estaba durante el día. Sabía que desayunaba y se iba, entonces regresaba entrada la noche. Eso me daba mucho tiempo a solas para poder irme, pero aquí estaban las desventajas. La señora Jing Tong era mi sombra aún, la segunda y la peor de todas. Había dos perros en el patio, y no eran cualquier perro, eran pitbull. No odiaba los perros, pero siempre los respetaba. Por eso era que él se sentía tan confiado como para dejarme sin vigilancia, alguien más allá de Jing Tong, pues sus mascotas custodiaban todo el perímetro.

— Entonces... ¿usted les da de comer a los perros?

La señora dejó de quitar el polvo de los muebles de la estancia, entonces se giró de nuevo hacia a mí, que estaba sentado en el sillón, y tomó su libreta.

*Sí, yo les doy su segunda comida*

—Pero usted dijo que no viene todos los días de la semana.

*El señor siempre tiene a alguien para que lo haga, pero en realidad, prefiere hacerlo él mismo*

—Pero... Él trabaja, ¿Aún así viene?

Me miró un segundo, y asintió.

Mierda, aún así debo intentarlo. El tiempo se está acabando, no puedo estar aquí con él para cuando... Y también estaba mamá, no había sabido nada de ella. Todos en el hospital seguramente se estaba preguntando qué era de mí. No tenía mi celular conmigo, así que no podrían localizarme, y en esta casa no había ningún teléfono como para hacerlo yo.

No sabía si era algo que verdugo hizo porque yo estaría ahí y quería prohibirme toda comunicación o simplemente nunca había tenido un teléfono.

Observé por mucho tiempo como ella limpiaba los muebles, y después siguió con el piso. Los últimos días de la semana ya podía moverme por mi mismo, no necesitaba que ella me ayudara, nisiquiera en la escalera, gracias al barandal. Me había aburrido los primeros días de solo estar en esa habitación, por lo que le pregunté si la podía acompañar mientras limpiaba el resto de la casa, y dijo que sí. No podíamos mantener una conversación normal, ya que ella era muda, pero con el hecho de poder observarla y hacerle algunas preguntas aquí y allá, me ayudaban bastante.

*¿Desea algo en especial para comer?*

Me preguntó en algun momento, así que intenté pensar en algo, pero no se me ocurrió nada.

—No, realmente toda su comida ha sido muy buena hasta ahora, asi que... puede ser lo que sea.

Sonrió y asintió, entonces se giró para empezar a sacar verduras del refrigerador.

Comía solo, y regularmente, en la habitación en la que me encontraba, apenas ayer empecé a bajar para tomar las comidas en la mesa que había en la casa. Era extraño moverme por la casa de verdugo pero estar en encerrado en esa habitación... también me hacía sentir como un prisionero. Lo era, pero al menos hacer esto hacia que lo olvidara por pequeños momentos.

Aun no entendía lo que él quería de mí. En su mundo, yo era su mascota, la pulsera en mi mano lo comprobaba, pero la verdad era que... él no había intenado algo. Mi mente pensaba que era porque estaba esperando a que me recuperara por completo, pero por como imaginé que sería, tal vez eso no debería de importarle. La otra posibilidad era que... no le gustaba, de hecho, parecía molesto de que estuviese aquí. Tal vez el recibirme como regalo de su jefe no fue algo que le agradara del todo. Tal vez era porque descubrió que era un omega y seguía demasiado molesto.
Yo... simplemente no lo graba entenderlo. Cuando me hablaba era porque me daba una orden, y simpre eran para que me moviera con cuidado o le hicera caso a Jing Tong. Ella decía que él me salvó, pero si era así, debería dejarme ir, pero cuando se lo pedí, solo hice que se molestara aun más.

Imperfecta atracción | YiZhan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora