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Lalisa se encuentra en el gran centro de abastecimiento, hace días que han retomado sus actividades después del funeral de Monie. Ella y alguno de sus empleados siempre hacen las compras que ayudan a mantener la repostería repleta de deliciosos ingredientes para mezclas y preparaciones de harina. Esa mañana es diferente, le ha costado levantarse, no deja de pensar en lo sucedido y ese inmenso sabor amargo en la boca aún percibirse por el descontrol de emociones. Jungkook la ha cableado a tal grado que le parece impactante creer como ha hablado de la muerte con un límite de cinismo que nunca creyó ver en él.
Sin embargo, su lado lógico la impulsa a aparentar que no ha sucedido nada y Lisa decide que es mejor ignorar la conmoción. Jeon Jungkook es un laberinto que está constantemente en movimiento y prefiere simplemente aprender a sobrellevarlo hasta lograr el final del escape.
– Jefa. – Olivia trata de llamar nuevamente la atención de la mujer.
Hanotado que Lisa no es del todo ella desde la muerte de la mujer mayor, distraída e indiferente parece estar en un constante dilema donde sus expresiones y atención son tan cambiantes que apenas logra sonreír. Parece molesta.
– Lo siento. – la oji gris salió de sus ensoñaciones para retomar el tema de los colores y decoraciones que la pastelería estaría ofreciendo al ser un mes de regalos para las parejas.
La temporada alta estaba cerca y con ello debían estar a la vanguardia de contenido que pudiese ser llamativo.
– El rosa y rojo no puede faltar. Son los colores de la pasión. – intentó bromear la repostera mientras Olivia sonrió por el comentario de la mujer frente a ella.
– Tiene razón, creo que llevaremos diferentes gamas. – el empleado asintió mientras seguía con el pedido y la lista que las mujeres le han otorgado.
Listones, decoraciones, papel comestible y mucho más.
–Seguro su relación está llena de pasión. – Lisa alzó la mirada para enfocar a la pelirroja.
– Es decir. – Olivia no quiere ser irrespetuosa hacia el novio de su jefa, pero es imposible no pensar en todo lo que un semental como él puede hacer.
– Su novio tiene la apariencia de un príncipe, no me lo tome a mal, es muy guapo. –
Al final cada quien decide engañarse y creer a su manera, el peligro como el pecado puede ser transformado en la más dañina obsesión. Lalisa lo sabe bien.
– Lo es, mi amorcito es todo un semental. – le sonrió. – Estar con él es como vivir tu propia novela romántica. – le aclaró.
– Entonces ¿así es como la ha conquistado? –
Una larga lista de pretendientes han sido rechazados por la mayor, aquellos hombres parecían no ser suficiente y es que al conocer al pelinegro que ocupa el lugar de una mujer tan dulce como Lalisa puede entender porque la repostera siempre se mantuvo firme a su relación a pesar de tener buenos prospectos.
