Era una tarde cubierta de hielo, el primer día de nevada en la capital coreana suele ser muy especial pues se tiene la creencia que todas las parejas refuerzan su lazo sentimental mientras otras podrían encontrar un nuevo amor.
Lalisa recuerda que esa tarde justamente cuando empezó a nevar la campanilla de bienvenida resonó en la repostería para dar la bienvenida a un nuevo cliente. En ese entonces Lisa apenas había abierto su negocio que poco a poco empezaba a posicionarse entre sus comensales y ganar renombre gracias a sus hábiles destrezas en el horneado.
No tenía empleados así que la preparación de la masa y los ingredientes eran hechos por ella misma.
Recuerda al pelinegro vestido enteramente de negro con el rostro indiferente dirigirse al mostrador. Un hombre que captó su atención de manera inmediata por esa apariencia desafiante y bruta, Lisa jamás vio tantos tatuajes en un solo ejemplar y tan cerca a ella pues a pesar de la belleza única del pelinegro otro aspecto que resaltó al instante de él fue ese cuello trazos en tinta que sobresalían de la camisa que vestía
Incluso, con ese distintivo aspecto, no fue único que le atrajo de manera definitiva, sino los intensos ojos avellana que combinaban perfectamente con la personalidad del alto hombre mostrar porque fue toda una experiencia reflejarse en ellos.
Para Jungkook conocer a Lalisa a pesar de tener pleno control en sus expresiones faciales no fue diferente a la de ella y la atracción entre ambos nació inmediata cuando la chica quien no dejaba de mirarlo con curiosidad parecía no ceder a su apreciación espeluznante mientras continuaba sonriéndole a pesar de su actitud arrogante.
La mujer lo evaluó con la misma agilidad que él, era un maldito juego de miradas que guardaban más que inocentes intensiones románticas. O al menos así lo era para Jungkook quien instantáneamente se vio envuelto en la intensidad del iris gris que ella posee.
Lisa es especial, su instinto se lo advertía porque una atracción así de ilusoria e instantánea significa una cosa, como el reconocimiento de un animal a su entorno y especie.
– Quiero esa caja. – le señaló rompiendo la epifanía frente a sus ojos.
Esa tarde Jungkook tenía que reunirse con un hombre importante, este le ayudaría a concretar un acuerdo al pasar mercancía por puertos Chinos. Era simplemente un negocio ágil y lleno de irregularidades. Dominique Chen siempre fue un hombre corrupto que Jeon supo manejar muy bien pues su perfil no era diferente a la clase de personas con la que diariamente trata en el bajo mundo; un hombre de cincuenta y siete años quien prefiere los negocios en un ambiente privado y seguridad de su mansión. Como si eso le asegurase la protección que necesita frente a un hombre como Jeon.
Fue así, por sugerencia de Taehyung que entro a la repostería
Antes que ser narcotraficante, Jungkook y su fachada licita le impide limitarse a actuar como ese poderoso hombre cuya presencia en el ámbito electrónico es revolucionaria. El pelinegro entienden sus habilidades y la manipulación detrás de ellas, a tal grado de controlar a su conveniencia la situación.